La deforestación global avanza en 24 frentes, nueve están en América Latina

Entre las zonas con más altas tasas de deforestación están la Amazonía brasileña y boliviana y el Cerrado (Brasil).

Redacción
Bienestar
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Foto: CO

El reporte “Frentes de deforestación; impulsores y respuestas en un mundo cambiante”, publicado hoy por WWF, analiza 24 lugares que tienen una concentración significativa de puntos críticos de deforestación y donde grandes áreas de bosque remanente están amenazadas. En los últimos 13 años, más de 43 millones de hectáreas de bosque han sido devastadas solo en esas zonas, un área del tamaño de California, Estados Unidos.
Nueve de los 24 frentes se encuentran en América Latina, región que ha experimentado una disminución del 94% en las poblaciones de vida silvestre monitoreadas por el Índice Planeta Vivo. Esta alarmante disminución en biodiversidad es atribuida, en gran parte, a la pérdida y degradación de hábitat causada por el cambio de uso de suelo. El reporte identifica las principales causas y las soluciones eficientes.
“La reducción de la deforestación también debe ser parte de la solución al problema del cambio climático”, afirmó Pablo Pacheco, científico principal de la práctica de bosques de WWF y coautor del informe. “La agricultura, la silvicultura y el uso de la tierra representan una cuarta parte de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero, por lo que, al abordar la pérdida de bosques, podemos reducir nuestras emisiones. No hay alternativa si queremos lograr nuestros objetivos climáticos globales”.


“Si bien las cifras que compartimos son alarmantes, la pandemia de COVID-19 puede brindar una oportunidad para el tipo de cambios transformadores que son esenciales en la meta de salvaguardar nuestros bosques”, advirtió por Fran Raymond Price, líder global de la práctica de bosques de WWF.

“Necesitamos cambiar nuestra relación con la naturaleza. Debemos reducir el consumo excesivo y dar más valor a la salud y la naturaleza en lugar del actual énfasis en el crecimiento económico y las ganancias financieras a toda costa. El riesgo de que surjan nuevas enfermedades es mayor en las regiones de bosques tropicales que están experimentando cambios en el uso de la tierra”, explicó Price.

“La Selva Maya es el segundo bosque tropical más extenso y mejor conservado de Latinoamérica. Es necesario actuar para frenar la deforestación y apoyar el desarrollo sostenible de las comunidades locales que han salvaguardado estos bosques” comentó Jorge Rickards, Director de WWF México.

El informe encontró que la deforestación se estaba produciendo a tasas más altas en la Amazonía brasileña y el Cerrado, la Amazonía boliviana, Paraguay, Argentina, Madagascar y Sumatra y Borneo, en Indonesia y Malasia.

Sobre la Amazonía brasileña, el documento advierte que este bosque tropical de 395 millones de hectáreas está por alcanzar un punto sin retorno, en el que perderá su balance y sufrirá una disminución de lluvias y estaciones secas prolongadas. En cuanto al Gran Chaco, que se extiende por Bolivia, Paraguay y Argentina, indica que tiene uno de los niveles más altos de deforestación en el mundo, impulsado principalmente por la producción de soya y la ganadería a gran escala. Otra zona afectada es la Selva Maya, uno de los bosques tropicales más grandes de América y que abarca Belice, Guatemala y México.

El reporte identifica 12 impulsores de deforestación, entre los que la agricultura comercial se ubica como una de las mayores causas detrás de la pérdida de bosques alrededor del mundo, con áreas boscosas despejadas con el fin de crear espacio para el ganado y los cultivos. En América Latina, la ganadería, la agricultura a gran escala, la agricultura de subsistencia, la minería, la infraestructura de transporte y los incendios se resaltan como los mayores impulsores de pérdida de bosque.

El informe explica que los bosques degradados y fragmentados son más propensos a los incendios, que a su vez afectan de manera directa al clima. Se estima que los incendios en la Amazonía durante el 2019 causaron 1,1% de las emisiones globales de carbono, y 80% de las emisiones de Brasil. Es así como el reporte enfatiza la conexión entre la deforestación y el cambio climático.