Democracia y alternancia

La verdad es que el sistema electoral mexicano es bastante mejor de lo que afirman los políticos 

Sergio Sarmiento
Columnas
Sistema electoral
Foto: NTX

Las elecciones del 4 de junio mostraron una vez más los equilibrios del sistema electoral de nuestro país. El PRI ganó por escaso margen en el Estado de México y en Coahuila pero perdió, por un margen más amplio, en Nayarit y Veracruz. Ha habido protestas por los triunfos del PRI, mas no por sus derrotas. Esto parece ya la norma en nuestro país.

México ha sufrido un sinnúmero de reformas electorales en las últimas décadas. Las de los noventas, que se hicieron en 1990, 1993, 1994 y 1996, representaron avances importantes. Le dieron independencia al IFE, equilibraron el gasto de los partidos y el acceso a los medios, generaron una alternancia de partidos en el poder que nunca habíamos tenido. Las de los últimos años, de 2008 y 2014, fueron retrocesos. Se confiscaron tiempos de radio y televisión en los que se ha saturado a los ciudadanos con spots de 30 segundos, se eliminó al IFE para crear un INE que podía intervenir en comicios locales en todo el país.


El sistema político mexicano es considerado plenamente democrático por muchos observadores internacionales. Sus procedimientos y salvaguardas han sido adoptados en otros países que han tenido reformas electorales. En México los ciudadanos reciben y cuentan los votos, lo cual le da legitimidad al proceso. Los partidos tienen acceso a las casillas y reciben actas con los resultados, y pueden además recurrir a tribunales especializados si piensan que ha habido irregularidades. Algunas faltas, como el rebase del tope de gasto, son causales para anular una elección.

El sistema ha funcionado en lo fundamental. Nos ha dado muchos partidos que reflejan los distintos puntos de vista de una sociedad compleja. En Estados Unidos, en contraste, se ha establecido un virtual duopolio de partidos. Las reformas de los noventas hicieron posible, a partir de 1997, la alternancia de partidos en el poder, que los especialistas dicen es la prueba de fuego de una verdadera democracia. Sí, esta alternancia significa que vivimos en una democracia real.

Carencia

¿Significa esto que nuestra democracia es perfecta? No, ni la nuestra ni la de ningún otro país. En México, en particular, hay muchos casos de compra de votos, lo cual está prohibido, aunque es muy difícil de comprobar. En Estados Unidos es famosa la compra de votos por el empresario Joseph Kennedy para favorecer a su hijo John en la elección presidencial de 1960.

El mayor problema de la democracia mexicana, sin embargo, ha sido la falta de demócratas. Se ha hecho común que los políticos mexicanos, particularmente los de oposición, desconozcan todas sus derrotas. Cada vez que concluye una elección, por otra parte, todos los candidatos y partidos se declaran vencedores. Estas prácticas han deteriorado la confianza de la población en el sistema electoral.

La verdad es que el sistema electoral mexicano es bastante mejor de lo que afirman los políticos y de lo que cree buena parte de la población: 62% de las elecciones desde 2015, sin contar las del 4 de junio que están todavía sometidas a procesos jurídicos, han resultado en triunfos de candidatos y partidos de oposición.

Si bien hay grupos que afirman que en México no ha habido una verdadera transición democrática, la alternancia comprueba lo contrario. No podemos aceptar la posición de quienes dicen que no habrá democracia mientras su partido en particular no gane la Presidencia de la República.