VIEJOS Y NUEVOS PARTIDOS

El PRI está confundido y nunca tuvo resuelta su relación con el poder o con el presidente de la República.

Antonio Caporal
Nacional
Foto: Especial
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Este 28 de febrero concluyó el plazo para que diversas organizaciones notifiquen al Instituto Nacional Electoral (INE) su intención de obtener el registro como partidos políticos nacionales y en total fueron seis las que entregaron a la autoridad la documentación que acreditaría el cumplimiento de los principales requisitos: celebración de asambleas y afiliación de ciudadanos.

La media docena de organizaciones que pretenden convertirse en nuevas fuerzas políticas consiguieron —según la información que entregaron— afiliar cada una a más de 233 mil 945 ciudadanos, equivalentes a 0.26% del Padrón Electoral. Esta cifra es semejante al total de afiliados que tienen, por ejemplo, MC y PT e incluso Morena y el PAN.

Los nuevos partidos podrían obtener el registro en julio de 2020 y estarían en condiciones de participar en los comicios federales y 32 locales de 2021.

A su vez los viejos partidos enfrentan serias crisis internas, como es el caso de Morena, donde se acentuó la pugna por la dirigencia nacional; o el PRI, que está próximo a festejar 91 años de existencia en el peor escenario de presencia política en los congresos de la Unión y locales, gubernaturas y presidencias municipales.

Movilidad partidista

Durante las dos últimas décadas del siglo pasado y hasta el tercer lustro del actual tres partidos se ostentaron como las “principales fuerzas políticas del país”: PRI, PAN y PRD.

Solo ellos ganaban la Presidencia de la República (excepto el PRD) o las gubernaturas; solamente ellos encabezaban las mesas directivas del Senado y la Cámara de Diputados; únicamente ellos impulsaban las principales reformas legislativas, y solo ellos designaban a los ministros del Poder Judicial, embajadores, consejeros electorales, ombudspersons o comisionados de los órganos autónomos.

A partir de 2015 se modificó la correlación de fuerzas partidistas con la llegada de Morena. En 2018 se instauró un nuevo régimen en la Presidencia y en media docena de entidades, además de que el Congreso dejó de ser patrimonio de priistas, panistas y perredistas, al igual que los organismos autónomos.

Para rematar, PRI, PAN y PRD ven adelgazarse sus filas: en la primera quincena de febrero el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer el informe final sobre el procedimiento de revisión, actualización y sistematización de los padrones de afiliados de los partidos políticos nacionales, el cual revela que, con corte al 31 de enero de 2020, esas tres fuerzas políticas perdieron una considerable cantidad de militantes.

De esta forma con la revisión se constató que el PAN perdió 38% de sus militantes; el PRI, 76%, y el PRD, 75%, situación que explicó así la autoridad electoral: “El proceso de actualización y depuración de los padrones de los partidos tiene su origen en la cantidad de denuncias por afiliaciones indebidas, un problema generalizado que se manifestaba en todos los partidos políticos sin excepción y el cual de 2012 a 2019 resultó en la presentación de más de 19 mil quejas por afiliación indebida. Dichas quejas por indebida afiliación en su mayoría se determinaron como fundadas, debido a que los partidos políticos no contaban con la cédula de afiliación de los quejosos. Se depuró un total de diez millones de personas, que equivale a 61.75% de más de 17 millones de registros revisados”.

Con la depuración ahora hay fuerzas políticas que tienen un número de afiliados semejante a los que reportan las seis organizaciones que pretenden obtener su registro como partidos políticos nacionales: Redes Sociales Progresistas, Encuentro Solidario, Grupo Social Promotor de México, Fuerza Social por México, Fundación Alternativa y Libertad y Responsabilidad Democrática.

Decadencia

El “partidazo”, el “carro completo” y la “aplanadora priista” fueron términos que se popularizaron desde la primera mitad del siglo pasado hasta la primera década del actual debido a que el PRI ganaba la gran mayoría de las elecciones federales y locales.

Hoy, a unos días de cumplir 91 años de existencia (nació como PNR perose transformó en PRM y luego en PRI), la situación es muy diferente: la Presidencia la perdió en 2018 al obtener solo 16% de la votación, alrededor de 7.6 millones de votos, cuando presumía tener 6.5 millones de militantes.

En las elecciones para diputados federales de 2018 ganó solo nueve de 300 distritos y cuenta con nada más 46 de los 500 integrantes de la Cámara de Diputados; en la elección de senadores únicamente ganó una entidad que le permitió tener dos senadores de mayoría, a los que suma once de primera minoría (segundo lugar en votación) y uno de representación proporcional para contar con 14 de los 128 integrantes del Senado.

Además en 2018 perdió las nueve gubernaturas y ni siquiera fue competitivo en alguna de ellas. Ahora solo cuenta con 13 gobiernos estatales, esto es, 40% del total de las entidades.

Solamente es la primera fuerza política en tres de los 32 congresos locales y segunda fuerza en otros seis, mientras que en los restantes 23 es tercera y hasta cuarta fuerza política. Gobierna mil 316 de los dos mil 446 municipios del país, mismos que representan 54%, pero donde vive 43% de la población total.

A ello se ha reducido el otrora “partidazo”, donde en su reciente foro Rumbo a la XXIII asamblea nacional ordinaria sus integrantes reflexionaron sobre su destino.

La expresidenta nacional priista, Beatriz Paredes, sostuvo que “el PRI está confundido y nunca tuvo resuelta su relación con el poder o con el presidente de la República” y reconoció que “cuando el tricolor no está en el poder, es peor, porque no sabe qué hacer”.

La también expresidenta nacional Dulce María Sauri Riancho consideró necesario que el partido “pida perdón a los mexicanos por haber tolerado los actos de corrupción de sus gobernadores”.

Sin embargo el dirigente nacional, Alejandro Moreno, estimó que el partido “no tiene la culpa de lo que hacen algunos de sus personajes”.

A su vez el expresidente priista, José Antonio González, reconoció que el tricolor “debe hacer alianzas” ya que de lo contrario “solo no podrá ganar” en futuras elecciones.

En el PAN la situación si bien no es tan grave tampoco están muy tranquilos, sobre todo al ver que la organización Libertad y Responsabilidad Democrática (México Libre), que encabezan el expresidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, podría estar cerca de obtener el registro; por lo pronto reportan más afiliados de los que tiene el panismo.

¿Quién manda aquí?

En diciembre de 2017 Yeidckol Polevnsky informó que Andrés Manuel López Obrador había renunciado a la dirigencia de Morena y que ella sería la secretaria general “en funciones de presidenta nacional” del partido. Nadie lo objetó… en público.

La elección de julio de 2018 le dio a Morena la Presidencia de la República, cinco gubernaturas, la mayoría en el Congreso de la Unión y 23 congresos locales, además de casi 400 presidencias municipales.

De nuevo, nadie objetó, en público, la permanencia de Polevnsky en la dirigencia de Morena.

Llegó la elección de junio de 2019 y los resultados no fueron tan buenos como lo esperaba la secretaria general en funciones de presidenta, aunque ella afirmó que “todo lo que se tenía que ganar, se ganó”.

Alejandro Rojas Díaz Durán, suplente del senador de Morena Ricardo Monreal, no vio con el mismo optimismo que Polevnsky los resultados y le reprochó que el partido perdió casi tres millones de votos en un año: “En 2018 tuvimos 4.5 millones de votos en los seis estados que celebraron comicios (en julio de 2018 al igual que en junio de 2019) y el 2 de junio (2019) solo sacamos 1.5 millones, es decir, perdimos 2.9 millones de electores, o sea, 65% menos votación”.

También reprochó que “en estados como Tamaulipas, Aguascalientes y Durango fue un desastre electoral. Pasaron por encima de nosotros ante la complacencia y displicencia de nuestra dirigente, Yeidckol Polevnsky. Además la victoria en Puebla es pírrica, porque el PAN sacó más votos que Morena y solo nos salvaron los votos de los aliados; en tanto que en Baja California nos ayudó más el hartazgo por el PAN que el arrastre de nuestros candidatos”.

El senador suplente sostuvo: “Es tiempo de que la secretaria general en funciones de presidenta deje el cargo”. Pero no lo dejó.

Durante los meses subsecuentes se llevaron a cabo diversos encuentros de los órganos de dirección del partido en los que una y otra vez se buscó encontrar el mecanismo para elegir al presidente nacional de Morena, pero los desencuentros, desacuerdos, impugnaciones ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) e incluso la violencia retardaron la decisión.

Fue hasta enero de este año cuando en la celebración del Sexto Congreso Nacional Extraordinario de Morena los delegados eligieron al diputado federal Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente del Comité Ejecutivo Nacional, “por un máximo de cuatro meses, con el fin de que en ese periodo emita una convocatoria para nombrar una dirigencia definitiva y cumplir las resoluciones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación”.

En dos mensajes enviados por sus redes sociales Polevnsky sostuvo que “Morena debe conducirse apegado a la legalidad y a su estatuto”, y que “el CEN es el único órgano de dirección de Morena que puede establecer los lineamientos para el cambio de dirigencia de nuestro partido”. Además afirmó que no existía el quórum necesario para celebrar el referido congreso.

Los convocantes de dicho encuentro explicaron que “se citó y realizó el congreso a partir del estatuto de Morena, respecto de que puede ser convocado por la tercera parte de los consejos estatales”.

El 4 de febrero la secretaria general en funciones de presidenta impugnó ante el tribunal electoral la celebración del congreso en el que fue destituida del cargo. Asimismo insistió en que “solo existe un Comité Ejecutivo Nacional” y es el que ella presidía.

El pasado 26 de febrero la Sala Superior del TEPJF confirmó “la validez de la convocatoria y de la sesión extraordinaria del Congreso Nacional de Morena, así como de los acuerdos tomados en ella”.

Los magistrados expusieron en su resolución que “las personas que promovieron los medios de impugnación pretendían la invalidez de la sesión extraordinaria del Congreso Nacional al afirmar la existencia de irregularidades en la convocatoria. Los inconformes también destacaron la falta de quórum legal para la instalación del Congreso”.

Sin embargo expusieron: “Se determinó que los órganos facultados para convocar a una sesión extraordinaria del Congreso Nacional son la mayoría de los integrantes del Consejo Nacional, el CEN o la tercera parte de los consejos estatales. Por ello fue válida la convocatoria emitida por la mayoría de los integrantes del Consejo Nacional y de una tercera parte de los consejos estatales”.

Además la Sala Superior estimó que “se cumplió con el quórum para la instalación del Congreso Nacional, debido a que los demandantes no probaron sus afirmaciones”.

Finalmente la Sala Superior determinó que “el Congreso Nacional de Morena, como máxima autoridad, puede válidamente elegir una presidencia interina”.

Con este criterio, aseguraron los magistrados, “se privilegió el principio de mínima intervención para asegurar a la militancia, dirigentes y autoridades la solución de los conflictos, la construcción de consensos y la definición de estrategias conforme a su propia ideología o política interna”.

Al siguiente día Polevnsky aseguró que los magistrados del tribunal electoral fueron presionados para votar a favor de Ramírez Cuéllar como presidente interino de Morena: “Me parece aberrante ‘empinar’ a los magistrados a votar por algo a todas luces ilegal”. Finalmente aseguró que aunque no comparte la decisión del Tribunal Electoral la va a respetar.

Alberto Alonso Criollo, académico e investigador de la Universidad José Vasconcelos de Oaxaca, es uno de los más firmes defensores del régimen de Morena, pero al mismo tiempo es uno de los más serios críticos del mismo: “Es increíble pero está sucediendo: en el nivel nacional hay un tendencia de conflicto destructivo de Morena que no se detendrá si no interviene el líder máximo del proyecto de transformación nacional”.

Así está el panorama en los partidos viejos. En unos meses sabremos si habrá nuevas fuerzas políticas.