EL EFECTO DE LOS “CHALECOS AMARILLOS”

El próximo gran desafío para el gobierno francés será reformar el sistema de pensiones.

Lucy Bravo
Columnas
Foto
AP

Desde mediados de noviembre miles de manifestantes en Francia salen a las calles para protestar contra el gobierno en un movimiento conocido como “chalecos amarillos” en referencia a los chalecos de seguridad que utilizan los conductores de transporte público de aquel país.

Si bien las grandes protestas no son nada nuevo en Francia el estrago que dejan a su paso los “chalecos amarillos” no solo provoca los peores disturbios en décadas sino que también ha obligado al presidente Emmanuel Macron a retroceder por primera vez en su mandato de 18 meses.

El gobierno francés anunció el 5 de diciembre que eliminaría el controvertido aumento del impuesto sobre el combustible que desató todo el descontento. Pero para muchos el daño ya está hecho y las protestas se producen en un momento en que la popularidad de Macron ha caído a mínimos históricos. La situación no solo amenaza con debilitar su autoridad al interior sino también con reducir la influencia de Francia en la Unión Europea.

Políticos y analistas aún luchan por encontrar precedentes en la historia reciente para explicar el alcance y la profundidad de la crisis social que atraviesa Francia. A diferencia de los disturbios que sacudieron a los empobrecidos banlieues en el otoño de 2005 las revueltas actuales no involucran a jóvenes inmigrantes de segunda o tercera generación. Esto apunta a un problema mucho más profundo: la desigualdad.

Motivos

Hay dos razones principales por las que Macron se ha convertido en una figura tan impopular. La primera tiene que ver con una débil o casi inexistente base política. Recordemos que Macron es un tecnócrata parisino que llegó al poder montado en una ola de insatisfacción con los partidos políticos tradicionales pero sin gran apoyo fuera de las áreas urbanas.

La segunda razón es que la economía de Francia crece, sí, pero muy lentamente. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas de Francia el crecimiento económico del país galo caerá de 2.3 a 1.7% en 2018, lo que se suma a las presiones presupuestarias del gobierno de austeridad de Macron.

A su vez la mayor parte del crecimiento se centra en las grandes ciudades, como París, mientras que las comunidades rurales se rezagan. Además la población rural francesa depende mucho más de los automóviles que sus habitantes urbanos, razón por la cual muchos en esas regiones encabezaron las protestas contra el impuesto a la gasolina.

Con el tiempo la combinación de un gobierno impopular, un crecimiento económico modesto, protestas sociales y una oposición cada vez más activa podrían dificultar a Macron y sus aliados avanzar con su agenda reformista.

El próximo gran desafío para el gobierno francés será reformar el sistema de pensiones del país. Esta reforma afectaría a múltiples sectores de la sociedad, lo que sin duda generará una fuerte resistencia y nuevas protestas. Los problemas internos de Francia también limitarán su capacidad para influir a nivel europeo. Macron ha promovido reformas profundas en la zona euro, pero requiere de un amplio consenso a nivel de la Unión Europea. Y con una Francia debilitada no logrará encontrarlo.