El arte de la negociación

Muchas de las promesas que hizo como candidato son difíciles, si no imposibles, de cumplir

Sergio Sarmiento
Columnas
Donald Trump negociaciones difíciles
Foto: AP

No hay plazo que no se venza. Ha empezado la era Trump. El hombre que parecía un candidato imposible, que no cuenta con ninguna experiencia previa en cargos públicos, que irritó a buena parte de la población del mundo con declaraciones y agresiones, es hoy el presidente de la nación más poderosa del planeta.

Nadie sabe a ciencia cierta cuáles serán los resultados de los cuatro años u ocho años de gobierno de Donald Trump, quien ha ofrecido ideas vagas y corazonadas más que proyectos concretos. Muchas de las promesas que hizo como candidato son difíciles, si no imposibles, de cumplir.

La aplicación de un impuesto fronterizo de 35% a las importaciones de México, por ejemplo, no solo violaría los términos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte sino también los de la Organización Mundial de Comercio. En caso de que el gobierno de Trump aplicara este punitivo arancel se estaría abriendo a sanciones por parte de la OMC y en caso de no respetarlas provocaría una guerra comercial.

Trump sí tendría derecho a construir un muro en la frontera con México, siempre y cuando lo haga dentro de territorio estadunidense. Sería un proyecto costoso y disruptivo, pero estaría dentro de la ley. Lo que no sería legal es cobrar el muro a México. Pero Trump sabe que logró millones de votos prometiendo que obligaría a los mexicanos a pagar por el muro.

Las esperanzas de que Trump, el candidato, moderaría sus declaraciones o impulsos al convertirse en presidente electo cayeron pronto por tierra. No parece haber un lado inteligente secreto del nuevo mandatario. Sin embargo, en las audiencias de confirmación de los designados para ocupar cargos en el gabinete ha quedado en claro que cuando menos algunos tienen visiones bastante más razonables que el presidente. La gran pregunta es si Trump será un presidente que deja buena parte del trabajo cotidiano de gobierno a los miembros de su gabinete, como Ronald Reagan, o si buscará involucrarse en cada decisión, como Bill Clinton y Barack Obama.

Concesiones

El gobierno de Donald Trump implica el inicio de una nueva era en Estados Unidos. Durante décadas todos los presidentes mantuvieron una política de apertura al mundo. Los republicanos fueron, de hecho, los más entusiastas defensores de esta actitud. Reagan fue el primero en impulsar un tratado de libre comercio con México y George Bush padre lo negoció. Todos los gobiernos estadunidenses desde la Segunda Guerra Mundial, por otra parte, mantuvieron una política de defensa de los gobiernos liberales de Europa y otras regiones del mundo, particularmente frente a la Unión Soviética o Rusia, mientras que Trump busca hoy distanciarse de la Unión Europea y de la OTAN y acercarse a Vladimir Putin. Trump también está echando por la borda una política de acercamiento hacia China iniciada por el republicano Richard Nixon, que permitió las reformas económicas que han hecho de China un país capitalista.

¿Qué tanto podrán cambiar estas políticas fundamentales? Es difícil saberlo en estos momentos. Más que un hombre de ideas o de principios, Trump se ve a sí mismo como un negociador. En efecto, ha prometido renegociar todos los acuerdos internacionales de Estados Unidos. Y si su Art of the deal, la supuesta autobiografía que lo volvió famoso, es una indicación de lo que podemos esperar, Trump buscará sacar de cada negociación alguna concesión que le permita decir a los electores que ha ganado algo para ellos.