La violencia ocurrida en días pasados en Michoacán, Tamaulipas, Chihuahua y Veracruz dejó en claro que la ofensiva delincuencial es, en los hechos y aunque a muchos no les gusta la palabra por sus connotaciones de fondo, una guerra contra el Estado, entre grupos criminales y de estos contra autoridades de seguridad por el control territorial de espacios de la soberanía de la República.
En este sentido la violencia criminal es una exhibición sin dobleces de la crisis de la seguridad interior del Estado; es decir, que la violencia delincuencial obstaculiza la estabilidad indispensable para las actividades productivas.
Aquí se ha reiterado el concepto de seguridad interior de acuerdo con la doctrina militar porque la primera es parte esencial de la segunda: “Condición que proporciona el Estado mexicano para salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos y el desarrollo nacional mediante el mantenimiento del Estado de Derecho y la gobernabilidad democrática en todo el territorio nacional. Se trata de una función política que, al garantizar el orden constitucional y la gobernabilidad democrática, sienta las bases para el desarrollo económico, social y cultural de nuestro país, permitiendo así el mejoramiento de las condiciones de vida de su población”.
La violencia, en efecto, ha rebasado al Estado pero no por incapacidad del gobierno sino por la falta de instrumentos de seguridad para combatir a los grupos delincuenciales.
Pendientes
En este sentido toda la estrategia nacional de seguridad pública carece del espacio legal de integración de todas las funciones de todos los aparatos del Estado que tienen que ver con la seguridad: una Ley de Seguridad Interior. Inclusive en la Estrategia Nacional de Seguridad Pública —eje para la recuperación de la tranquilidad— se consignan varias propuestas que hasta la fecha no se han concretado y que explican la falta de dinamismo en la política de seguridad:
⭑Programa para la Seguridad Nacional.
⭑Creación del Consejo de Seguridad Nacional.
⭑Sistema Nacional de Inteligencia.
⭑Fortalecer y mantener la seguridad interior del país.
⭑Promover el concepto de cultura de seguridad nacional.
⭑Mejorar las capacidades tecnológicas de investigación científica en los ámbitos de la seguridad pública, seguridad interior, generación de inteligencia estratégica.
Así, las agresiones de los grupos criminales contra las instituciones y las guerras entre organizaciones delincuenciales que derivan en asesinatos masivos de civiles obligan a dar cauce a las partes de la estrategia de seguridad que se quedaron en el tintero.
El reflujo de la inseguridad —en cifras mensuales y en sucesos criminales de impacto brutal en la sociedad— requiere que se cierre el círculo de las propuestas para que las autoridades cuenten con todo el instrumental necesario para frenar a las bandas criminales y regresar la tranquilidad a la sociedad.
La seguridad no es solo la baja en las cifras mensuales de delitos sino la creación de condiciones de tranquilidad en la sociedad para una vida sin sobresaltos y de garantizar el clima de paz que permita una actividad productiva.