Ida Rodríguez Prampolini. In memoriam (I/II)

El arte tiene la capacidad de arreglar los males mundiales

Masha Zepeda
Columnas
Ida Rodríguez
Foto: Secretaría de Cultura

Muy sentida por el medio cultural fue la triste noticia que confirmó la partida de la investigadora, académica, escritora, crítica, maestra, difusora cultural y amiga querida para una gran cantidad y variedad de personas, tanto del medio cultural, académico y de la vida misma.

La maestra Ida Rodríguez Prampolini (1925-2017) murió el pasado 26 de julio en su natal Puerto de Veracruz a los 91 años, a escasos dos meses de cumplir los 92.

Su padre fue el reconocido doctor Carlos Rodríguez Mendoza, quien en su momento dirigió el Hospital Regional, y su madre, Ida Prampolini, de origen italiano, a su vez fundó la Cruz Roja local.

Así, Ida Rodríguez Prampolini nació el 24 de septiembre de 1925 en el hermoso Puerto de Veracruz, donde participó en todas sus festividades e incluso de jovencita fue bailarina, Reina del Carnaval —era preciosa— y musa de Agustín Lara.

Con el paso del tiempo descubrió que su vocación estaba en las humanidades, por lo que se mudó a la Ciudad de México para estudiar en la UNAM, donde en la Facultad de Filosofía y Letras fue alumna de grandes docentes, como José Gaos, Edmundo O’Gorman y Justino Fernández, de quien llegó a ser profesora adjunta en la cátedra sobre Arte Moderno y Contemporáneo.

Perspectiva

Mientras estudiaba su carrera se apasionaba con el análisis del arte, lo que la fue llevando a su historia y a ganar una beca para recorrer museos europeos, viaje en el que tomó una de las decisiones fundamentales en su vida: dedicarla al estudio, investigación, enseñanza y difusión de las manifestaciones visuales y la certeza de que el arte tiene la capacidad de arreglar los males mundiales.

En vida la doctora en Letras obtuvo todos los reconocimientos académicos y profesionales: en 1957 ingresó como investigadora al Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, donde fue nombrada investigadora emérita en 1988; fue integrante de número de la Academia Mexicana de la Historia, de la Academia de las Artes, de la Real Academia Española de la Historia de Madrid y de la Union Académique Internationale (Bruselas, Bélgica); desde 1984 fue integrante del Sistema Nacional de Investigadores, donde obtuvo el nivel III.

En 2001 fue merecedora del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.

También fue jurado en 1967 de la IX Bienal de Sao Paulo en Brasil y en 1986 presidenta del jurado de la II Bienal de La Habana, Cuba.

A partir de 1969 comenzó a dirigir tesis de licenciatura, maestría y doctorado, sumando más de 40. La docencia fue para ella una de sus grandes pasiones e impulsaba tanto a sus alumnos como a los que no lo eran, enseñando por medio de su gran amor al arte a ver el mundo desde una perspectiva social, cultural y artística donde la fuerza del compromiso creativo tiene la capacidad de cambiar el devenir histórico sin, además, perder el sentido del humor y la bondad.