¿PRIMAVERA LATINOAMERICANA?

Las protestas sí comparten un factor clave: la juventud.

Lucy Bravo
Columnas
Foto: Especial
AP

Como si se tratara de un efecto dominó en las últimas semanas hemos visto estallar distintas protestas alrededor del mundo. Desde Chile y Hong Kong hasta Líbano y Barcelona. Analistas ahora buscan causas colectivas en común pero la tarea resulta casi imposible. ¿Realmente estamos en la antesala de una “primavera latinoamericana” o, más aún, en una nueva era de revolución global?

El aumento del precio de las cebollas en India, del trigo en Egipto, de la gasolina en Ecuador, el impuesto a WhatsApp en Líbano, la adopción de una ley de extradición en Hong Kong, los procesos electorales de Bolivia, la sentencia de los líderes independentistas en Cataluña o el aumento del precio del Metro en Santiago de Chile son solo algunos ejemplos de los puntos de ebullición que llevaron a la gente a las calles.

Vistos desde la superficie los detonantes de las manifestaciones son demasiado diversos como para establecer un común denominador entre las regiones.

Para muchos solo se trata de un descontento social que ha hecho metástasis ante una mala política pública del gobierno en turno. Y a todos parece tomarles por sorpresa que una pequeña chispa encienda el polvorín. Pero lo que nadie parece admitir es que las protestas sí comparten un factor clave: la juventud.

Globalización

No es casualidad que a lo largo de la historia los jóvenes sean aquellos dispuestos a sacudir el orden establecido, los desequilibrios demográficos, sociales y políticos extremos; pero ante las presiones actuales no es para menos. Hoy hay más jóvenes que nunca antes. Alrededor de 41% de la población mundial tiene 24 años o menos. Y muchos de los que hoy salen a las calles fueron marcados por el colapso financiero de 2008. Como resultado el descontento social que hoy recorre cada continente tiene sus raíces en el hartazgo compartido contra la desigualdad económica, el desempleo y la incertidumbre de toda una generación ante las amenazas del cambio climático.

Tampoco podemos ignorar el hecho de que las protestas actuales surgen en un contexto de desaceleración económica global. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para 2019 se prevé un crecimiento mundial de 3%, que representa el nivel más bajo desde 2008 y una rebaja de 0.3 puntos porcentuales de la proyección publicada en el informe de abril de este año. A su vez la región de América Latina crecerá apenas 0.2% en 2019, en contraste con la predicción inicial de un crecimiento de al menos 1.4 por ciento.

Más aún, la Organización Internacional del Trabajo informó que al menos 136 millones de jóvenes en el mundo se encuentran en situación de pobreza, de los cuales 59 millones están desempleados. Esto representa una tasa de desempleo tres veces mayor que la de los adultos. Ante este fenómeno global solo era cuestión de tiempo para que estallara la bomba política y social que hoy sacude a distintas estructuras de poder.

Si bien las protestas de Hong Kong han dominado los titulares de todo el mundo durante semanas no son las únicas alimentadas por un profundo sentimiento antigubernamental. Aunque no comparten siquiera un signo ideológico común la falta de sintonía de la clase política con los jóvenes está detrás de muchas de las manifestaciones masivas en América Latina, Oriente Medio y África. Sin duda la globalización y democratización de la información por medio de internet aceleran este malestar político y social, pero la evolución y exigencias de las nuevas generaciones no darán marcha atrás. Y eso es algo que ya no podemos ignorar.