Luego de 15 días de intensas negociaciones finalizaron las actividades de la COP26 celebrada en Glasgow, Escocia: la visión general, de acuerdo con líderes, activistas y ambientalistas, es que “no estamos donde tendríamos que estar, ni siquiera cerca”, porque incluso aunque se cumplieran todas las metas que planteadas en esta Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre Cambio Climático la humanidad está lejos de mantener el aumento de las temperaturas por debajo de 1.5° Centígrados.
En este contexto, diplomáticos de 197 países firmaron un acuerdo cuyo objetivo principal es intensificar la mitigación y el combate al cambio climático, en el que se invita a los gobiernos a regresar el próximo año con planes más sólidos y específicos para frenar las emisiones que contribuyen al calentamiento del planeta.
También solicita a las naciones más ricas del mundo “duplicar al menos” el financiamiento para proteger a los países más vulnerables ante los riesgos que implican las temperaturas más elevadas para 2025.
Al iniciar la COP26 el secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que la prioridad principal debe ser a toda costa limitar el incremento de las temperaturas en el mundo a solo 1.5° por encima de los niveles preindustriales. Los científicos advierten que rebasar ese umbral aumenta el riesgo de que se desaten desastres como olas de calor letales, escasez de agua y colapso de ecosistemas, entre otras consecuencias.
Si bien la temperatura del planeta ya aumentó 1.1°, permitir que para finales de siglo se eleve a 2° sería también permitir que mil millones de personas sean afectadas por una “combinación fatal de calor y humedad”.
Por ello el nuevo acuerdo traza medidas específicas que el mundo debe adoptar y que van desde recortar casi a la mitad las emisiones globales de dióxido de carbono para 2030 hasta frenar las emisiones de metano, otro potente Gas de Efecto Invernadero (GEI).
No obstante, el acuerdo final deja sin respuesta la pregunta de cuántas emisiones debe recortar cada país durante la próxima década y con cuánta rapidez, además de que las medidas siguen siendo no vinculantes, es decir, totalmente voluntarias.
Cabe recordar que países ricos como Estados Unidos, Canadá, Japón y gran parte de Europa occidental son responsables de 50% de todos los GEI relacionados con el calentamiento global en los últimos 170 años.
Al respecto, naciones y líderes mundiales como Joe Biden, presidente de Estados Unidos, se pronunciaron a favor de que países como India, Indonesia y Sudáfrica dejen de inclinarse por la energía generada por carbón y otros combustibles fósiles. Sin embargo, esas naciones objetan en que no tienen los recursos financieros suficientes para hacerlo y que los industrializados reducen su apoyo.
En este sentido, uno de los acuerdos más importantes que se lograron durante la COP26 fue el que firmaron Estados Unidos y China para reducir con mayor rapidez las emisiones esta década. De hecho, China se comprometió por primera vez a desarrollar un plan para el metano.
A pesar de que este pacto entre las potencias rivales que son los dos mayores contaminadores del mundo sorprendió en la cumbre, no se dieron a conocer detalles del acuerdo. China señaló que convino “reducir gradualmente” el carbón a partir de 2026, pero no especificó cuánto o durante qué periodo.
Igualmente, más de 100 países acordaron reducir las emisiones de metano en 30% para fines de esta década.
Además los líderes de más de un centenar de países —incluidos México, Brasil, China, Rusia y Estados Unidos— prometieron poner fin a la deforestación para 2030. El acuerdo firmado cubre aproximadamente 85% de los bosques del mundo, que son cruciales para absorber dióxido de carbono y aminorar el ritmo del calentamiento global. Algunos activistas criticaron el acuerdo por carecer de fuerza y señalaron que esfuerzos similares fracasaron en el pasado.
Bonos de carbono
Una de las discusiones más grandes que se dio en la cumbre fue en torno de si las naciones más ricas, que son responsables en gran medida del calentamiento del planeta, deben o no compensar a las más pobres por los daños derivados de las temperaturas elevadas y cómo deben hacerlo.
En el Acuerdo de París (2015) se establecieron reglas más claras sobre cómo permitir a las empresas y naciones contaminantes comprar e intercambiar permisos para reducir las emisiones globales. Este tema siguió presente en los debates de Glasgow, donde los negociadores anunciaron un acuerdo importante sobre cómo regular el mercado mundial de las compensaciones de carbono, en el que una empresa o un país compensa sus propias emisiones al pagarle a un tercero para que reduzca las suyas. La discusión más profunda en este sentido giró en torno de cómo registrar estos intercambios internacionales de modo que ninguna reducción se sobrevalore o se contabilice dos veces; es decir, cómo lograr que las cuentas sean claras.
Por su lado, los países vulnerables señalan que los países ricos deben concederles una parte de las ganancias de las transacciones en el mercado de bonos de carbono para ayudarles a emprender acciones de adaptación ante el cambio climático, pretensión a la que las grandes potencias se han opuesto. En este contexto naciones isleñas en particular pugnan por un mecanismo que garantice que el comercio de bonos de carbono conduzca a una reducción real de las emisiones globales.
India
Mención especial merece India, uno de los países mayores consumidores de carbón del mundo, por lo que su participación dentro de los acuerdos mundiales es imprescindible. En este sentido el acuerdo en la COP26 hace una mención sin precedentes al papel de los combustibles fósiles en la crisis climática. Eso es algo que ni siquiera el Acuerdo de París pudo lograr.
El Pacto Climático de Glasgow pide que se reduzca progresivamente el uso del carbón y de los combustibles fósiles ineficientes. El tono original del primer texto era más fuerte, pero se cayó varias veces; incluso al final de la negociación parecía que el acuerdo podía ser desechado cuando India, con el apoyo de Irán, dejó claro que no participaría del todo: el pacto requiere que las 197 partes estén de acuerdo con el texto final.
Pero a última hora India dijo que aceptaría el texto con una modificación: “Que el carbón se reduzca progresivamente, no se elimine”, lo que algunos observadores y activistas consideran una laguna o cláusula de escape que permitirá seguir utilizando el carbón.
Nueva estafeta
“Aunque el acuerdo reconoce la necesidad de reducir las emisiones en esta década, esos compromisos se han dejado para el año que viene. Los jóvenes que han llegado a la edad adulta en una crisis climática no tolerarán muchos más resultados como este. ¿Por qué deberían hacerlo si luchan por su futuro?”, declaró la directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan.
Diversos observadores, organizaciones internacionales y activistas consideran que si bien en la COP26 se produjeron avances en materia de adaptación y reducción de emisiones los compromisos no fueron lo suficientemente fuertes para el momento que vive el planeta.
Estos temas deben ser prioritarios para los países desarrollados cuando la COP vaya el año que viene a Egipto.