“El agua del lago se hizo espuma (…) Era como si el agua hirviera, como si hirviera con un sonido de crujido (…) Y llegó a las bases de las casas, y se inundó, desmoronó las casas”. Así describe el Libro 12 del Códice Florentino un desastre natural que forma parte de los presagios funestos de la caída de Tenochtitlán.
Durante cientos de años se creyó que la leyenda era solo producto de la ficción, pero nuevos estudios sugieren que ese evento, un tsunami de lago, está más cerca de la realidad que del mito.
Dicha hipótesis es argumentada por el arqueólogo de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, Gerardo Gutiérrez Mendoza. A partir de la implementación de drones y sensores para el registro y levantamiento de sitios y realidad virtual el arqueólogo diseñó modelos generados mediante un proyecto iniciado en 2012 para recrear un tsunami que, ahora se sabe, ocurrió al sur del antiguo lago de Texcoco.
El punto de partida para su investigación, apunta Gutiérrez Mendoza, fue el propio Códice Florentino, documento del siglo XVI en el que los informantes de Fray Bernardino de Sahagún reunieron aspectos sobre la religión, la lengua, las costumbres y la historia de los pueblos que habitaron la Cuenca de México antes de la llegada de los españoles.
“En el códice se menciona textualmente que el agua hirvió y ‘muy lejos llegó a medida que subía hacia arriba’ (sic)… Esto es algo que solamente puede describir alguien que ha presenciado una onda de tsunami”, afirma.
A partir de una pregunta centrada en si pudo darse un tsunami de lago en tiempos prehispánicos, particularmente cerca del año 1500, un equipo de expertos de las universidades de Colorado, de Málaga y de la Autónoma de México llegó hasta el Peñón Viejo o Peñón del Marqués, en la alcaldía Iztapalapa de la Ciudad de México.
Esa formación es un volcán extinto que data del periodo Cuaternario, iniciado hace dos millones 590 mil años, el cual no solo ha sido minado para el establecimiento humano sino también atravesado por dos fallas de pendiente activas.
Tecnología y patrimonio
Actualmente la Ciudad de México es escenario de la investigación, toda vez que durante la época colonial los lagos se drenaron, por lo que para llegar a las nuevos resultados han sido necesarios estudios de volumetría, modelos de terreno —obtenidos mediante el uso de dron— y fotogrametría de deslizamientos, además de exámenes de resistencia ejecutados al interior de la colonia El Paraíso, en la calzada Ignacio Zaragoza y en la calle Ahome de la colonia San Lorenzo Xicoténcatl.
Así se logró comprobar, a través de la presencia de arcillas del subsuelo del Peñón Viejo, que sí existió un deslizamiento de materiales que se depositaron en el antiguo lago.
El equipo internacional calculó que la cantidad de materia desplazada fue de aproximadamente dos millones de metros cúbicos, provocando que 700 mil metros terminaran bajo el agua.
“Nuestro primer resultado es que el volumen de material que cayó al lago sí pudo generar una onda de tsunami”, confirma el investigador. Señala que habrían transcurrido 17 minutos con 55 segundos para que el tsunami llegara a la ciudad de Tenochtitlán. El cálculo fue posible gracias al desarrollo de modelos virtuales sobre el Peñón Viejo creados en la Universidad de Colorado.
El arqueólogo destaca que estos análisis comprueban la existencia de al menos un tsunami de lago, pero no se ha definido cuándo ocurrió tal fenómeno, por lo que aún no se determina si fue durante la ocupación mexica de la isla y si acaso influenció en la narración del Códice Florentino.
“Para un dato temporal preciso necesitamos de un proyecto arqueológico. Por ejemplo, un salvamento en la zona que permita realizar fechamientos por radiocarbono”, agrega. Y celebra que probablemente, producto de las nuevas tecnologías, se podrá conocer esta información.
Gutiérrez Mendoza concluye que cada vez es más necesario incorporar las nuevas tecnologías a la disciplina, puesto que contribuyen a generar preguntas de investigación, así como a registrar y proteger sitios de patrimonio cultural.
Por su lado, Leonardo López Luján, arqueólogo e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia, recalca la implementación de estas herramientas para trabajos de tal naturaleza. “Hace unos años estos resultados habrían sido impensables.
Hoy recurrimos a imágenes satelitales y fotografías de alta resolución que nos ayudan a analizar el paisaje donde se asentaron sociedades antiguas. Nos valemos también de estaciones totales y programas informáticos para fotografiar el terreno, elaborar planos extremadamente detallados y levantar sobre ellos reconstrucciones hipotéticas que nos permiten capturar milimétricamente la información en tres dimensiones. Todo esto nos permite obtener avances gigantescos en términos arqueológicos”.