Las manos artesanas de México

Aunque los artesanos del país representan casi 12% de la población, en general las localidades donde residen no cuentan con instituciones de crédito.

Martha Mejía
Política
artesanías
Foto: Especial Las manos del mundo

La artesanía es tan antigua como la humanidad misma. En México esta actividad refleja tal vez como ninguna otra la diversidad cultural y la riqueza creativa de nuestros pueblos, pero el de los artesanos es uno de los gremios que mayores dificultades enfrentan para su desarrollo, incluyendo la carencia de suficientes espacios de venta y de asesoría para comercializar sus productos.

De acuerdo con el INEGI hay en el país cerca de doce millones de artesanos, es decir, 10% de la población, que contribuyen directamente a la economía del país y sin embargo la realidad para ellos se caracteriza por ser muy compleja, debido principalmente a la falta de una política pública clara de fomento artesanal.

Con su participación en el sector cultural los artesanos aportan al PIB 20.3% equivalente a poco más de 91 mil millones de pesos, en tanto que en cuestión de turismo su aportación es de poco más de 62 mil millones de pesos.

Socorro Oropeza, presidenta de la Unión Nacional de Productores Artesanales Coyolxauhqui, que representa a 15 mil artesanos de 23 entidades, señala que los artesanos mexicanos son en general conscientes del valor comercial de sus conocimientos y expresiones culturales tradicionales y su capacidad para promover el desarrollo económico local: “Lo que hemos podido constatar desde hace 15 años, que es lo que llevamos trabajando con ellos, es que el impulso de estos procesos económicos no viene directamente del Estado, sino que son iniciativas propias que se apoyan con instrumentos del algún gobierno o institución”.

El asentamiento de la población productora de artesanías en el país se destaca en los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Michoacán, Tabasco, Veracruz, Hidalgo y San Luis Potosí.

Sin embargo, en general las localidades donde residen los artesanos no cuentan con instituciones de crédito, por lo que deben generar estrategias para financiar su producción.

Algunos, por ejemplo, recurren a los programas de apoyo que ofrecen los gobiernos locales y federal; otros han podido acceder a fondos de organismos internacionales; pero la gran mayoría trabaja con financiamiento propio.

La líder de los artesanos señala también que una de las principales demandas de quienes producen artesanías es contar con espacios de venta, así como con asesoría para la comercialización de sus productos de manera directa, ya que la mayoría de ellos no cuentan con los conocimientos para ofrecer a precios adecuados su mercancía; tampoco para cerrar tratos comerciales a través de los cuales puedan llevar sus productos a otro nivel de venta.

“La gente que baja de la sierra o que viene de alguna comunidad lo que quiere es resolver, porque ya le están exigiendo un RFC y no saben ni a qué oficina del SAT tienen que ir; o tienen que tramitar el código de barras porque afortunadamente les salió un pedido… Son cosas muy prácticas. No obstante, lo que más les interesa es tener puntos de venta en los que puedan ofrecer sus productos”.

Por ello cada año realizan la feria Las manos del mundo, la cual se llevará esta vez a cabo del 3 al 6 de agosto próximo en el WTC de la Ciudad de México.

Durante cuatro días los visitantes podrán adquirir productos como cestería, joyería en plata, alpaca y piedras preciosas, textil de lana y de telar de cintura, dulces típicos, alfarería y cerámica, talla en madera, productos orgánicos, rebozos, zapatos, bolsos, entre otros productos.

“Lo que se busca con esta expo, en conjunto con varias actividades que hemos desarrollado a lo largo de estos años —como talleres de diseño, contabilidad, costeo; exposiciones en diversos países del mundo como Alemania, Brasil, China, España e Italia; además de una dispersora de microcrédito que vamos a lanzar en breve con el apoyo de Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero (FND)—, es que los artesanos puedan establecer una red de contacto con mayoristas que quieran invertir o exportar. El objetivo es que crezcan”, explica.

Sin embargo, Oropeza Morales reconoce que el gremio necesita trabajar mucho sobre el diseño de los productos. “Hay críticas en Europa. A pesar de que los alemanes, italianos y franceses son muy apegados a la artesanía mexicana, señalan que esta no ha tenido una evolución; es decir, que si alguien lleva una artesanía para allá, ven exactamente lo mismo que hace 20 años atrás. Entonces necesitamos un pull de diseñadores y de asesores para que estos doce mil artesanos que dice el INEGI que somos nos renovemos en cuanto a diseño”, expone.

Caso de éxito

Evia de la Vega, Artesanía Contemporánea, es el nombre que Guadalupe Manzanilla y Luisa Díaz Rivas decidieron darle a su microempresa, que nació en IMI II, una localidad a la afueras de la ciudad de Campeche, la cual aún conserva características rurales.

“Se trata de una microempresa artesanal constituida en su mayoría por mujeres. Inspiradas en la cultura maya de la región de Campeche y Yucatán, nos atrevemos a crear con maderas preciosas (cedro, palo de rosa, entre otros) juegos de mesa y de escritorio, portarretratos, cajas multiusos, con aplicaciones de bordados de palma de jipi, bordados mayas, conchas y caracoles marinos, la mayoría de ellas para venta a niveles corporativos y empresariales. También tenemos una línea para dama, de joyería y bolsos finos”, explica a Vértigo Díaz Rivas.

“Con las mujeres de la comunidades mayas (entre ocho y diez comunidades) trabajamos los bordados y el bordado de palma de jipi; les facilitamos el diseño, sobre todo en los procesos para mejorar combinación de colores de hilos. Asimismo, les facilitamos el proceso para que también ellas tengan acceso a algunos programas de crédito y apoyos gubernamentales”, explica.

Díaz Rivas apunta que la empresa campechana apoya la cultura del no regateo, ya que a su juicio se trata en su mayoría de microempresarios o empresas familiares que pagan renta, impuestos, salarios y materia prima para realizar sus creaciones.

En este sentido destaca que “no somos doctores ni artistas, pero sí una fuente importante de ingreso para México. El problema es que muchas ganancias se quedan con los intermediarios. Esto aunado a la competencia desmedida que hay con China y Tailandia, que están desplazando por precio, pero con poca calidad y con copias, a nuestra artesanía”.

De acuerdo con la Unión Nacional de Productores Artesanales una pieza artesanal que comercializa un intermediario se vende hasta 2000% más cara que su precio de producción.

“Creo que México debe rescatar el valor de sus artesanos como microempresarios y no verlos de manera peyorativa, sino darles el justo valor por su trabajo y sus productos”, finaliza Díaz Rivas.