UNA MEXICANA DESCUBRE EL TALÓN DE AQUILES DEL SARS-COV-2

No encontré la cura: encontré un método científico que da una dirección.

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Lorena Ríos
Bienestar
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Queremos crear algo que no sea biológico, que no cree resistencia. Evitar que el virus encuentre otras maneras de salir adelante.

Mónica Olvera de la Cruz

En momentos en que el coronavirus SARS-CoV-2 afecta ya a más de 22 millones de personas en el mundo y en México a casi 550 mil, una científica mexicana logró descubrir el talón de Aquiles del nuevo microorganismo: se trata de un polímero o compuesto químico que bloquea la proteína Spike con la que el virus hace contacto con la enzima convertidora de angiotensina (ACE2) de las células humanas, de tal forma que disminuye su capacidad de infección.

Mónica Olvera de la Cruz, titular del Departamento de Ciencias de Materiales e Ingeniería de la Universidad de Northwestern, en Estados Unidos, lidera un grupo de investigación que descubrió una vulnerabilidad del coronavirus.

“Es otra forma de curar. Esto no son anticuerpos (como los que generan las vacunas), que tienen el problema de que pueden hacerse resistentes al virus, sino que es un elemento que bloquea a la proteína que le permite al virus invadir a la célula humana: de esta forma se protege al cuerpo de un virus tan contagioso como el SARS-CoV2”, explica.

Olvera de la Cruz nació en Acapulco, Guerrero, pero con el sueño de continuar sus estudios se trasladó a la capital del país, donde estudió la carrera de Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriormente obtuvo un doctorado por la Universidad de Cambridge y gracias a su brillante desempeño se convirtió rápidamente en asistente de profesor, hasta que logró encabezar su propio equipo de investigación.

Si bien la científica tiene una amplia experiencia en estudios sobre virus, el trabajar en el coronavirus se debió a que su hermano, quien vive en México, se infectó de Covid-19, por lo que ella puso todo su interés en descubrir cómo ganarle la batalla al enemigo invisible. Con la ayuda de su experiencia con estos organismos logró realizar una investigación a nivel computacional donde identificó que el microorganismo tiene lo que llama “un talón de Aquiles” en las interacciones electroestáticas del virus que lo unen a las células humanas.

“No encontré la cura; encontré un método científico que da una dirección. Lo que hicimos fue buscar otra manera de vulnerar, de reducir la atracción entre la proteína Spike (del SARS-CoV-2) y el receptor humano donde se pega el virus”, señala Olvera, autora de la investigación publicada en ACS Nano, revista especializada de la American Chemical Society.

La científica, junto con su colega Baofu Qiao, también de la Universidad de Northwestern, descubrieron la nueva vulnerabilidad en la proteína espiga, pico del nuevo coronavirus, lo que dispondría de un tratamiento contra el Covid-19. “En las células humanas el receptor del virus es la enzima convertidora en angiotensina 2 y se encuentra en las células epiteliales nasales faríngeas, que es el primer contacto con el virus, pero también se encuentra en células de riñón, corazón, cerebro y gastrointestinales, lo que facilita la falla de órganos humanos por la infección”, detalla.

De acuerdo con su aportación la proteína espiga se encuentra en la superficie viral, la única responsable de la entrada a las células huésped, y posibilita que infecte al cuerpo de las personas, por lo que su inhibición sería un avance importante para tratar la pandemia.

La investigadora y su equipo, mediante simulaciones a nivel nanométrico, encontraron que el sitio de escisión polibásico del virus está cargado positivamente y se localiza a diez nanómetros del lugar en que se une la proteína del pico. Por ello este sitio con carga positiva permite que exista una fuerte unión entre la proteína del virus con las células humanas, porque estas últimas se encuentran cargadas negativamente.

A raíz del hallazgo los científicos trabajaron en el diseño de una molécula con carga negativa que habría de unirse con el punto de escisión positivo ya que bloquear esta unión impediría que el virus se una a las células de las personas.

“Nuestro trabajo indica que bloquear este sitio de escisión puede actuar como un tratamiento profiláctico viable que disminuye la capacidad del virus para infectar a los seres humanos”, puntualiza Olvera. Añade que en tres meses espera diseñar un polímero o un compuesto químico que triplique la efectividad del bloqueo y que esto se convierta en una forma de proteger al cuerpo del ataque del coronavirus.

La científica considera que podría funcionar por medio de un aerosol, con las ventajas que eso tiene. Y es que las vacunas en las que trabajan a contrarreloj varios países y organizaciones enfrentan el problema de que los anticuerpos que generen puedan ser inefectivos ante mutaciones del SARS-CoV-2.

“Nosotros queremos crear algo que no sea biológico, que no cree resistencia. Evitar que el virus encuentre otras maneras de salir adelante. Creemos que puede ser una manera de debilitar al virus, diferente a lo que se está haciendo”, agrega.

Si las mutaciones mantuvieran los mismos grupos polibásicos para atraer células receptoras del cuerpo el remedio seguiría funcionando. El trabajo desde diferentes ángulos de la ciencia, como la física en el caso de Olvera, puede aportar soluciones a un problema que afecta a toda la humanidad. “Se hace un esfuerzo enorme. Todos estamos de alguna manera relacionados con esto. Es un problema mundial y qué mejor que todos los científicos estén trabajando en esto”, resalta.

Vacunas en abandono

En México existe un gradual y prolongado abandono en la investigación y producción de vacunas, que inició hace ya 20 años, lo cual llevará tiempo en revertirse pues, aun cuando en este momento se otorguen fuertes apoyos financieros a los desarrollos nacionales de vacuna contra el Covid-19, estos tardarían en concretarse, comenta por su lado Gilberto Castañeda Hernández, investigador del Departamento de Farmacología del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav).

Y aunque el gobierno de México optó por las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para buscar alianzas y tener una vacuna internacional, Castañeda dice confiar en que pueda retomarse la investigación, producción y distribución de las vacunas en el país ya que el talento y laboratorios existen, principalmente en universidades y centros públicos de investigación.

Además advierte que esta pandemia no será la última a la que se enfrente la humanidad. “México tiene que prepararse para enfrentar situaciones como esta, porque lo que ocurre es solamente un aviso. Las pandemias son periódicas y esta no será la última. Lo que pasa es que no aprendimos la lección. Tuvimos el aviso de la influenza AH1N1 en 2009 y no pasó nada. Entonces ahorita nos pegó con todo”, comenta el integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel III.

Castañeda se muestra optimista sobre el éxito de las vacunas antiCovid-19 internacionales, porque seis de ellas ya se encuentran en fase 3; es decir, ya están en prueba en un amplio número de personas, por lo que la fabricación masiva de vacunas podría darse en noviembre próximo a nivel global y su aplicación iniciaría antes de que concluya el año.

Falta apoyo

Los investigadores mexicanos que trabajan en los desarrollos nacionales de una vacuna contra el Covid-19 buscan comunicarse con la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para manifestar su preocupación por la falta de apoyo económico a proyectos nacionales.

Teresa García Gasca, rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ, a la que pertenecen investigadores que desarrollan uno de los proyectos de vacuna), expresa que si bien es importante asegurar dosis de vacuna en un estado de prueba más avanzado, también se debería dedicar un fondo fijo para impulsar los cuatro proyectos mexicanos.

Recuerda que la cancillería conoce los proyectos nacionales de origen y el fundamento de cada uno, así como el avance que se tenía hasta hace dos semanas; sin embargo no se ha recibido ninguna retroalimentación por parte de dicha oficina ni comunicación sobre si habrá recurso disponible. “Vamos a necesitar muchas vacunas. Todo el mundo necesitará una vacuna. Y qué mejor que tener una vacuna mexicana que asegure poder cubrir a la población mexicana”, afirma García Gasca.

Transmisión aérea

En la nueva normalidad, donde varias actividades económicas se abrieron (albercas, cines, bares, restaurantes, plazas comerciales), el hecho de que los asistentes no utilicen cubrebocas, mascarillas, gel antibacterial y que los espacios no estén ventilados aumenta el riesgo de infectarse de Covid-19.

Los expertos tienen claro que otra vía de contagio son los aerosoles o partículas con virus que aguantan en suspensión y que pueden respirarse. De ahí que exhortan a no bajar la guardia y mantener la medidas hasta que llegue la inmunización por vacuna.

Permanecer en espacios cerrados con una ventilación inadecuada y donde muchas personas estén hablando durante un buen rato son factores que podrían causar la transmisión y el riesgo de nuevos brotes, advirtieron 239 científicos internacionales que participaron en un estudio publicado en la revista Clinical Infectious Diseases de Oxford, lo que llevó a la OMS a aceptar el pasado 9 de julio que el Covid-19 se puede contagiar por aire en ciertas circunstancias. Por ello el organismo internacional actualizó el documento (publicado el 29 de marzo) en el que se detallan los modos de transmisión de virus para incluir los llamados aerosoles.

Según el documento se observaron brotes en “algunos entornos cerrados, como restaurantes, clubes nocturnos, lugares de culto o lugares de trabajo donde la gente puede estar gritando, hablando o cantando”. Por ello recomendaron no bajar la guardia, utilizar cubrebocas, caretas protectoras, lavado de manos, uso de gel antibacterial y ventilar los espacios cerrados.

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