DISPUTAS E ILEGALIDADES DEL PND

Hacienda quedó relegada del manejo institucional del desarrollo.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
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La caída de Carlos Urzúa Macías como primer secretario de Hacienda del gobierno del presidente López Obrador se explicó por conflictos al interior del gabinete pero en realidad la ruptura estuvo dada por la propiedad del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024.

Urzúa presentó un PNDprogramático ajustado a las exigencias de la Ley Nacional de Planeación, en tanto que el presidente redactó en Palacio un plan dogmático con características de un manifiesto. Lo malo fue que los dos planes se juntaron en uno solo y se presentaron a la Cámara de Diputados para su discusión y aprobación. Los legisladores debatieron los dos planes en uno y los aprobaron, pero el 12 de julio se promulgó en el Diario Oficial de la Federación solamente el plan de López Obrador y no el de Urzúa que había sido registrado en la cámara como anexo.

En este sentido el plan dejó al descubierto una crisis de gabinete presidencial, así como un conflicto de irregularidades jurídicas. El plan presidencial de 64 cuartillas carece de los requerimientos exigidos por la Ley de Planeación en cuanto a técnica de presentación de objetivos, metas y propuestas programáticas. Y por decisión presidencial avalada por la bancada de Morena la cámara desapareció el plan de Hacienda de 225 páginas que contiene introducción, principios rectores de política, ejes transversales, ejes generales, sistema nacional de planeación democrática y vinculación con los objetivos de desarrollo sostenibles, todas ellas con objetivos precisos, metas, tiempos y metas.

Control

El 30 de abril el presidente López Obrador anuló a Urzúa como titular de Hacienda; las semanas posteriores fueron de distanciamiento irreversible. El 9 de julio Urzúa renunció a su cargo y culpó a funcionarios de su área designados desde Palacio Nacional. Pero en el fondo la ruptura fue por el PND. Lo interesante es que una revisión a fondo de los dos PND lleva a la conclusión de que son los mismos, uno más técnico y el otro más político. El de Urzúa ordenó programáticamente los postulados del de López Obrador. Y al final de cuentas los dos planes son neoliberales porque asumen las condicionalidades del Fondo Monetario Internacional.

El problema radicó en el hecho de que el plan de Urzúa obligaba a operar la política de gobierno desde Hacienda y el presidente López Obrador no quería perder el control personal y directo de las decisiones. Pero al publicar el plan AMLO en el Diario Oficial, Hacienda quedó relegada del manejo institucional del desarrollo.

El problema del plan de AMLO radica en el hecho de que se trata de un manifiesto de objetivos políticos, no de políticas de desarrollo. Y no cumple con el cuarto párrafo del artículo 21 de la Ley de Planeación: “El PNDprecisará objetivos nacionales, la estrategia y prioridades del desarrollo integral, equitativo, incluyente, sustentable y sostenible del país, contendrá las previsiones sobre los recursos que serán asignados a tales fines; determinará los instrumentos y responsables de su ejecución, establecerá los lineamientos de política de carácter global, sectorial y regional; sus previsiones se referirán al conjunto de la actividad económica, social, ambiental y cultural y regirá el contenido de los programas que se generen en el sistema nacional de planeación democrática”.

Con el cese de Urzúa el país quedó atrapado en un programa político pero sin modelo de desarrollo.