Un Estado débil

Si los normalistas de Ayotzinapa agredieron el cuartel de Chilpancingo es porque sabían que los soldados no responderían

Sergio Sarmiento
Columnas
Ataque a  cuartel de la 35ª Zona Militar en Chilpancingo
Foto: Especial

Cada vez es más clara la debilidad del Estado mexicano. Y en ningún lugar es esto más evidente que en Guerrero.

El pasado 14 de diciembre un grupo de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, muchos de ellos encapuchados, atacaron con bombas molotov y petardos el cuartel de la 35ª Zona Militar en Chilpancingo. Los soldados que se encontraban de guardia fuera de las instalaciones simplemente se replegaron al interior.


Una circunstancia así sería impensable en casi cualquier país del mundo. En Estados Unidos los policías tienen derecho a disparar contra quien los agreda e incluso si solo tienen el temor de que pueden ser agredidos. Lanzar una piedra a un policía en la Unión Americana es arriesgarse a recibir un balazo, sin que el policía vaya a ser sancionado. Una agresión a un cuartel militar sería respondida de inmediato con armas de fuego. Los militares en Estados Unidos no juegan.

Si los normalistas de Ayotzinapa agredieron el cuartel de Chilpancingo es porque sabían que los soldados no responderían. No es que los mandos del cuartel tengan miedo de un grupo de estudiantes armados con bombas molotov, petardos y piedras. Simplemente no quieren responder al ataque.


Los líderes del movimiento de Ayotzinapa parecían haber estado convencidos de que los efectivos militares no responderían a la agresión. Los estudiantes lanzaban las bombas molotov y los petardos frente a cámaras y reporteros sin mostrar ningún temor. O quizá lo que realmente querían era generar una respuesta violenta. El movimiento se ha nutrido de los mártires, como los 43 de Iguala.

Los líderes del movimiento querían mostrar a un Ejército débil. Pero no deja de ser curioso que, por una parte, afirmen que el Ejército es tan perverso que realizó un operativo para secuestrar y quizá matar a 43 estudiantes y, por otra, supongan que no responderá ante una agresión como la del 14 de diciembre.

Otro

La debilidad del Estado mexicano se manifestó también en esa fecha en la negociación entre dos grupos armados en Guerrero. Un contingente de supuestos policías comunitarios secuestró en San Miguel Totolapan a unos residentes a quienes acusaban de ser cercanos a la banda criminal Los Tequileros. Entre los secuestrados se encontraba la madre de Raybel Jacobo de Almonte, líder de los Tequileros, quienes habían secuestrado a un habitante de la localidad, el ingeniero Isauro de Paz Duque. En lugar de aplicar la ley y liberar a los secuestrados, el gobierno de Guerrero participó en las negociaciones que se saldaron con la liberación de los secuestrados de cada grupo.

Mucho se ha dicho que tenemos en México un gobierno autoritario. Supongo que hay funcionarios que efectivamente abusan de su posición, particularmente para beneficiarse en lo personal. Pero lo que nos demuestran los hechos de Chilpancingo y San Miguel Totolapan es exactamente lo contrario. Tenemos un Estado débil incapaz de enfrentarse a los grupos armados y de poder. Es un Estado que se confiesa impotente.

Uno podría pensar que a los ciudadanos no nos afecta la debilidad del Estado. Pero cuando el Estado no tiene la capacidad de cumplir con sus funciones, sobre todo en seguridad, el ciudadano común y corriente es la principal víctima. Quienes se entusiasman con los estudiantes que arrojan bombas molotov a los soldados o con los grupos que se arman para hacer justicia por propia mano no se dan cuenta de que la inseguridad que así se provoca afecta más a quienes menos tienen.