MARÍAS QUE VALEN ORO

No cualquier deportista de alto rendimiento se mantiene vigente en el estricto sentido de la competencia.

Cristopher Rivera
Columnas
Foto: Especial
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Algunas personas, aunque pasen los años, no pierden su esencia, su estructura, su carácter, disciplina y temperamento. Una de esas personas se llama María del Rosario Espinoza. Mujer tenaz que durante años, en la disciplina del taekwondo, ha puesto en lo más alto el nombre de nuestro país. Y mire que a ella le han tocado los peores momentos de nuestro deporte, pero también los ha sabido sortear.

No cualquier deportista de alto rendimiento se mantiene vigente en el estricto sentido de la competencia y Espinoza lo ha logrado por una razón: se llama profesionalismo. Me atrevería a decir que María está sin lugar a dudas dentro del top cinco de las mujeres deportistas más destacadas en la historia de nuestro país. ¡Sí, en la historia!

Todo es debatible. Por supuesto que la golfista Lorena Ochoa tiene su lugar; también, nos guste o no, la ex velocista Ana Gabriela Guevara; lo mismo la clavadista Paola Espinosa y Soraya Jiménez en el levantamiento de pesas. No le voy a poner número a ninguna de ellas; es decir, quién es la número uno, después la dos y así sucesivamente: no vale la pena. Para mí las ya mencionadas y María del Rosario son las más grandes.

Seguramente usted, amable lector, se preguntará: ¿por qué tantas porras a María del Rosario Espinoza? ¡Bueno! La razón es muy simple: hizo historia al ganar en días pasados, con 31 años, su tercera medalla mundial en la disciplina de taekwondo celebrado en Manchester, Inglaterra. La presea fue de plata, no cualquier cosa. Pero eso no es todo sino que además cuenta con tres medallas olímpicas (Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016) y ahora se prepara para dejar huella en Tokio 2020. ¡Ah! Por cierto, añadiría otro detalle: María fue capaz de adaptarse a los bruscos cambios por los que atravesó su disciplina; uno de ellos, el paso a los petos electrónicos, mismos que antes eran simples protectores que al puro sonido del golpe permitía que los jueces desarrollaran su calificación.

Dígame si no, con lo anterior, María del Rosario Espinoza merece una ovación de pie.

Eso sí, lo único que por ahí no me ha gustado es que pidió ser evaluada por la Federación Mexicana de Taekwondo para que se le otorgue el pase directo a los Juegos Panamericanos de Lima. Entiendo tu jerarquía, María del Rosario, pero todos coludos o todos rabones (esa es otra historia).

La otra María

Ella también se llama María, pero se apellida Fassi y ha destacado en el golf femenil desde hace ya varios años con la Universidad de Arkansas. Sin duda es una de las más grandes promesas: va que vuela para ser un referente importante en la historia de nuestro deporte. Claro, siempre y cuando no pierda la brújula.

Es impresionante lo hecho por Fassi en los últimos tiempos, llenos de grandes resultados hasta llegar a un 2019 en el que —como su tocaya— ha hecho historia: obtuvo el segundo lugar en la edición inaugural del Augusta National Women’s Amateur que se celebró en Richmond, Georgia, y apenas la semana anterior, representando a su universidad, consiguió el campeonato nacional femenil de la NCAA, uno de los programas deportivos más importantes del planeta. Este último título significó el número ocho en su carrera, además del campeonato nacional de aficionadas en 2018 y, por si fuera poco, recibió el trofeo Annika, dedicado a la mejor golfista universitaria. ¡Caray! Qué pedazo de deportista nos espera.

Viene una nueva etapa para María Fassi y será el circuito profesional, es decir, la LPGA; las grandes ligas, pues… y hará su debut en unos días en el Abierto de Estados Unidos. ¿Les digo algo? Tiene los tamaños para seguir brillando, pero ahora en la era profesional. Tiene un golf de mucha categoría.

Ahí están dos Marías que valen oro, que nos dejan grandes alegrías en medio de un torbellino que ocupa muy buena parte de nuestro deporte.