ÁRBOLES DE NAVIDAD NATURALES: UNA TRADICIÓN SUSTENTABLE

“Un trabajo largo y constante de silvicultores”.

IVANDIABLITO NOCHEBUENA
Martha Mejía
Bienestar
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Alonso pronto cumplirá cuatro años, por lo que elegir y cortar su primer árbol de Navidad se convirtió en una experiencia que lo acompañará toda la vida y sus padres decidieron comprar un pino natural, no uno artificial: además del precio más bajo, porque Dalia, su madre, sabe de los beneficios que brindan estas plantaciones al cuidado del medio ambiente.

“Quería regalarle a mi hijo la experiencia completa porque es su primera Navidad consciente. Escogí este pino por su tamaño y por lo frondoso, además del precio. Sé que le dará un toque especial a la casa con su aroma. Y tengo entendido que estas plantaciones son controladas para este fin, no nada más se cortan árboles de donde sea”, comparte la señora.

Tradición

El origen de los pinos navideños se remonta a principios del siglo XVII, en Alemania; aunque ya antes los antiguos habitantes de Europa colocaban manzanas y otros frutos sobre algunos árboles como rito para recibir la primavera y honrar a dioses como Frey, señor del sol y la fertilidad.

La tradición pagana evolucionó hasta que a mediados del siglo XIX la Iglesia católica aceptó el “Árbol de Cristo” como parte de las costumbres de Navidad que convivían con el tradicional pesebre.

Actualmente, cada año millones de hogares lucen un pino como decoración navideña, el cual además de ser un adorno representa beneficios económicos, ambientales y sociales para miles de personas.

En México este año se ofertan especies de pino como Oyamel, Vikingo y Douglas, cuyos precios oscilan entre 900 y tres mil pesos, dependiendo del tamaño.

Sustentables

Estas plantaciones se establecen en terrenos que no tienen cobertura forestal o de reconversión productiva (de usos agropecuarios a forestal); asimismo, desalientan la extracción clandestina de árboles pequeños de los bosques naturales.

Además, estos pinos después de usarse se pueden reciclar para producir abono orgánico o sustrato para producir más árboles.

“La figura pequeña, cónica y de follaje tan abundante es resultado del trabajo largo y constante de silvicultores que podamos los árboles durante su crecimiento, es decir, es muy poco probable encontrar árboles con estas características dentro de los bosques naturales”, explica Benigno García, productor de árboles de Navidad en la alcaldía Tlalpan de la Ciudad de México.

Durante un recorrido por la plantación forestal comercial de árboles de Navidad El Cofrecito, ubicada en el kilómetro 12.5 de la carretera Picacho-Ajusco, explica que para que un árbol pueda venderse “tenemos que esperar de seis a ocho años. Durante ese tiempo hacemos trabajos de cajeteo, limpia de terreno, reforestación, control de plagas y poda; todo para darle la forma de pino: una actividad realmente artesanal”.

Estas plantaciones también proporcionan sitio de percha, anidación y alimentación para aves, mamíferos, reptiles y anfibios, además de crear microclimas adecuados para el crecimiento y reproducción de hierbas y arbustos.

Un ejemplo es que llegan a alojar en sus ramas a murciélagos y mariposas, los cuales son polinizadores y controladores de plagas.

No obstante, García reconoce que actualmente existen diversos riesgos para su plantación. “El año pasado se secaron muchos pinos, la mayoría chiquitos, debido a que la lluvia se tardó mucho en llegar. Este año estuvo bien y, de hecho, sigue lloviendo”.

Lo que sí afectó a los silvicultores fueron los incendios forestales. “Hace apenas unos meses hubo dos o tres quemazones. En estos incendios se llegan a ir 100, 200 o hasta 500 árboles de los grandes. Pasa que cuando uno se prende, el fuego pasa al otro; y como tienen trementina, que es la brea que les sale, se prenden aunque estén verdes. Esto es un problema y hay que estar muy pendientes desde el mes de enero con este tema”, explica.

Plástico vs. natural

Comprar un árbol de Navidad natural producido en el suelo de conservación es más recomendable para el ecosistema que comprar uno de plástico que, desde su generación hasta su disposición final, genera una gran cantidad de deterioro ambiental.

“La importancia de los bosques para las ciudades es que son sitios donde se limpia el aire que se respira; además, es donde se infiltra 70% del agua que se consume en el área urbana y proviene de lo que se cosecha en estos bosques”, afirma García.

A diferencia de los naturales, pocos árboles artificiales se fabrican en México; la gran mayoría son importados y su transportación significa una importante huella de carbono. Igualmente, al provenir del extranjero no apoyan a la economía local.

“Un árbol artificial es sometido a procesos químicos nocivos al medio ambiente al pintarlo, ensamblarlo y embalarlo. Generalmente son producidos en países de Asia, lo que implica costos de transportación mayores y un incremento en la emisión de gases contaminantes. Así que los arbolitos de plástico no generan beneficios ambientales y toma siglos revertir el daño que ocasionan”, dice al respecto la organización Reforestamos.

Nochebuenas

Otro icónico símbolo que acompaña a las festividades decembrinas es la flor de Nochebuena. Es endémica de México. Su nombre en náhuatl es Cuetlaxóchitl, que significa “flor que se marchita” o “flor de cuero”. Se trata de un producto de alto aprecio a nivel mundial, que llega a países como Estados Unidos, España, Japón, Holanda, Alemania, Canadá, China y Francia.

Esta planta era comúnmente utilizada como adorno en los jardines de los emperadores aztecas, que también usaban partes de la flor para crear tintes para tejidos e incluso para usos medicinales relacionados con padecimientos cutáneos, cólicos menstruales y procesos inflamatorios.

Durante la Colonia la sociedad novohispana comenzó a usarla para engalanar sus nacimientos navideños y formar guirnaldas decorativas.

Actualmente se producen más de 30 variedades de esta flor, de las que 90% —tanto en producción como en consumo— corresponde a la tradicional roja, 5% a la blanca o amarilla, y el resto a rosa, rayada y marmoleada.

“Todas estas son variedades híbridas, resultado del mejoramiento de especies nativas”, señala Guillermo Pacheco Barajas, floricultor del pueblo San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco.

Por ejemplo, explica, la variedad Prestige es la de un rojo intenso y la más característica; la Marble tiene colores más pálidos, entre la gama de rosas, blancos y anaranjados; hay una planta marmoleada que justamente son pigmentos blancos y rojos; la Ice Punch maneja tonalidades dentro de la gama de blancos, rojos y rosas…

De acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural la producción de flor de Nochebuena para este año en la CDMX es de 3.7 millones de plantas. La alcaldía Xochimilco es de hecho líder en el cultivo entre municipios a nivel nacional, con dos millones 727 mil plantas.

Al respecto, el presidente del Consejo Mexicano de la Flor, Federico Martínez, detalla que en esa demarcación están los mercados más importantes de la capital de México y del país: Cuemanco, Cuemanquito, Campo 7, San Luis Tlaxialtemalco y Madre Selva.

“La venta de plantas de Nochebuena, con sus diferentes variedades y colores, que para el sector representa el ingreso más importante de todo el año, permite disfrutar lo que representa esta flor: la fraternidad y la paz de esta temporada”, concluye.