DEFENDER LA LIBERTAD DE LA DESAFECCIÓN CIUDADANA

Crecimiento y redistribución deben ir parejos.

Redacción
Columnas
FOTO JOSÉ MANUEL ALBARES
Foto: Especial

Por Claudia Luna Palencia

Thomas Piketty lleva tiempo esgrimiendo que la prevalencia de las desigualdades económicas termina —tarde o temprano— minando la fe en la libertad y en la democracia del ciudadano de a pie.

Para el economista francés la mano invisible es incapaz de reducir por sí sola dichas discrepancias, que como se ha demostrado en las últimas crisis económicas lo que ha acontecido es que los ricos se han hecho más ricos y la clase media se ha empobrecido más: para él la única esperanza es la intervención del Estado creando mecanismos correctores mediante subsidios y rentas directas.

¿Qué va a pasar si la gente continúa en el tiempo viendo cómo su vida empeora? El riesgo, alude Piketty, es un incremento del desencanto ciudadano hacia valores relevantes como la libertad y la democracia.

La propia Asamblea General de las Naciones Unidas califica a la democracia “como un valor universal” basado en una premisa fundamental: “La libertad”, que permite a un pueblo elegir su proceso de autodeterminación política. La libertad y la democracia son dos binomios indisolubles, hoy atenazados por una corriente que vende el pasado como sistema de certeza.

En este sentido José Manuel Albares advierte que la larga crisis económica en Europa ha jugado un papel fundamental en la desafección de muchos ciudadanos, en un primer momento hacia el ideal europeo de libertad e incluso hacia la desconfianza en el sistema político y democrático.

Para el recién nombrado embajador de España en Francia esta situación hay que remediarla y eso tiene mucho que ver “con la idea de desprotección por parte de Europa o por parte del Estado” hacia el ciudadano que se siente abandonado.

En los años recientes Albares ha fungido como uno de los asesores internacionales más cercanos a Pedro Sánchez; de hecho pegado al mandatario español en todas las cumbres.

El también ex cónsul en Bogotá argumenta que en la actualidad muchas de las grandes crisis sociales que se están viviendo en los últimos meses en América Latina tienen que ver con el grito de los ciudadanos de distintos países que desean ser tenidos en cuenta y ocupar espacios.

—¿Está amenazada la libertad y la democracia por esos grupos de ciudadanos que se sienten desprotegidos del Estado?

—Sí hay gente que quiere sentirse protegida y creo que no solo es moralmente inaceptable dejar que no suceda sino también políticamente poco inteligente, porque no hace más que dar alas a la extrema derecha o a los populismos; en lo personal creo que el crecimiento y la redistribución son dos cosas que, de alguna forma, deben ir parejos.

En los últimos tres quinquenios crecen las voces de expertos economistas internacionales en pro de fomentar que los gobiernos establezcan una renta básica universal. Para Albares si bien no es un “horizonte próximo” es claro que habrá que buscar mecanismos que impidan que los ciudadanos —especialmente si hablamos de amplias bolsas de ciudadanos— se desenganchen de nuestras sociedades y valores esenciales como la libertad, la democracia y la participación ciudadana. Urge evitar un incremento de la apatía.

El diplomático español hace un llamado para evitar dicha desafección: “No podemos tolerarla o lo que estaremos fomentando es claramente el auge de movimientos extremistas o antidemocráticos”.

En esta etapa de transición en la que nos encontramos como seres humanos, productivos y sociales, también se analiza que hay gente con temor hacia el futuro inmediato, presa fácil de quienes venden ilusiones o promesas de que nada cambiará.

No son pocos los intelectuales y organismos que llevan un par de años insistiendo que ante el cambio tecnológico, la acentuación de la crisis y la falta de oportunidades, tanto la libertad como la democracia están en riesgo de retroceso en diversas partes del mundo.

La edición del informe anual sobre derechos políticos y libertades civiles de Freedom in the World 2018 señala que “setenta y un países sufrieron disminuciones” en los derechos políticos y en sus libertades civiles.

En voz de Albares dicha vorágine acontece no únicamente por un cambio de ciclo sino por la conjugación de una mezcla de factores que van produciendo distintas emociones e impactos en el ser humano.

El tsunami de las nuevas tecnologías

—¿Qué mecanismos son los propulsores de estos miedos que atentan contra la libertad y la democracia?

—Por un lado las nuevas tecnologías y la globalización hacen que haya perdedores y ganadores clarísimamente y que esos perdedores sientan que si no hay un Estado que los protege socialmente, que los ayuda a hacer su propia transformación personal, a adaptarse e integrarse a la globalización y sacar el mejor rendimiento de las nuevas tecnologías, lo que sienten es un rechazo muy grande hacia ese mundo que se está construyendo; sienten una traición por parte del Estado y de sus gobernantes.

Otro punto relevante, refiere el diplomático español, tiene que ver con el tipo de liderazgo muy populista que lanza una gran mentira basada en que “si no me votas a mí, nada cambiará”… lo que es falso; porque las cosas cambian y el progreso de la humanidad supone un cambio.

—¿Cómo evitar esa desafección hacia la democracia?

—Es muy importante introducir la dimensión social dentro de las decisiones económicas, e introducir planes en distintas etapas desde la educación más temprana al mundo del trabajo que acompañen las mutaciones tecnológicas que se están produciendo.

—Sin embargo si antes se achacaba que el populismo anidaba fácilmente en las economías menos desarrolladas hoy esta corriente demagógica está floreciendo en las avanzadas economías europeas…

—Totalmente, eso no es algo nuevo… no hace falta dar visiones apocalípticas pero los años treinta en Europa fueron el surgimiento de movimientos totalitarios, y el populismo y el fascismo tienen mucho que ver con esa utilización de la democracia y tiene que ver con ese sentimiento de miedo en algunos ciudadanos por creer que no ganan nada y que en cambio pierden. Hay que ayudarlos a recuperar la confianza en la política, hacer que se involucren en ella y que no escuchen cantos de sirena de gente que les habla de un mundo que nunca volverá.

—Digamos que se sienten huérfanos del Estado benefactor…

—Ellos sienten que les ha fallado. Sí, son huérfanos de ello… y al mismo tiempo hay algo impredecible —entre comillas—, me refiero a la llegada de esta Cuarta Revolución Industrial: las nuevas tecnologías han sido como un tsunami en la vida de muchísimas personas y por la propia rapidez no ha habido planes para adaptarse.

La gente, remarca el embajador Albares, reacciona con miedo, un miedo que es nocivo para la libertad y para la democracia; y en ese momento escucha ideas, discursos que prometen cosas imposibles.

Hay una retórica común: “Tu problema no eres tú: el problema es el emigrante, o bien tu problema no eres tú: son los progresistas cosmopolitas; en vez de decir no hay ningún problema contigo, pero tampoco hay nadie que te haya querido hacer daño”.

José Manuel Albares. Nació en Madrid en 1972. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto. Ha sido cónsul en Bogotá y consejero de la Representación Permanente de España ante la OCDE. Fue asesor en materia de relaciones internacionales de Pedro Sánchez y subsecretario general de Asuntos Internacionales, Unión Europea, G-20 y Seguridad Global. Actualmente es embajador de España en Francia.