LAS DEBILIDADES DEL POPULISMO

Después de esta semana algo cambió: sin importar cuál sea el desenlace el golpe ya fue dado.

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
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Hace tiempo que los pilares de las democracias occidentales se tambalean por el constante avance del populismo en la esfera pública. Pero la semana pasada las mismas instituciones que han sido atacadas sistemáticamente durante los últimos años por esta retórica frenaron las aspiraciones de dos figuras que han sido la punta de lanza de la era populista: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo británico, Boris Johnson.

Ambos líderes se encontraban en Nueva York en la Asamblea General de la ONU cuando se desataron los terremotos políticos que ahora amenazan su permanencia en el poder. A través de dos breves mensajes los contrapesos políticos de sus respectivos gobiernos han puesto a temblar a estos mandatarios que comparten algo más que una icónica cabellera dorada. En esta ocasión el desdén por las instituciones democráticas y la interpretación particular de “la voluntad del pueblo” que los llevó al triunfo no los salvarán.

En el Reino Unido el Tribunal Supremo declaró “ilegal, nulo y sin efectos” el intento de cierre del Parlamento por parte de Johnson. Y antes este cuerpo legislativo ya se había rebelado contra él al imponer una legislación que prohíbe un Brexit sin acuerdo. Esto le deja al primer ministro tres opciones: pedir una prórroga de las negociaciones, dimitir o convocar a elecciones anticipadas, ninguna de las cuales es de su agrado.

Mientras tanto en EU la presidenta de la Cámara de Representantes y tercera autoridad del país, la demócrata Nancy Pelosi, anunció la puesta en marcha de una investigación previa para el proceso de destitución contra Trump.

Después de más de dos años de debates internos sobre la trama rusa el detonante final de la tormenta política en Washington ha sido un escándalo sobre las presuntas presiones del magnate a Ucrania para perjudicar a su rival electoral, el demócrata Joe Biden.

Mensaje

El ascenso de Trump y de Johnson reveló muchas de las fallas políticas más profundas de dos de las democracias más antiguas e influyentes del mundo. Sus anticuados sistemas electorales permitieron que dos personalidades muy similares, pero sobre todo peligrosas, llegaran al poder a pesar de una amplia oposición pública. Y sin importar cuánta división generen su sólida base electoral los ha hecho prosperar.

Para muchos la batalla de la destitución de Trump en EU está perdida ante un Senado controlado por los republicanos. En cuanto a Johnson no debemos subestimarlo ya que una y otra vez el escapista político ha salido victorioso de diversas ofensivas.

Pero después de esta semana algo cambió. Sin importar cuál sea el desenlace el golpe ya fue dado. El mensaje es claro: la oleada populista no es imbatible. Si bien hoy estamos ante dos claros ejemplos de resiliencia institucional aún estamos muy lejos de una verdadera resistencia democrática. El juego de equilibrio de poderes puede importarle muy poco al votante promedio mientras estos líderes cumplan con sus promesas. No podemos olvidar que las urnas los llevaron al poder y solo las urnas los podrán sacar.