POR EL BIEN DE TODOS, PRIMERO LOS EMPRESARIOS

La prioridad empresarial del Estado potenciaría las posibilidades del desarrollo.

Carlos Ramírez
Columnas
Foto: Especial
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Ante el desplome del PIB oficial de 2% para 2019 a quizá 0.0% la estrategia de desarrollo debiera dar un golpe de timón para salir de la recesión. Por encima de los programas sociales y de la inseguridad que algún día tendrá que tocar piso el sexenio del presidente López Obrador será juzgado por el saldo del desarrollo medido por el Producto Interno Bruto.

Todos los países que han salido del subdesarrollo han tenido que pactar acuerdos con el sector empresarial. No se trataría de aceptar un capitalismo salvaje sino de estímulos a la producción por parte del Estado e instrumentos de distribución de la riqueza.

El viejo modelo de desarrollo populista-estabilizador de 1934-1982 logró la cifra mágica de 6% de PIB promedio anual pero, como lo demostró Enrique Padilla Aragón en su libro México: desarrollo con pobreza, el relumbrón del PIB olvidó las cifras de distribución de la riqueza. En 1984, fin del ciclo populista, 70% de las familias mexicanas lograban 47% del ingreso nacional, en tanto que 30% de las más ricas tenía 53% restante. Hoy andamos en 80% de pobres y 20% de ricos.

El presidente López Obrador decretó el fin histórico del modelo neoliberal pero falta por definir el modelo de desarrollo posneoliberal. En el equipo de trabajo que tiene que ver con modelos de desarrollo —Hacienda, Economía, Desarrollo Rural y Banco de México— no existe reflexión y menos se nota que estén reorganizando el modelo de desarrollo.

La propuesta presidencial de “primero los pobres” trata de sustituir empleos productivos por subsidios directos. Pero el problema de la pobreza y marginación es por falta de empleos productivos.

Modelo

De ahí la segunda consigna que falta: también primero los empresarios. La capacidad de producción del Estado o del sector público tiene que ver con infraestructura para la producción, porque no tiene instrumentos para crear empresas con capacidad de producción y empleo.

El Estado tiene la fuerza presupuestal para pivotear a la empresa privada. El error estratégico del cardenismo fue crear el modelo de capitalismo monopolista de Estado y el error de Echeverría fue crear un sector público para competirle áreas productivas a los empresarios.

El nuevo modelo de desarrollo mexicano debería salir de un acuerdo productivo Estado-empresarios que a la fecha no existe. La capacidad presupuestal del Estado puede ser muy fuerte pero el valor agregado bruto del sector privado es de 85% contra 15% del sector público. El fracaso económico y productivo de los países socialistas ha radicado en la imposibilidad de que el Estado dinamice la producción desde la burocracia. China es la excepción de la regla pero su despegue ha sido producto de un modelo político autoritario de Estado con funcionamiento de empresa privada.

La prioridad empresarial del Estado potenciaría las posibilidades del desarrollo. El aumento en la actividad económica del Estado no significa un incremento de la capacidad productiva. La función del Estado debería ser el uso de instrumentos para aumentar la producción privada, junto a la creación de instrumentos para la redistribución de la riqueza vía salarios y no a través de asignaciones asistencialistas como salario no-monetario.

Si el gobierno solamente dedica apoyos directos a sectores no productivos el PIB seguirá bajo. Y para subir el PIB necesita darle prioridad a la producción privada.