Libertad Bajo Palabra con Luis de la Barreda

“En realidad lo que restringe nuestras libertades es la inseguridad que generan la delincuencia y el crimen organizado”.  

Ángel Hernández
Todo menos politica
De La Barreda
Notimex

lCon una extensa trayectoria como defensor de derechos humanos y una reconocida carrera como docente e investigador del sistema de justicia, Luis de la Barreda Solórzano afirma que México ha logrado un gran avance en la libertad de expresión en sus diversas manifestaciones respecto de anteriores décadas, lo que se refleja, por ejemplo, en las fuertes críticas en la prensa escrita u otros medios contra el gobierno federal, lo que antes no sucedía.

Y si bien destaca el logro de que se haya fomentado entre la mayoría de los mexicanos una cultura de respeto a las garantías fundamentales, lamenta en cambio que en la actualidad las libertades de los ciudadanos se encuentren vulneradas por la inseguridad y la criminalidad derivadas por la actuación de la delincuencia común y el crimen organizado.

—¿Cuáles en su opinión han sido los principales cambios en derechos humanos y en materia de justicia en el país?

—En derechos humanos hemos tenido un gran avance en el tema de libertad de expresión, de prensa, en publicaciones. Antes, no sé si por autocensura o por recomendaciones no públicas de las autoridades, los periódicos jamás criticaban al presidente, por mencionar un caso, y hoy son comunes esas críticas contra cualquier funcionario. La libertad está restringida pero no por el gobierno federal sino por el crimen organizado y, probablemente, aunque no lo puedo asegurar, por algunos gobiernos municipales o caciques locales que pueden tener amenazados, por ejemplo, a periodistas. En cuanto a las autoridades federales hoy tenemos una completa libertad de expresión y de investigación.

Califica de sorprendente que no fuera transmitido el documental acerca del populismo en Latinoamérica en nuestro país como se había anunciado y recuerda que los mexicanos pudimos ver películas como La ley de Herodes o El infierno, que contienen críticas terribles contra el PRI y contra el gobierno.

“Hoy tenemos una gran libertad, pero hay casos en que esta parece restringirse para no molestar a quien probablemente sea el próximo presidente de México”, puntualiza.

—¿Qué otros avances se han dado en torno de la libertad?

—Hemos tenido avances muy importantes realizados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en cuanto a libertades, como el aval que dio al matrimonio entre personas del mismo sexo. Por otro lado espero que muy pronto termine la absurda prohibición en cuanto a las drogas, porque su combate no ha dado ningún resultado y, por el contrario, provoca males terribles, como miles de homicidios; y además se afecta una libertad fundamental que una persona adulta debe tener: libertad para consumir lo que se le antoje aunque le haga daño. La única restricción a la libertad deben de ser los derechos de terceros y el orden público.

Avances

—A más de 20 años de la creación de instancias de protección de derechos humanos en el país, ¿contamos con mayor libertad y garantías o continúan limitadas?

—Hoy tenemos libertades que no teníamos hace 50 años: contamos con libertad de prensa, libertad de publicaciones, de exhibición de cintas con críticas hacia el gobierno, a diferencia del filme La sombra del caudillo que tardó varias décadas en que se autorizara su exhibición aunque narra un hecho ocurrido en los años treinta del siglo pasado.

—¿Los mexicanos podemos afirmar que hoy convivimos en una sociedad con pleno respeto de los derechos humanos?

—Podemos decir que en la ley y en las políticas del gobierno federal tenemos amplias garantías de respeto de los derechos humanos, pero en la realidad estas garantías resultan afectadas. Se piensa que es el gobierno el que puede restringir estas garantías pero no: en realidad lo que restringe nuestras libertades es la inseguridad que generan la delincuencia y el crimen organizado. Los ciudadanos ya no podemos salir en la noche por temor a ser asaltados; ya no se puede viajar con plena seguridad por una carretera determinada porque ha habido secuestros o desapariciones. Es una restricción a la libertad. Pero esa restricción no se debe al gobierno sino a la actuación de la criminalidad.

—¿Qué podemos esperar en el tema de justicia?

—Como todo en la vida hay que ver cómo funciona en la realidad el nuevo sistema de justicia. Las víctimas tendrán mayores derechos cuando una mayor proporción de casos se resuelvan adecuadamente y se castigue a los criminales. El nuevo sistema no ha variado un ápice ni podrá variar una realidad terrible que padecemos: una proporción muy amplia de delitos graves no se castiga en México. En España o Japón, de cada diez homicidios nueve terminan en tribunales, mientras que en nuestro país se llevan ante juez menos de dos debido a una terrible ineficacia del Ministerio Público: tenemos un nuevo sistema de justicia penal pero tenemos el Ministerio Público de siempre, totalmente ineficaz, con una cantidad enorme de vicios como la corrupción.

Añade que “lo que a mi juicio debió hacerse era invertir la gran cantidad de recursos empleados para el nuevo sistema para profesionalizar a fondo a los ministerios públicos, a las procuradurías y a las policías del país”.

—¿Se puede construir un equilibrio entre justicia y derechos humanos y libertad?

—Por supuesto. Los países con menos impunidad, con mejores estándares de aplicación de justicia, son los más respetuosos de los derechos humanos. Pensemos en la Unión Europea, Canadá, Chile o Costa Rica, países con baja impunidad al menos respecto de los delitos más graves; son bastante seguros y respetuosos de los derechos humanos.

—¿Qué ha pasado con el derecho de las personas a estar seguras y vivir en un ambiente de libertad en su vida cotidiana?

—Se ha visto terriblemente vulnerado por la gran inseguridad que vivimos. En la Ciudad de México esto no es tan grave como en otras entidades pero también es una situación bastante inaceptable que en algún momento estemos en un restaurante, en una zona que se consideraba segura, y de pronto entren asaltantes y nos despojen de nuestras pertenencias o ejecuten a alguien: es una cuestión terrible. Este derecho a una seguridad pública razonable se ha visto afectado en los últimos años.

—¿Para usted qué es la libertad?

—La libertad es un bien primordial del ser humano que tiene dos dimensiones: la jurídica, es decir, el derecho de hacer todo aquello que no perjudica a los demás, que no altere el orden público, el derecho a participar en los asuntos públicos, a conducir la vida privada como a uno se le antoje con el único límite de no vulnerar los derechos de otros. Y la dimensión ética, que es el libre albedrío y que nos distingue de los animales, que están programados biológicamente. Los seres humanos tenemos esa gran facultad que es decidir entre diferentes opciones. Yo decido si respetar o no la ley, yo decido si me caso o quedo soltero, yo decido si tengo hijos o no, yo decido si fumo marihuana o no. Es la facultad de conducirnos eligiendo entre diferentes opciones, de conducir nuestros pasos, es decir, conducir nuestra vida eligiendo entre diferentes opciones.

Luis de la Barreda Solórzano es el actual coordinador y fundador del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM. Fundador y director del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad. Fue el primer presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y se desempeñó como visitador penitenciario de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e integrante de la Academia Mexicana de Ciencias Penales. Se ha desempeñado como profesor de Derecho Penal por oposición de la UNAM y de la Universidad Autónoma Metropolitana, así como docente de Derechos Humanos en el posgrado de la Facultad de Derecho de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Es autor, entre otros libros, de La tortura en México; El delito de aborto: una careta de buena conciencia; La lid contra la tortura; Justicia penal y derechos humanos; Los derechos humanos: una conquista irrenunciable, y El alma del ombudsman.