Libertad Bajo Palabra con Ranulfo Romo

“Al cerebro hay que entrenarlo: por eso es tan importante la educación”.

Hector González
Todo menos politica
Ranulfo Romo

¿Existe la libertad? A decir del neurofisiólogo Ranulfo Romo, de existir, esta es breve. El científico mexicano ha dedicado más de 20 años al estudio del cerebro y su injerencia en la toma de decisiones.

Integrante de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de Ciencias el investigador sostiene que nuestras elecciones, por sencillas o complejas que sean, provienen y dependen de la conexión de nuestras neuronas.

—¿Qué es la libertad?

—A lo largo de los años yo y otros colegas nos hemos dedicado a estudiar la toma de decisiones. Aparentemente somos libres en nuestros actos: usted me puede argumentar que sus decisiones son producto de un acto voluntario y consciente de su “Yo”. Pero la realidad es que decide el cerebro. Los circuitos cerebrales formados por las neuronas se dedican a procesar información del mundo externo y a guardarla en forma de experiencia. Sin esa memoria no somos nada. A partir de una serie de estudios podemos decir que antes que cualquier decisión las neuronas ya están activadas y cuando se coteja la temporalidad entre lo que usted piensa y lo que hace resulta que no concuerda. Es decir: todos los actos que usted cree que son voluntarios son involuntariamente concebidos por el cerebro. Después los hacemos conscientes y los dejamos pasar o los vetamos. Probablemente el periodo de libertad que tenemos no dura más de dos décimas de segundo y es la breve franja de tiempo en que el cerebro se da cuenta de que queremos hacer algo. Aunque la realidad es que es una decisión que viene empujada por otras neuronas.

—¿Así que somos libres por dos décimas de segundos?

—Así es. La libertad es el momento de duda antes de cualquier decisión. Las decisiones son de tipo categórico y lo más que puede hacer el cerebro es censurarlas o darles luz verde. Pero este acto de libertad ha costado muchísimo trabajo porque es producto de esculpir los circuitos del cerebro para que tengan memoria y puedan decidir lo mejor posible. Aquí interviene la educación y, de hecho, los errores son una señal de retroalimentación para enseñarle al cerebro que las cosas no fueron como él lo había decidido. Soy consciente de que la gente no se cuestiona este tipo de cosas porque es un problema filosófico que se coteja con la biología.

Diálogo

—Si todos tenemos una memoria conductual ¿de qué dependen los errores?

—Cuando nacemos no sabemos absolutamente nada. Los genes de nuestros ancestros hacen que se formen nuestro cerebro y órganos. Al cerebro hay que entrenarlo: por eso es tan importante la educación. Si el cerebro se desarrolla en ambientes desfavorecidos veremos que incluso aprenderá el idioma con dificultad. Para desarrollarse intelectualmente hay que entrenar a las neuronas.

—¿Por qué nos inventamos la idea de libertad entonces?

—El acto final es sentirse libres y con la capacidad de elegir. Durante las elecciones tuvimos una boleta enfrente y decidimos, pero para hacerlo adecuadamente necesitamos educación. Nosotros somos títeres de las neuronas. En principio el acto de libertad es una ilusión o pensamiento que puede ser cotejado con la realidad externa a la hora de elegir, pero la verdad es producto de un diálogo entre los circuitos de las neuronas. No es muy romántico ni bonito pero científicamente es muy elegante dar explicaciones formales de cómo ocurren estos procesos.

—¿Sentirnos libres nos reconforta?

—Claro. Además, el hecho de que otros tomen decisiones por nosotros implica que nuestras neuronas quedan apagadas. Por eso es tan interesante el diálogo entre dos humanos, o dos cerebros, como lo quiera ver. Gracias a Giacomo Rizzolatti hoy podemos hablar de las neuronas espejo, un mecanismo de nuestro cerebro que permite entendernos.

—¿Cómo se explica las libertades sociales?

—La libertad social se manifiesta, por ejemplo, en el voto, pero igualmente la decisión se toma a partir del conocimiento. Quienes son manipulados carecen de libertad, pero el resto decidirá por medio de circuitos cerebrales. Aunque experimentemos la sensación de que votamos libremente la realidad es que ya estábamos inducidos por nuestras neuronas.

—¿Inducidos por el subconsciente?

—Exacto. Todo acto conscientemente generado es inconscientemente concebido por el cerebro: esa es la paradoja. Lo que creemos que es voluntariamente concebido en realidad es inconscientemente concebido. Es inevitable.

—¿Todo tiene origen en el cerebro?

—Sí. Incluso si existe Dios es porque lo concebimos en el cerebro. Sucede lo mismo con el Universo: para usted existe físicamente porque lo percibe pero cuando muera su cerebro ya no existirá más.

Ranulfo Romo nació en Ures, Sonora, en 1954. Obtuvo el título de Médico Cirujano en la Facultad de Medicina de la UNAM. Fue investigador del Centro México. Realizó el doctorado de estado cum laude en la Universidad de París. Colaboró en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Friburgo. Trabajó en el Departamento de Neurociencias de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Ha sido investigador titular del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. Es investigador nivel III del Sistema Nacional de Investigadores, integrante de la Sociedad Mexicana de Ciencias Fisiológicas, de la Academia Mexicana de Ciencias, de la Asociación Europea de Neurociencias, de la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarrollo y miembro extranjero de la Academia de Ciencias de EU. En 2011 ingresó a El Colegio Nacional. Entre sus reconocimientos destacan: Premio Demuth por la Fundación Médica Suiza, Beca Guggenheim, Premio de Ciencia y Tecnología por la OEA, Premio Miguel Alemán Valdés en el área de salud, Premio UNAM, Premio Dr. Maximiliano Ruiz Castañeda por la Academia Nacional de Medicina de México (en cinco ocasiones), Premio Ranwell Caputto por la Sociedad Argentina de Neurociencias y Premio Nacional de Ciencias y Artes.