Adictos al pecado

Un aspecto central de todas las religiones monoteístas es la creencia en el pecado.

Juan Pablo Delgado
Columnas
Pecado original
Foto: Creative Commons

Un aspecto central de todas las religiones monoteístas es la creencia en el pecado. Como cristianos, sabemos que incluso un bebé —sin deberla ni temerla— llega a este mundo como pecador, obligado a encontrar la absolución a como dé lugar.

Podemos estar o no de acuerdo con estos planteamientos, pero aquí no indagaremos en teología. Porque con cualquier cuestión religiosa el problema no son las creencias personales, sino que estas suelen traspasar el ámbito privado para invadir esferas más allá de su jurisdicción.

Por desgracia, resulta que este traspapeleo de creencias es muy común y uno de los lugares más extraños donde encontramos ideas religiosas extraviadas es en la industria de la rehabilitación.

¿A qué me refiero? Pues como todos saben la práctica estándar para la rehabilitación es recomendar un proceso conocido como los “doce pasos”, creación original de Alcohólicos Anónimos (AA) allá en 1935.


¿De qué trata todo esto? Los doce pasos son una lista de acciones para cortar de tajo una adicción y resurgir a una nueva vida libre de vicios. ¿Suena bien, verdad? ¡Para nada!

De entrada debemos aclarar que las adicciones son una cuestión estrictamente médica. Lejos han quedado los días cuando surgió AA, donde el conocimiento sobre el cerebro estaba en pañales. Ahora todo médico que se respete sabe que las adicciones son enfermedades neuronales y deben tratarse como al resto de los trastornos físicos o sicológicos.

Es por esto que resulta curioso que los doce pasos sigan siendo el método prevaleciente para la rehabilitación. Porque no estamos hablando de un tratamiento científico, sino de un instructivo basado en religión y fuerza de voluntad. ¿Así queremos tratar algo tan delicado y trágico como la adicción? ¡Faltaba más!

Para empezar, cinco de los doce pasos en la lista hacen referencia directa a Dios; obligando a las personas a entregar su voluntad a un Poder Superior, o peor aún (como indica el paso seis) estar dispuesto “a dejar que Dios los libre de todos los defectos de carácter”.

¿Pero qué es esto? ¿En verdad podemos decir que los adictos son personas con defectos de carácter? ¡Totalmente absurdo! Si hablamos de una enfermedad sería tan absurdo como catalogar de “débiles” a quienes padecen cáncer o diabetes.

Línea

Y aquí está el mayor peligro de los doce pasos. Porque al hablar de la adicción como una falla moral hemos evitado que miles de personas conozcan y utilicen medicamentos que eliminan su condición de adictos. Porque quizá no lo sepan, pero la medicina lleva décadas ofreciendo múltiples medicamentos para tratar adicciones: medicinas que atacan directamente el ansia por consumir ciertas sustancias o que neutralizan los receptores de placer en el cerebro, evitando el rush que sentimos al consumir ciertos enervantes. Si esto es una realidad, ¿por qué seguir rendidos ante un Poder Superior? ¡Vaya usted a saber!

Lo que me parece cierto es que AA sigue la misma línea religiosa de la que hablamos anteriormente: donde las personas “pecadoras” deben encontrar la absolución a través de la oración y el sacrificio.

Por fortuna, la ciencia nos da una salida. Y parecería que en este siglo XXI todas las adicciones pueden curarse con tomar una simple pastilla, y en una de esas pronto sucederá lo mismo con todos nuestros pecados.

¿Qué opinan, compañeros?