De paseo por el santuario de la mariposa Monarca

Las especies guardan en su memoria genética información que les permite regresar cada año a los mismos lugares.

Yolanda Trejo
Todo menos politica
mariposa monarca
Foto: NTX

En esta temporada del año miles de turistas se encaminan hacia los santuarios de la mariposa Monarca para conocer su ciclo de vida y admirar diferentes especies que encuentran en nuestro país las condiciones ideales para reproducirse. Se trata de un insecto de gran colorido que pasa de ser un minúsculo huevo a oruga, a crisálida y finalmente a mariposa adulta.

A nivel mundial existen aproximadamente 20 mil especies de mariposas. Un millar de ellas viven en Costa Rica, país de suma importancia por su diversidad en fauna y flora.

El ciclo de vida de una mariposa es muy corto: dura no más de dos meses y medio. Este tipo de insecto tiene una función importante en la cadena alimenticia, ya que sirve de alimento a varios depredadores: arañas, culebras y pájaros, entre otros. Su anatomía es sencilla: cabeza, tórax, abdomen y seis patas.

Su nombre científico es Danaus plexippus. El primer vocablo significa “dormilón” y el segundo “transformación”. Su nombre se asocia con un mito griego y alude a su condición de viajeras.

El libro Danaidas: las maravillosas mariposas Monarca, de Galindo-Leal C. y E. Rendón-Salinas, asienta que el nombre de Monarca le fue asignado por los colonizadores europeos de Estados Unidos y Canadá en honor a Guillermo III, príncipe de Orange y rey de Inglaterra.

Pertenece al grupo de los insectos llamados lepidópteros, cuya principal característica es tener alas con escamas. Entre los más comunes están las moscas y los mosquitos, las mariposas y las polillas, las abejas y los escarabajos. De ellos destacan las mariposas por la diversidad de colores que presentan sus alas.

Su conservación ha dado lugar a varias iniciativas importantes —públicas y privadas— que incluyen monitoreo forestal, capacitación, investigación y organización y apoyo del turismo sustentable.

Sus centros de hibernación se ubican en los límites de dos entidades federativas: el Estado de México y Michoacán. A partir del mes de noviembre se registra el paso de la Monarca desde el sur de Canadá y el centro y norte de Estados Unidos, en un viaje que alcanza los cuatro mil 500 kilómetros de distancia. Resulta vital la conservación de los bosques, especialmente los de oyamel y pino, en la zona geográfica donde se ubican varios de los santuarios que sirven de refugio a esta maravillosa especie.

Los bosques que hospedan a la mariposa Monarca son muy cerrados, lo que permite protegerla de los fuertes vientos y de cambios bruscos en las condiciones climáticas; requieren de condiciones especiales de temperatura y humedad; las variantes bruscas ocasionan su muerte. Sus árboles predilectos se encuentran en zonas montañosas altas, de clima templado.

De noviembre a principios de marzo se organizan numerosos viajes turísticos y de estudio a diferentes santuarios para admirar a millones de mariposas que cumplen su ritual migratorio y dan lugar al milagro de la vida. Lo ideal es ir en compañía de un guía biólogo o de un geógrafo experto en el tema. Asimismo es menester tomar medidas específicas para no rebasar la carga de público que conviene tener en dichos espacios, a fin de preservar el silencio y orden natural que requieren las mariposas para reproducirse.

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Ciclo maravilloso

El círculo de vida de la mariposa Monarca comprende cuatro fases bien diferenciadas. Inicia con unos diminutos huevecillos, de forma ovoide, que miden tan solo dos milímetros de largo y tienen un peso mínimo. Se adhieren fácilmente a los algodoncillos de las hojas huésped. Cabe mencionar que cada Monarca es capaz de poner hasta 400 huevos.

La segunda fase es la de la oruga o larva, que nace después de tres a cinco días. Se trata de unos pequeños gusanos muy atractivos que tienen anillos de colores brillantes en su cuerpo. Se alimentan de sustancias tóxicas que se encuentran en cierto tipo de algodoncillos de las hojas receptoras y que les proveen de cierta protección contra los depredadores. Cabe mencionar que estas sustancias pueden ser letales para el ganado. Esta etapa dura entre nueve y 14 días. Durante su crecimiento la larva cambia varias veces de piel.

Posteriormente la larva se transforma en una crisálida o pupa, una especie de capullo que poco a poco va adquiriendo transparencia para dejar ver en su interior los colores brillantes de la mariposa Monarca: naranja y negro. Esta etapa dura de ocho a 13 días.

Finalmente la bolsa se rasga y permite a la mariposa volar libremente. Dependiendo de si son machos o hembras hay algunas diferencias notorias a simple vista: los primeros tienen mayor tamaño que las segundas y un punto negro en las alas. A los pocos días de haberse liberado del capullo son capaces de iniciar el ciclo de la reproducción. Su tiempo de vida culmina a las cuatro o cinco semanas.

Hay una especie especial que está preparada para migrar y tiene un periodo de vida mayor (entre siete y ocho meses). Este tipo de mariposa se conoce como “generación Matusalén” y es la que viaja desde Canadá y Estados Unidos a México y de regreso, en una especie de carrera de relevos. Nada las detiene en su largo viaje, año con año cumplen su objetivo: reproducirse para preservar la especie.

En su travesía toman el néctar de algunas flores, lo que las provee de energía necesaria para continuar su viaje. Asimismo poseen una reserva de energía que se gesta desde su etapa larvaria.

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Verdadera reina

Resulta increíble observar cómo las especies guardan en su memoria genética información que les permite regresar cada año a los mismos lugares y seguir determinadas rutas para lograr su cometido. A la fecha los estudiosos han identificado varias rutas, así como los sitios donde cambian su trayectoria para llegar a su destino de hibernación.

En el caso de México atraviesan varios estados del norte antes de establecer su asiento en la zona limítrofe del Estado de México y Michoacán.

Entre los factores más atractivos está la benevolencia del clima de nuestro país y la abundancia de plantas suficientes que sirven de alimento a las larvas.

El santuario de Angangueo es uno de los más visitados, cuenta con infraestructura turística. La caminata resulta ligera y desde el principio se aprecia el vuelo ligero de cientos de mariposas que lucen sus colores característicos.

Es recomendable que los visitantes caminen despacio y en silencio por los senderos marcados para su tránsito.

Se sugiere permanecer a una distancia prudente de las colonias de mariposas para respetar su permanencia y cuidar todo tipo de árboles y plantas, ya que cada especie cumple una función sustantiva en el ciclo de vida de la Monarca.

Para llegar a algunos santuarios es necesario alquilar camión de redilas o bien montar a caballo para ascender por cuestas muy empinadas. Entre los santuarios más interesantes están El Capulín y Piedra Herrada. Cada uno de ellos presenta diferente grado de dificultad para acceder a los espacios con mayor número de ejemplares de la Monarca.

Entre los factores adversos a la conservación de esta especie de mariposa están la destrucción de las zonas agrícolas donde se encuentran los algodoncillos de los que se alimentan las larvas, así como el uso de ciertos herbicidas de amplio espectro sobre la maleza. También los incendios forestales y la tala clandestina de los bosques, ya que modifican drásticamente las condiciones ambientales que requiere la Monarca para reproducirse.

El cambio de actividades ante el avance de la modernidad va alterando la fisonomía del paisaje y reduciendo las zonas rurales, lo que a la larga representa un grave peligro para la conservación de varias especies animales y vegetales. Nos corresponde a todos velar por la conservación de los espacios naturales a fin de mantener la ruta migratoria y el asiento de millones de mariposas Monarca.

Para disfrutar su visita a los santuarios le sugiero llevar alguna chamarra abrigadora para la tarde y un cubreboca (para protegerse del polvo). Asimismo se recomienda hacer un desayuno ligero para poder emprender la caminata. Recuerde recoger la basura que genere y regresar a buena hora a su lugar de origen. Investigue previamente los horarios de las líneas de transporte. Si viaja en grupo manténgase unido a sus compañeros y atienda las indicaciones de los cuidadores o guías locales. Varios santuarios se ubican cerca de poblaciones que cuentan con hospedaje para poder pernoctar una noche.

Que disfrute la experiencia y no olvide compartir sus fotografías con familiares y amigos.

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