La sonrisa de Javier

Para 2018 la imagen de honestidad de los candidatos será crucial en la decisión de los electores

Sergio Sarmiento
Columnas
Sonrisa de Javier Duarte
Foto: CO

¿Por qué sonríe Javier Duarte? La pregunta ha corrido como reguero de pólvora en las redes sociales y en los medios de comunicación. Al parecer el ex gobernador de Veracruz no puede evitarlo. Cuando lo enfocan las cámaras de prensa y televisión no puede dejar de sonreír. Quizás esta reacción automática haya tenido sus ventajas cuando regía el destino de su estado, pero en este momento, cuando se ha iniciado el procedimiento para extraditarlo a México por una amplia serie de delitos, la sonrisa parece una burla.

En un México en el que varios gobernadores están sometidos a procesos judiciales, Javier Duarte se ha convertido en la imagen pública más notoria del gobernador corrupto. Los abusos durante su gestión fueron enormes y visibles. Su esposa Karime Macías, la que escribió una plana en la que decía una y otra vez “Merezco la abundancia”, comparte con Duarte esta imagen. Por eso el que Karime se haya mudado a Europa en compañía de sus hijos y Duarte sonría sin recato parecen una afrenta a la sociedad.

Honestidad

Veracruz no solo ha sido siempre uno de los grandes proveedores de votos para el PRI, sino que los recursos del estado se emplearon para apoyar campañas políticas en otros lugares de la República. Quizá la punta del iceberg la vimos en enero de 2012 cuando, en plena campaña electoral para la Presidencia de la República, dos funcionarios del gobierno de Veracruz fueron atrapados en el aeropuerto de Toluca transportando 25 millones de pesos en efectivo en un avión privado.

El caso de Duarte se genera en un momento en que otros ex gobernadores, como Marcelo Granier, de Tabasco; Tomás Yarrington, de Tamaulipas; Guillermo Padrés, de Sonora (del PAN); César Duarte, de Chihuahua, y Tomás Borge, de Quintana Roo, enfrentan también procesos judiciales. Hay quien piensa que estamos viendo tiempos de una creciente corrupción, aunque otros sostienen que la corrupción siempre ha existido, pero hay un mayor combate a estos actos. De lo que no hay duda es que la corrupción se ha convertido en uno de los temas más importantes para la población mexicana. En buena medida la baja de popularidad del presidente Enrique Peña Nieto y de su gobierno revela un hartazgo de la gente con la deshonestidad de la clase política. Poco importa si realmente la corrupción es mayor o menor que antes.

El mensaje para los partidos políticos es claro. Para 2018 la imagen de honestidad de los candidatos será crucial en la decisión de los electores. Una de las razones de la popularidad de Andrés Manuel López Obrador ha sido su imagen de honestidad personal, la cual no han podido derrumbar ni siquiera los casos de René Bejarano o de Eva Cadena.

El PAN cuenta con presuntos candidatos con buena imagen de honestidad personal, como Margarita Zavala. Algunos de los posibles candidatos del PRI no tienen necesariamente la mejor de las imágenes, aunque no hay pruebas que apunten realmente a alguna deshonestidad. Otros tienen por el contrario fama de honestos, como José Antonio Meade y José Narro, pero no se cuentan entre los favoritos.

De lo que no hay duda es que el tema de la honestidad será crucial para las elecciones de 2018. Las sonrisas de Javier Duarte no parecen ser la mejor tarjeta de presentación para el partido que lo llevó a los cargos que lo hicieron rico. Pero toda la clase política necesita proyectar una imagen de mayor limpieza.