FOCOS ROJOS EN LOS MERCADOS INTERNACIONALES

La incertidumbre afecta al comercio y altera las expectativas de inversión.

Redacción
Todo menos politica
Foto: Especial
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Es uno de los economistas más reputados y respetados en el ámbito internacional. En Europa la mayor parte de sus líderes políticos y representantes de diversos órganos y organismos le tienen en elevada estima. A tal punto que se ha consolidado al frente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como ningún otro en el cargo durante tres quinquenios.

Para José Ángel Gurría Treviño (Tampico, 1950) la agenda internacional de 2019 estará marcada por buena parte de los acontecimientos del año pasado; unos que iniciaron abruptamente, como la guerra comercial entre EU y China, y otros como el Brexit, con su propia vorágine, hasta esperar su conclusión.

Acostumbrado a ver de cerca el panorama global y participar en diversos foros de análisis, tertulias de debate y departir directamente con los primeros ministros y muchos de los mandatarios que mueven la rueca del poder geoeconómico y geopolítico el secretario general de la OCDE opina que el destino de este año que recién inicia descansará en buena medida en la capacidad de entendimiento mediante el multilateralismo “como única forma de resolver los grandes temas y problemas globales”.

Gurría Treviño, entrevistado en exclusiva para Vértigo en una típica mañana invernal parisina —previa a su viaje a México del 7 al 11 de enero— pide tiempo para no juzgar de botepronto al actual gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador porque “es muy temprano para hacer un juicio”.

Sin embargo remarca que la OCDE con México ya trae una inercia de trabajo “y mucho seguirá, pero también hay nuevos puntos de partida, dependiendo de las prioridades del nuevo gobierno”; sin dejar de subrayar que el organismo internacional está listo “para trabajar con y para el nuevo gobierno, para apoyarlo y atender sus prioridades”.

De talante mesurado, inteligente y ágil en las respuestas, el economista egresado del ITAM gusta de explicar en forma didáctica por qué la incertidumbre es mala para la economía, una que por desgracia la aldea global heredó como regalo envenenado del año pasado: “La incertidumbre es el enemigo del crecimiento”, dice.

Y puntualiza: “Si tienes incertidumbre respecto de si puedes vender o no, o con qué aranceles vas a vender o no, pasa entonces que no inviertes; el efecto de la incertidumbre afecta al comercio y altera las expectativas de hoy y mañana porque se difieren o anulan muchas decisiones de inversión. Y la inversión de hoy es el crecimiento de mañana… Por eso todos estamos haciendo rebajas en el crecimiento mundial”, explica concienzudamente.

Derivado del entuerto creado por la guerra comercial entre EU y China y el efecto boomerang del Brexit, los organismos internacionales rebajaron sus expectativas de crecimiento mundial para 2019: el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo estimó inicialmente en 3.9 y lo rebajó a 3.7%; el Banco Mundial lo pasó de 3 a 2.9%, y la OCDE ha sido más drástica al reajustarlo de 4 a 3.5 por ciento.

Insatisfacción

—¿La incertidumbre es el peor enemigo en una guerra geopolítica?

—La incertidumbre es el enemigo del desarrollo y del crecimiento. Lo que hace es que difiere las decisiones de consumo y de inversión; en personas racionales, la gran mayoría ante la incertidumbre deja de consumir, deja de gastar y deja de invertir.

En voz del ex secretario de Relaciones Exteriores y después de Hacienda (durante el sexenio del presidente Ernesto Zedillo), en los tiempos que vivimos se requiere un “trabajo enorme para reconstruir la confianza de la sociedad en sus respectivos gobiernos”.

Son en parte los efectos de una larga crisis económica, en los últimos diez años, que ha sido la más duradera y profunda “de nuestras vidas”; esa crisis económica y financiera “nos cambió a todos”.

Hoy se viven sus consecuencias funestas: justo cuando la aldea global intenta levantar la cabeza los países más industrializados buscan los mecanismos para amacizar su recuperación económica y las naciones emergentes pretenden seguir siendo turbinas importantes.

“Es necesario hacer un trabajo enorme para reconstruir la confianza de la sociedad en sus gobiernos, porque durante diez años no se entregó ni crecimiento ni empleo ni igualdad. Obviamente la gente perdió la confianza”, asevera Gurría Treviño.

Por eso ha pasado lo que ha pasado en la esfera de las urnas, que no es más que la tesitura unicelular del tejido político, y regresan los extremos como chocante expresión del voto del miedo, de la ira y de la amargura.

Gurría lo resume observando el mapamundi político: “Al primer ministro de la República Checa le demoró nueve meses formar gobierno; se tardaron siete meses para formar gobierno en los Países Bajos; a Angela Merkel le tomó cinco meses formar gobierno; y allí están los resultados en Italia, Suecia, Austria, así como el Brexit. Desde luego también los resultados electorales en EU, en México y en Brasil”.

Para el secretario general de la OCDE en todos estos casos existe un denominador común: la insatisfacción de la gente. “Hay mucha gente enojada y frustrada primero, porque en la crisis le fue mal; y, segundo, porque en la recuperación no ven que los beneficios se repartan de manera igualitaria y eso implica que hay mucha gente frustrada”.

Desaceleración visible

Recientemente el Banco Mundial advirtió sobre la ralentización económica global debido a la “atenuación del comercio internacional”. El panorama no parece despejado en el corto plazo.

Hace unos días este organismo internacional provocó la sorpresa tras el inesperado anuncio de la renuncia anticipadísima de su presidente, Jim Yong Kim, cuatro años antes de concluir su cargo.

Su salida —el próximo 1 de febrero— ha caído aquí en Europa como un balde de agua fría, una salida repentina interpretada como una nueva presión del presidente Donald Trump para controlar el destino del Banco Mundial; a Yong Kim lo recomendó el anterior presidente de EU, Barack Obama.

En cuanto a las previsiones del Banco Mundial para 2019, en su informe Perspectivas económicas globales destaca el proceso de desaceleración de China con un PIB que pasará de 6.5% en 2018 a 6.2% este año.

Ha sido tan elocuente su análisis que el organismo internacional advierte “nubes de tormenta en el horizonte de la economía mundial” y eso implica llover sobre mojado.

La economía global, que comenzó con buen pie el año pasado, perdió fuerza en los últimos siete meses agobiada por el proteccionismo y la repentina escalada arancelaria.

Con el cielo geoeconómico y geopolítico encapotado de desafíos y problemas la actividad comercial y las inversiones se ralentizan; y en eso también coincide la OCDE.

Gurría Treviño lo explica de esta manera: “El crecimiento del comercio se desacelera; nuevamente estamos en torno de 2 o 3% de crecimiento anual; hay que recordar que el comercio es uno de los grandes cilindros y debería estar a 7%; ya en diciembre de 2017 estaba creciendo a 5% y que sea menor es una mala noticia”.

—¿Qué pasará con esta inusitada e innecesaria guerra comercial entre EU y China?

—Esperemos que se resuelva con una buena negociación entre China y EU; ya se realizan pláticas seguramente a nivel técnico, luego se llevará a nivel político. El presidente Trump insiste en que su relación es muy buena con el presidente Xi Jinping. Y de ser así es muy importante porque ya que se trata de las dos economías más grandes del mundo el que ellos estén o no de acuerdo impacta no solo entre ambos sino en la economía de todo el planeta.

Ahora bien, si el conflicto recrudece y se alarga otro organismo internacional como es el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que China podría perder 1.9 puntos de su PIB este año. Ya hay analistas que avizoran un invierno en la economía del gigante asiático como consecuencia de las políticas de Trump y del pesimismo desatado entre los inversores.

Javier Espinosa, corresponsal en Shanghai, describe el ambiente en China con ciertos sectores empresariales altamente consternados porque dependen directamente de las exportaciones a la nación norteamericana.

En la medida que pasan los meses va notándose un golpe de efecto negativo en varias ciudades chinas significativamente ligadas a la manufactura de productos electrónicos y mecánicos.

Hay daños que se ven ya reflejados en una diversidad de indicadores económicos: la producción industrial en China creció en noviembre 5.4%, mientras que en enero pasado lo hizo en 7.2%. “La actividad manufacturera se contrajo y las ventas de automóviles cayeron el año pasado como no lo hacían en 20 años”.

Y en una economía mundial tan vertebrada en diversos procesos productivos, en determinadas cadenas de valor y con mercados cada vez más extensos, los daños colaterales llegan con su efecto boomerang al propio EU: recién inició 2019 la multinacional de la tecnología norteamericana Apple anunció “dificultades para cumplir su objetivo de negocios este año” tras la caída de ventas en Asia.

El propio Tim Cook, presidente ejecutivo de Apple, denunció en los medios de comunicación que “la economía china se desacelera debido a las tensiones comerciales con EU”.

Contradicciones y golpes de efecto

En Europa la mayoría de los empresarios y de los inversores no entienden qué quiere lograr el presidente Trump con su lenguaje ríspido y generalmente díscolo.

Al respecto, Gurría Treviño —cuyo despacho de la OCDE se encuentra en París— sugiere que independientemente de los discursos se vean las acciones. “Tenemos algunos mensajes que pueden parecer encontrados: por un lado, EU firma el acuerdo de libre comercio con México y Canadá, lo que es una buena señal; sin embargo, por otro, también EU se sale del TPP; al mismo tiempo Trump anuncia un avance en un proceso de acuerdo comercial entre su país y Europa, y luego vienen los aranceles al acero y al aluminio, que están de por medio, justo cuando en el Global Forum se hablaba de cómo reajustar las capacidades y reducir los sobreexcedentes del acero… y de repente llegan los aranceles”, refiere.

En esa lógica, apunta Gurría Treviño, todas las partes que negociaban y discutían acerca de los excedentes dijeron “para qué vamos a discutir esto si ya nos están poniendo aranceles”. Hay que coordinar y conciliar ciertas iniciativas.

Además la situación es compleja en las discusiones, máxime cuando una de las partes está interesada en ver resultados lo más rápido posible y entonces decide irse por la vía unilateral, que únicamente resuelve una parte del problema.

El máximo representante de la OCDE recalca que EU actúa bajo la consideración de que en un proceso multilateral se tardan mucho tiempo en conciliar: “Las decisiones son muy dilatadas y entonces está optando por la vía unilateral. La ventaja del proceso multilateral es que es más duradera y permanente la solución; y al mismo tiempo tiene un gran impacto a nivel mundial. Hay dos fuerzas encontradas entre el enfoque multilateral que es el que habíamos usado tradicionalmente e íbamos perfeccionando con la creación del G-5, luego del G-7 y del G-20 hasta la APEC: si lo observamos es todo dentro de un enfoque multilateral. Ahora está la otra parte, que señala que ese enfoque toma mucho tiempo”, destaca Gurría.

Mucha gente enojada

En los últimos años la OCDE añade a sus análisis cada vez de forma más constante la palabra “resiliencia”, un asunto que suscita una honda reflexión en su secretario general: “Quiere decir que no se cambia sustantivamente frente a acontecimientos inesperados. Ahora también usamos tres adjetivos prácticamente de forma simultánea: uno es resiliente, que tiene que ver con la fortaleza, la permanencia, la estabilidad y la calidad del crecimiento; el segundo es sostenible, que sea verde, congruente con el mejor criterio del planeta y la corresponsabilidad internacional que tenemos todos respecto del mundo que vamos a heredar a nuestros hijos y nietos, y en tercer lugar que sea incluyente, lo cual quiere decir que abarque a todos, que no deje a nadie afuera”.

Precisamente, añade José Ángel Gurría, al fallar los gobiernos en la aplicación de estos conceptos sucede lo que vemos ahora: “Que hay mucha gente enojada e insatisfecha porque han sido dejados fuera; el crecimiento no ha sido incluyente, porque la globalización no ha sido incluyente”.

—¿Por eso votan como están votando?

—Al dejarlos fuera sucede que hay tanta gente enojada que todos votan por el cambio y tienden a ser cada vez más o de extrema derecha o de extrema izquierda: hay una vuelta a los extremos. Como humanidad hemos tratado de ir moviéndonos hacia el centro derecha o centro izquierda para tener una mayor convergencia, pero ahora está pasando que hay una mayor divergencia.

—En resumen, para usted ¿qué podemos esperar de 2019?

—Los años 2016, 2017 y 2018 han mostrado una secuencia de ritmo de crecimiento al alza, gradualmente mayor en cada uno de estos años. Ya habíamos proyectado que entre 2019 y 2020 íbamos a recuperar el ritmo del crecimiento mundial que se tenía antes del estallido de la crisis.

Y agrega: “Fíjate en el impacto de la crisis: doce años después apenas íbamos a recuperar el ritmo del crecimiento previo a la crisis mundial. Así de fuerte fue el golpe. En mayo pasado previmos que entre 2019 y 2020 nos acercaríamos otra vez a 4%, pero en noviembre le quitamos al pronóstico medio punto, ¡que es enorme en un plazo muy cortito!, y lo reubicamos en un PIB esperado de 3.5% para la economía mundial”.

La causa es la combinación de factores y variables activas a la fecha: la guerra comercial, el proteccionismo, los aranceles, las tarifas, la incertidumbre, la propia geopolítica, el unilateralismo por encima del multilateralismo...

“¿Qué es diferente desde mayo del año pasado hasta la fecha de hoy? Pues que los cilindros del motor del crecimiento, uno es el comercio y el otro la inversión, han tenido impactos muy importantes derivados del proteccionismo. Todo iba bien cuando inició el año pasado: teníamos el panorama claro”, recuerda convencido.

—Y por si fuera poco está la gasolina del Brexit…

—Estamos a pocas semanas de la fecha de salida de Reino Unido de la UE, el 29 de marzo de 2019 a las once de la noche, y eso también provoca mucha incertidumbre. Todavía en Reino Unido no hay señales claras de que vaya a ser aprobado el paquete que propuso la primera ministra Theresa May al Parlamento; hay una votación citada para esta semana, el día 15 de enero. Es verdad: puede ser imperfecto pero quizá sea el único paquete posible.

Lo que vemos, argumenta Gurría Treviño, es que por un lado hay 27 países y del otro uno solo; y en ambos hay insatisfacción, aunque si no hay aprobación esta semana en el Parlamento británico puede darse un escenario indeseable con un hard Brexit.

El llamado Brexit duro es algo que la Unión Europea quiere evitar a toda costa porque sería una salida sin reglas por parte de los británicos del club europeo. “Espero que la primera ministra May logre el apoyo necesario; todos estamos trabajando intensamente, incluyendo a la OCDE, para que el proceso sea lo más terso posible, con los menores costos posibles”, comenta Gurría Treviño con aliento esperanzador.

México en la OCDE

El 18 de mayo de 1994 México ingresó en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos como integrante permanente en el selecto club de los países desarrollados, que actualmente cuenta con 37. El organismo, cuyo objetivo es coordinar políticas económicas y sociales, tiene sede en la capital francesa y cuenta con una representación en la Ciudad de México.

José Ángel Gurría Treviño, actual dirigente del organismo internacional hasta 2021, lleva a cabo año con año una gira anual a principios de enero en México para presentar el informe correspondiente al país azteca, así como diversos programas y evaluaciones a fin de contribuir a elevar los estándares de calidad.

En su visita del 7 al 11 de enero sostuvo encuentros con una amplia serie de funcionarios del nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, en los que acompañado de un equipo de expertos de la OCDE entregaron una serie de análisis en temas relevantes, como lucha contra la corrupción, transparencia en la información, mejoras en los programas de compras públicas a fin de transparentarlos y consolidación en las compras de medicinas por parte del sector salud; también documentos correspondientes a la educación superior y a la demanda laboral, así como estrategias para el problema de la informalidad y de los ninis, que son jóvenes que ni estudian ni trabajan. Y se entregaron informes de competencia, regulación y competitividad.