Trump y “la industria”

Ahora lo políticamente correcto es despotricar contra la industria y lo industrial

Guillermo Fárber
Columnas
Hueconomía 847
Foto:Sean Pavone

Las condiciones materiales de la vida humana son hoy infinitamente superiores a las de cualquier momento del pasado, especialmente en estos dos últimos siglos, después de la llamada “revolución industrial”. Sin embargo ahora lo políticamente correcto es despotricar contra la industria y lo industrial. Curioso, ¿no te parece? Hoy, y confieso que hasta cierto punto milito en este bando, la moda es lo “orgánico”, el volver a la naturaleza, la vida sencilla (que algunos entienden como “primitiva”).

Eso explica, al menos en parte, el furor que ha causado la declaración de Donald Trump en el sentido de que Estdos Unidos se desliga de ese horror político globalista perversamente disfrazado de “acuerdo ambiental” de París. Ejemplo que, me atrevo a pronosticar, otros líderes seguirán en cuanto, primero, entiendan la pavorosa esclavitud que en realidad entraña para sus pueblos ese malévolo “acuerdo”, y segundo, adquieran los pantalones suficientes para oponerse a ese grillete planetario que se les impuso con lujo de fuerza desde el Olimpo.

En su discurso Trump citó un estudio econométrico del National Economic Research Associates (http://accf.org/wp-content/uploads/2017/03/170316-NERA-ACCF-Full-Report.pdf).

Dicho estudio, tan serio como creíble y alarmante (tienes que leerlo, al menos en sus demoledoras conclusiones, una paginita), dice que a EU cumplir con los compromisos del “acuerdo” le costaría 2.7 millones de empleos (empleos de verdad, empleos de tiempo completo, no los empleítos de medio tiempo, de meseros y cantineros con que la economía de EU se ha medio consolado en estos diez últimos años), además de decenas de anglotrillones de dólares por desembolsos directos e indirectos.

¿De veras alguien podía creer que Trump, tras sus promesas de crear empleos en EU (no destruirlos) y de recomponer en lo posible su desastrosa situación macroeconómica, iba a tragarse esa rueda de molino parisiense alegremente devorada por Barack Obama, feliz de sacrificar a la Unión Americana en el altar de la globalización?

No hay tal cosa como “la industria”

Este artículo de Jeffrey A. Tucker, Is industry for or against the Paris Climate Agreement? (https://fee.org/articles/is-industry-for-or-against-the-paris-climate-agreement) puede darnos luz al respecto. Lo que básicamente dice es que no hay una visión industrial integrada, sino que hay al menos dos visiones industriales diferentes y casi por completo contrapuestas. Una visión es la de la gran industria, y otra, muuuy diferente, la de la pequeña y mediana industrias.

Ambas comparten su índole “industrial”, pero tienen intereses, lealtades, conductas, perspectivas, ritmos y valores opuestos, con frecuencia radicalmente opuestos.

“Los intereses de las grandes compañías no son los mismos que los del sector privado en general”. Casi todas las primeras apoyan el Acuerdo de París; todas las segundas apoyan a Trump contra dicho compromiso. ¿Por qué? Porque la gran empresa es socia del poder, mientras que la pequeña empresa es su víctima.

“Cuando se trata de influencia política, no hay tal cosa como ‘los intereses industriales’. Ahí solo hay dos niveles: las grandes empresas y el resto”. Las grandes comparten asiento arriba y chupan la sangre; las pequeñas y medianas ponen las venas.