En la ciencia la libertad es clave

“Uno de los problemas de los buenos maestros mexicanos es que no tienen suficiente espacio de libertad”.

Hector González
Todo menos politica
Julieta Parra
Especial

Pocos científicos mexicanos como Julieta Fierro han hecho de la libertad su campo de acción: la astrónoma se distingue por hacer divulgación de conocimiento a partir de métodos fuera de toda regla y provocando los planteamientos más conservadores.

Autora de más de 40 libros, la académica de la UNAM plantea que es necesario abrir el sistema educativo hacia nuevos horizontes.


Solo así, advierte, desarrollaremos un pensamiento crítico.

—¿Qué es la libertad para usted?


—Para mí la libertad consiste en hacer las cosas que uno quiera, siempre y cuando produzcan felicidad al mayor número de personas posibles.

—Usted suele hacer ejercicios de divulgación poco ortodoxos. ¿Cuáles son los límites de la libertad en su trabajo?

—Trato de no ponerme límites y eso a veces me ha causado problemas. Si uso métodos no ortodoxos es porque los convencionales no funcionan bien. Creo que las personas pueden aprender de manera más fácil, rápida y significativa si haces cosas novedosas. El problema es que heredamos un sistema educativo que proviene de la Edad Media y apenas lo hemos modificado ligeramente. Nos hace falta incorporar a las formas de enseñanza los nuevos estudios sobre el cerebro.

—¿Por qué nos cuesta trabajo romper moldes en el sistema educativo?

—Uno de los problemas de los buenos maestros mexicanos es que no tienen suficiente espacio de libertad y los fuerzan a llevar programas que no les hacen sentido a los niños. Por fortuna en la nueva reforma educativa hay un pequeñísimo margen de libertad que será muy útil para las comunidades bilingües, donde el docente podrá enseñar la lengua materna. Cada grupo escolar es diferente y creo que la educación sería más eficiente si a los buenos maestros les dejaran enseñar lo que quieran. Me duele cuando veo que los libros de texto no toman en cuenta a los niños sino a los intelectuales que creen que algo es importante.

—¿Cuándo fue la última vez que le quisieron limitar su libertad de cátedra?

—Durante una ceremonia luctuosa en la Academia de la Lengua. Había muerto Miguel Capistrán. Fue un gran amigo, nos llevábamos muy bien, yo le daba aventón después de la sesión y echábamos relajo. Era amigo de Pellicer, de Monsiváis... Mi discurso sobre él fue chistoso y los académicos se molestaron muchísimo. Quizá sí se me pasó la mano al salirme de las convenciones.

—¿Qué piensa sobre la poca presencia de las mujeres en las instituciones culturales?

—En general las mujeres se tardan más en desarrollar su vida académica porque dedican mucho tiempo a la crianza de los niños. Margo Glantz o Silvia Torres no pudieron entrar al Colegio Nacional porque recibieron los premios ya mayores. La idea de hacer El Colegio Nacional de las Mujeres estaría padre siempre y cuando incluyera hombres. Las mujeres ya probaron de que pueden hacer cosas importantes: ya no hay que demostrar. Ahora el reto es trabajar en equipos multidisciplinarios. El avance del conocimiento está ahí.

Educación

—¿En la ciencia qué tan importante es tener una conciencia amplia de la libertad para desafiar paradigmas?

—En la ciencia la libertad es importantísima, de lo contrario no habría avance. El chiste es proponer ideas novedosas, diferentes, escandalosas, abrir el mundo de las opciones. Sin embargo existen investigadores conservadores que se limitan a hacer la tarea y lo hacen bien. Le sucedió a Einstein: le dieron el Nobel por el efecto fotoeléctrico, no por la Teoría de la relatividad o por haber predicho las ondas gravitacionales.

—¿En México existen condiciones para que los científicos trabajen con absoluta libertad?

—Ahora hay absoluta libertad. Todavía hasta hace algunos años en Alemania o Japón había limitaciones para las mujeres. En México era distinto: aquí incluso se contrataba a las mujeres para hacer cálculos. Donde sí había restricciones era en los observatorios: imagínate, no había baños para mujeres. Las mujeres científicas nos reuníamos para ir y en Baltimore concluimos que podíamos usar los baños comunitariamente.

—¿Haciendo qué se siente más libre?

—Jugando con un niño, porque ellos no tienen prejuicios y son creativos. Inventan cosas, son audaces, les gustan los retos, lanzan ideas. Son una cosa extraordinaria. Algo parecido sucede con los chicos de los primeros años de las carreras de Física, porque se atreven a cuestionar a la ciencia.

—¿Qué tan alejado está México de un umbral de libertad adecuado?

—Lejísimos. Es terrible el número de asesinatos a periodistas; la prensa vendida y que recibe tanto subsidio del Estado hace mucho daño. En las próximas elecciones seguramente veremos compra de votos; en la mayor parte del país las mujeres están sojuzgadas y no tienen derecho a opinar. México es un país con poca libertad, en especial para los niños y los adolescentes. No hay lugares de esparcimiento para las familias. Es triste ver cómo los centros comerciales se han convertido en los sitios de paseo. Antes éramos uno de los países más felices del mundo, ahora no.

—¿Cuál es la diferencia entre libertad de expresión y libertinaje en medios de comunicación y redes sociales?

—Es muy importante que exista libertad en redes sociales. El problema que tenemos es que como nuestro sistema educativo es débil muchas personas no distinguen entre una noticia verdadera y una trampa. Por eso es importante invertir en la educación. Necesitamos fomentar el pensamiento crítico.

Julieta Fierro nació en la Ciudad de México en 1948. Es investigadora del Instituto de Astronomía de la UNAM y profesora de la Facultad de Ciencias. Ocupa la silla XXV de la Academia Mexicana de la Lengua y es integrante del Sistema Nacional de Investigadores en el máximo nivel. Ha escrito 41 libros de divulgación y decenas de publicaciones diversas. Ha dictado centenares de conferencias en 39 países. Fue directora general de Divulgación de la Ciencia de la UNAM e integrante de la mesa directiva de la Sociedad Astronómica del Pacífico, así como presidenta de la Sociedad Mexicana de Museos de Ciencia. Entre sus reconocimientos destaca el Premio Nacional de Divulgación de la Ciencia (1992), así como los premios Kalinga de la UNESCO en París (1995); la Medalla de Oro Primo Rovis del Centro de Astrofísica Teórica de Trieste (1996); Premio Klumpke-Roberts de la Sociedad Astronómica del Pacífico en Estados Unidos (2001); Medalla al Mérito Ciudadano de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal (2003) y Medalla Benito Juárez. Fue la Mujer del Año (2004) y Premio Sor Juana Inés de la Cruz de la UNAM (2005). Medallas Vasco de Quiroga y de la Sociedad Astronómica de México (2011).