Estrategia de seguridad

Quizá lo más importante de la estrategia de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto es lo que no ha ocurrido: ya no estamos escuchando y viendo los constantes anuncios de radio y televisión que se vanaglorian de la captura de un criminal u otro.

Sergio Sarmiento
Columnas

Quizá lo más importante de la estrategia de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto es lo que no ha ocurrido: ya no estamos escuchando y viendo los constantes anuncios de radio y televisión que se vanaglorian de la captura de un criminal u otro: ya no estamos sufriendo las patéticas presentaciones cotidianas de criminales en las instalaciones de la Policía Federal todas las mañanas.

El primer momento de atención concreto sobre el problema de la inseguridad tuvo lugar ese 17 de diciembre, cuando el presidente de la República, el secretario de Gobernación y el procurador de la República dieron a conocer la estrategia nacional en materia de seguridad.

Las primeras dos semanas de gobierno estuvieron concentradas en el Pacto por México, la reforma educativa, la reforma de estructura de la administración pública federal, la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos.

La guerra contra el crimen organizado, que fue una obsesión en los años previos, pasó a ocupar un lugar más adecuado entre las prioridades del país.

Además del cambio de énfasis en la política de comunicación social, la nueva estrategia en materia de seguridad señala que va a poner atención especial en los delitos que más dañan a la población. Se trata de los crímenes con víctima, como el homicidio, el secuestro y la extorsión. Los gobiernos anteriores le prestaban mayor atención a los llamados delitos contra la salud, que son distintos porque no tienen más víctima que la persona que decide utilizar una sustancia que sólo a ella daña. Casi 47% de las averiguaciones despachadas por la Procuraduría General de la República entre 2007 y 2011 fueron por estos delitos contra la salud.

Resultados

Otros cambios en la propuesta de seguridad del nuevo gobierno incluyen la creación de una Gendarmería Nacional, que no reemplazaría a la Policía Federal, sino que proporcionaría una fuerza policial de apoyo a los municipios y con presencia en las calles.

El presidente Peña Nieto ha impulsado también una reestructuración de la administración pública federal, la cual ha colocado al personal y facultades de la antigua Secretaría de Seguridad Pública dentro de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular se hace cargo así de la seguridad del país con todos los elementos y efectivos para llevar a cabo la función.

Habrá que ver, por supuesto, si la nueva estrategia tiene éxito. Las pocas semanas que lleva el nuevo gobierno son insuficientes para decidir si el rumbo es el correcto. La experiencia nos demuestra, por otra parte, que las intenciones no son suficientes ni en seguridad ni en ningún otro tema.

El gobierno anterior quiso hacer del combate a la delincuencia su sello distintivo, pero el resultado fue una triplicación en el número de homicidios dolosos y la proyección de una imagen de violencia de México hacia el mundo.

Son los resultados los que deberán definir el éxito de la nueva estrategia. Pero debido a la compleja naturaleza del problema, sería iluso esperar resultados positivos en unos cuantos meses.