Latido cerebral

Solo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos. Antoine de Saint-Exupéry

Daniela Suárez
Columnas
Corazón y cerebro
Foto: Fabio Berti

Considero que delimitar al ser humano dentro de dos grupos es algo sumamente pretencioso, pero por esta ocasión pretendamos que existen solamente dos tipos de personas: aquellas que creen que solamente importa la razón y las que simplemente piensan con el corazón.

Tal vez, si nos queremos ver espléndidos, existan tres tipos de personas: también en este mundo habitan quienes creen que la razón y el corazón deben estar alineados para llevar una vida balanceada y en paz.

Son este tipo de personas las que hoy se dedican a darle la misma importancia a la función cerebral que a la cardiaca. ¿Sabías que el corazón es el órgano que genera el campo electromagnético más fuerte en todo el cuerpo humano? Es más, este campo puede medirse hasta varios metros lejos del cuerpo y es justamente aquel que cambia dependiendo de la emoción que tengamos.

Debido a que el corazón es el órgano que genera el campo electromagnético más fuerte, la información que habita dentro de este campo afecta a cada célula que tenemos en el cuerpo. Quizá sea esta una de las razones por las cuales el corazón es el primer órgano que funciona en un feto. Además, es una pieza clave en todos y cada uno de nosotros, ya que tiene inteligencia propia; no por nada algunos neurólogos lo llaman “el otro cerebro”.

De acuerdo con varios neurocardiólogos el corazón no solamente se compone de células musculares sino que también tiene neuronas. Investigadores del Institute of HeartMath han hecho experimentos que comprueban que la función del corazón no solo es bombear sangre: también creen que juega un papel mayor en la percepción de la realidad.

Las 40 mil neuronas que posee el corazón son capaces de sentir, aprender y recordar. De hecho el “cerebro” del corazón envía mensajes constantes al cerebro acerca de cómo se siente el cuerpo y más. Dentro del complejo sistema nervioso intrínseco existen varios tipos de neuronas, neurotransmisores, proteínas y células de soporte que constantemente se mantienen comunicadas.

Balance

Por ello una forma importante en la que el corazón influye en el cerebro es al ser coherente. Cuando genera un patrón estable en su ritmo, en automático el cuerpo experimenta todo tipo de beneficios, como claridad mental y mejor toma de decisiones.

Por el contrario, cuando el corazón está acelerado le comunica un sentimiento diferente al cerebro y este a cambio puede sentirse estresado.

Las actitudes mentales, además del estrés, causan daño al cuerpo y este daño también acaba cobrando una tarifa en el corazón; emociones como enojo, ansiedad y negatividad pueden incrementar el riesgo de una enfermedad cardiaca.

Por ello, además de tratar de bajar el nivel de estrés racional, los expertos recomiendan que tratemos de encontrar un balance natural entre la razón y el corazón, ya que sin el entendimiento entre los dos nuestro cuerpo no tendría una buena comunicación.