NIÑAS, LAS MÁS VULNERABLES ENTRE LOS MIGRANTES

Las niñas y mujeres migrantes han sufrido mucho en ambientes de violencia.

Lorena Ríos
Nacional
Foto: Especial
Cuartoscuro

Las niñas migrantes centroamericanas huyen del hambre, la pobreza y la violencia de sus comunidades. Al salir de su país, ya sea Honduras, El Salvador o Guatemala, llevan consigo el sueño de llegar a Estados Unidos y conseguir una mejor vida. Pero al avanzar algunos cientos de kilómetros lo que encuentran son peligrosas redes criminales, trata de personas, violación y desaparición forzada.

Para ayudarlas en este desolador camino Fondo Semillas y algunas ONG lideradas por mujeres de Chiapas dan a conocer la campaña Niñas que migran, protege su camino, cuya finalidad es recaudar recursos económicos que permitan brindarles techo, alimento, ropa, defensoría de sus derechos humanos y, en caso de que sean víctimas de violencia física o sexual, ayuda sicológica y médica.

La migración de niños procedentes de Centroamericana se incrementó 132% durante el primer semestre de 2019, en comparación con el mismo periodo de 2018, según datos del Instituto Nacional de Migración (INM).En 2018 esas niñas y adolescentes fueron cuatro mil 936 y los niños y adolescentes nueve mil 343; para el año en curso la cifra de migrantes del sexo femenino casi se triplicó al llegar a 13 mil 671 menores registradas y el sexo masculino se duplicó con 19 mil 451 menores.

Con la nueva campaña de procuración de recursos Fondo Semillas busca como meta recaudar 375 mil pesos para continuar apoyando a defensoras de derechos humanos que día a día luchan para cambiar vidas mediante la operación de refugios y el acompañamiento para regularizar su situación migratoria. Gracias a este trabajo las niñas puedan contar con certeza jurídica, que en muchas ocasiones logra evitar deportaciones exprés que podrían significar una condena a muerte.

Para poder redoblar esfuerzos ante un visible endurecimiento de la política migratoria frente a las presiones de Estados Unidos la directora de Fondo Semillas, Laura García Coudurier, señala que se requieren mayores apoyos que permitan ampliar la ayuda a las niñas y adolescentes migrantes.

Comparte la historia de una menor que huyó de Honduras a los doce años, quien era obligada a ser espía de los Maras. Siete años después se atrevió a migrar a México para intentar salvar su vida. Viajó cuatro días escondida en la caja de un camión y logró llegar a nuestro país pero los Maras la siguieron y la interceptaron en Chiapas. Cuando dieron con ella la golpearon hasta casi dejarla sin vida; gracias a sus gritos un hombre salió a ayudarla, lo que hizo que sus atacantes decidieran huir y la dejaran tirada. Ella logró sobrevivir y recibió ayuda en un refugio. Con su situación migratoria regularizada ahora tiene más herramientas para salir adelante en la vida.

“Historias como la de esta mujer migrante exponen la urgencia de que Fondo Semillas siga apoyando a las organizaciones que en nuestra frontera sur defienden los derechos humanos de miles de niñas y mujeres que son forzadas a huir de sus lugares de origen a pesar de que su trayecto hacia el norte esté plagado de peligros, para que migrar no les cueste la vida”, expresa García Coudurier.

Para llegar a Estados Unidos lo que hacen las niñas y mujeres con sus hijos es arriesgar sus vidas, alerta la directora de Fondo Semillas. “Ese contexto de enorme vulnerabilidad hace que trabajemos para impulsar la labor de las ONG ubicadas en la frontera sur, en el norte y en la zona del Bajío, las cuales ofrecen no nada más atención a las personas migrantes sino que también impulsan cambios en las leyes para que haya casos de reunificación familiar, creación de espacios donde no se les discrimine por creencias, orientación sexual o identidad de género, etcétera. Este trabajo es muy importante y por desgracia no está financiado en México”.

Mujeres organizadas

Las niñas y mujeres migrantes “han sufrido mucho en un ambiente de violencia. Debemos ayudarlas a que encuentren un mejor futuro y una mejor vida. No son bichos raros y no todos son pandillas: son gente que huye de la violencia, quieren vivir”, explica Juanita Cruz, directora de Tzome Ixuk (Mujeres organizadas).

“Las niñas, la verdad, vienen con mucho dolor. Solo quieren salvar su vida. Uno de los problemas más grandes que yo me he encontrado es que dicen: ‘Los migrantes van a venir a hacer problemas’. No, son seres humanos como nosotros”, puntualiza la directora de la organización con sede en Las Margaritas, Chiapas, que recibe financiamiento de Fondo Semillas y además de dar refugio temporal brinda ayuda sicológica y jurídica a mujeres migrantes y sus hijos, realizando un trabajo de concientización entre la comunidad para que se comprenda que migrar no es un delito.

“Empezamos en 1994 como organización a tratar los temas de violencia en la familia y brindamos ayuda a las mujeres indígenas y en pobreza, quienes sufren más la discriminación por estas características. Eso fue lo que me hizo trabajar en organizar a las mujeres para defendernos. Ya en 2010 empezamos con el tema de migrantes pero primero nos capacitamos para darles atención ya que conlleva responsabilidades más serias. Hace dos años empezamos a brindarles albergue a las niñas migrantes y a mujeres con sus hijos. En realidad es el grupo más vulnerable en la frontera”, afirma.

Corazones

Esmeralda Casillas dirige Kaltsilaltik (Nuestros corazones), otra de las organizaciones que recibe apoyo de Fondo Semillas y brinda ayuda en el albergue, así como asesoría legal en materia de derechos humanos para las personas en tránsito por México.

“En el país se priva de la libertad en estaciones migratorias saturadas y sincondiciones dignas que garanticen los derechos básicos a miles de personas, muchas deellas niñas y niños que vienen huyendo de la violencia, forzados a dejar su tierra enbúsqueda de paz y seguridad. Estamos criminalizando la migración y esto tiene que parar”, resalta Casillas.

Añade: “Trabajamos en Comitán, Chiapas, zona tojolabal, específicamente para brindar ayuda a niñas migrantes, así como adolescentes y mujeres con hijos. Consideramos que las niñas migrantes son el segmento más vulnerable; se les violentan totalmente sus derechos ya que las autoridades migratorias las detienen y las llevan a centros de detención cuando no debería ser”.

En la organización participa un menor de once años que ayuda a contactar a los niños migrantes ya que muchas veces por miedo o desconfianza es imposible acercarse, comenta la directora de la ONG. Agrega que el menor les ayuda a analizar estrategias para ayudar a las niñas y a veces es él quien les transmite la información: la comunicación entre niños es más fluida.

“El menor se acerca a las instalaciones del DIF estatal, donde contacta a las menores para brindarles información. Al decirles sus derechos también se gana su confianza para conocer si están huyendo o buscan a sus padres; y al mismo tiempo las mujeres que trabajamos aquí nos capacitamos para que a través del juego podamos conocer su realidad, necesidades y ayudemos a encontrar soluciones a sus problemas”, menciona Casillas.

Antes de 2016, recuerda, la alternativa de alojamiento, es decir, que salieran de la estación migratoria solo se daba en Tapachula: “En ningún otro lugar se permitía y nosotros en 2018 promovimos que salieran familias de la estación migratoria a un lugar distinto, por lo que ahora pueden dirigirse a Comitán. Esto fue con base en muchas situaciones de litigios. En la actualidad en todo el estado ya se permite la opción de salir a un alojamiento. Y eso nos da mucha satisfacción”, expresa orgullosa.

Se busca sensibilizar a la población para que apoye a este grupo de población y se evite que las menores sean violentadas, violadas, golpeadas, asesinadas o desaparecidas.

Principales riesgos que enfrentan las migrantes menores

Ser detenidas.

Estar expuestas al crimen organizado o al tráfico de personas.

Sufrir violencia y discriminación.

Pasar hambre y frío.

No tener acceso a servicios de salud.

Fuente: UNICEF