¿Rescatando el pantano?

Estamos perfectamente conscientes del gran potencial destructivo que tienen las declaraciones de moratoria en las economías

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomía rescate
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Cada cuatro años enero 20 es en Estados Unidos una fecha mágica: un personaje (nuevo o reelecto) toma en el barco imperial HMS White House el lugar del mascarón de proa (no el camarote del capitán). Por supuesto, y contra lo que suele creerse, durante su periodo este personaje no manda realmente, o manda muy poquito: las riendas del gobierno las lleva, desde arriba, en el nivel estratégico, el Shadow Government, mientras que por abajo, en el nivel operativo, lo hace el Deep State (la enorme y supermañosa masa burocrática de niveles medio y alto, que realmente maneja el control fino de las operaciones gubernamentales en todos los países).

Entre esas dos tapas del sándwich la frágil rebanadita de jamón llamado “presidente” decide en el nivel táctico lo poco que le permiten los de arriba y los de abajo.

Dentro de estos estrechos límites despliega su “poder”. Pero no me mal entiendas: sí puede hacer muchas más cosas que tú o que yo, pero no es ni de lejos lo que dicen: “el hombre más poderoso del mundo”.

Cuando el saliente gerente de sucursal, Barack Obama, asumió ese papel hace ocho años la deuda nacional oficial de EU era de 10.62 anglotrillones. Hoy esa cifra es de casi 20 anglotrillones. Un espeluznante aumento de 87 por ciento.

Sin embargo, esa cifra es engañosa, como muchos analistas llevan años señalando. Ahora, un nombre del establishment, el precandidato doctor Ben Carson, la esgrimió durante las primarias Republicanas. Citó otra cifra oficial, bastante menos mentirosa que esa de la deuda: la Fiscal Gap, que según el economista Lawrence Kotlikoff anda en 210 anglotrillones (era de 60 en 2003).

La Fiscal Gap es la diferencia entre el monto total de impuestos esperados, por un lado, y los gastos más los pasivos comprometidos (deuda soberana, seguro social, Medicare, Medicaid, etcétera) por el otro. Entre ingresos y egresos, pues. Entre los 315 millones gringos, ese megaagujero negro toca a 666 millones 666 mil 66 por cabeza. Ab-so-lu-ta-men-te-im-pa-ga-ble.

Trump y el megaagujero

Estamos perfectamente conscientes del gran potencial destructivo que tienen las declaraciones de moratoria en las economías. Precedentes los hay por cientos en la historia, pero nunca del país con la moneda de reserva mundial, en un entorno global de “dinero” puramente fíat. Esta situación es inédita, nadie sabe cuán catastrófica puede resultar, y es inminente: le explotará en la cara a Donald Trump. ¿Lo sabe él? Al parecer, sí. ¿Tiene un plan viable para semejante contingencia? Él dice que sí, pero nadie puede estar preparado para un estallido de tales dimensiones y para el cual no hay precedentes.

Todas las opciones (“renegociaciones”, etcétera) no llegarían ni a paliativos y hasta la única solución radical, el retorno al patrón oro, es aterradora, puesto que provocaría la mayor depresión económica global de la historia al cancelar toda la deuda actual que es el eje del sistema financiero mundial. ¿Está dispuesto Trump a dar este fenomenal salto al vacío?