EL CONCEPTO DE ACTIVISMO CRIMINAL EN MÉXICO

El objetivo es a todas luces propiciar en términos políticos y jurídicos una asimilación del crimen organizado.

Javier Oliva Posada
Columnas
Foto: Especial
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Fue el grupo autodenominado Estado Islámico (EI) de Siria la primera organización terrorista en grabar los suplicios y ejecuciones de sus rehenes. Las imágenes y métodos fueron rápidamente asimilados por los grupos delictivos mexicanos. Desde sitios específicos para “deliberar” o lanzar amenazas contra bandas enemigas, como el Blog del narco, abrían una siniestra etapa en la actividad criminal: incursionar en la propaganda mediática.

Las redes digitales de comunicación también comenzaron a ser utilizadas por despiadados criminales para perseguir y asesinar a activistas en contra de la delincuencia, periodistas y ciudadanos que simplemente habían denunciado algún ilícito.

Cada vez de forma más sofisticada e incluso adaptando “escenarios” las bandas delictivas en nuestro país han dado un salto cualitativo (negativo, se entiende) en la creación y proyección de videos difundidos ampliamente mediante la vía del internet y sus aplicaciones.

No ha sido suficiente difundir torturas y ejecuciones: desde hace algunos meses, no más de un año, vienen proliferando testimonios de grupos de delincuentes, uniformados, con potente armamento, pero sobre todo utilizando un lenguaje procaz (no podía ser de otra forma) para advertir a otros líderes de mediana o regular influencia en una demarcación determinada.

Varias han sido las denominaciones o clasificaciones respecto de las relaciones entre los procedimientos de las organizaciones terroristas y las motivaciones de los grupos criminales (sobre todo los dedicados al narcotráfico).

Mensajes

Desde los círculos conservadores de Estados Unidos, sean medios de comunicación, líderes de opinión pública, representantes de partidos políticos, centros de estudio (think tanks) o las agencias y dependencias gubernamentales de ese país, se han impulsado los siguientes términos: narcoterrorismo, narcoguerrilla e insurgencia criminal.

El objetivo es a todas luces propiciar en términos políticos y jurídicos una asimilación del crimen organizado como un subproducto del terrorismo. Aunque sin las reivindicaciones expresas que les dan origen (cuatro son las causas esgrimidas por los especialistas en terrorismo: separatismo, religión, etnia, ideología, y frecuentemente se mezclan más de una de esas causales), la asociación se da sobre todo a partir de los violentísimos procedimientos aplicados contra las bandas rivales, contra las autoridades en general y contra la población abierta.

En el caso de México desde hace poco tiempo —no más de un par de meses— las organizaciones criminales, sobre todo Nueva Generación y la reorganización de la Familia Michoacana, han difundido videos acompañados de mensajes “dirigidos a la población”.

En los mismos se refiere que han llegado a determinados lugares (ellos les llaman plazas) para “proteger” a la población de la delincuencia común, así como del secuestro y extorsión. Argumentan —es un decir— que los pobladores de bien no deben temer a su presencia ya que los enemigos son las bandas rivales y están allí para “limpiar” de delincuentes comunes y organizados. A esta novedosa forma de comunicar le denomino activismo criminal. Volveremos sobre el tema en siguientes entregas.