CEMPASÚCHIL: TRADICIÓN Y BELLEZA

“Hay gran variedad y cantidad”.

Martha Mejía
Bienestar
CEMPASÚCHIL, Xochimilco.

Gracias a su color y aroma la flor de cempasúchil es uno de los elementos más representativos de las ofrendas para los difuntos en México durante las festividades por el Día de Muertos. Es endémica del país y su nombre proviene del náhuatl cempoalxóchitl, que significa “20 flores”.

Las culturas prehispánicas relacionaban su color amarillo con el Sol, razón por la que la utilizaban en las ofrendas dedicadas en honor a sus muertos.

“La tradición marca hacer senderos con las flores de cempasúchil, desde el camino principal hasta el altar de la casa, con la finalidad de guiar a las almas hacia los altares”, comparte en entrevista Efrén Cabello Cuaxospa, productor de plantas del mercado de Acuexcomatl, en Xochimilco.

Este año, de acuerdo con cifras del gobierno de la Ciudad de México, se produjeron cinco millones de macetas de la planta para las celebraciones de la temporada.

Tradición

San Luis Tlaxialtemalco o San Luis de las Flores es un pueblo originario de Xochimilco. Desde su fundación hace 420 años la actividad principal es el cultivo de flores y hortalizas. No obstante, la tradición de siembra y venta de cempasúchil viene de épocas milenarias: nuestros antepasados la usaban para aminorar los malestares por vómito, indigestión y diarrea.

“La flor tradicional, la de México, es la de tallo (largo) que puede llegar a medir hasta un metro de altura, mientras que sus botones pueden alcanzar los cinco centímetros de diámetro. No obstante, actualmente manejamos lo que se conoce como variedades comerciales, como la Marvel o el clemorito; se trata de variedades híbridas, resultado del mejoramiento de especies nativas”, comenta Cabello.

Aparte de su función decorativa la flor de cempasúchil, conocida en otros países como Mary Gold debido a su color amarillo intenso, también se aprovecha para fabricar insecticidas y ciertos medicamentos que nos recuerdan su uso como parte de la medicina tradicional.

Ciclo

De acuerdo con Guillermo Pacheco Barajas, floricultor de San Luis Tlaxialtemalco, el ciclo siembra-cosecha del cempasúchil empieza desde enero, mes en que se realiza el cálculo de la producción para la siguiente temporada y se encarga la semilla “para que me la entreguen en mayo y tenerla en mi resguardo para empezar a trabajarla en julio, ya que esta es la única planta que florece después de la época de lluvias. En julio empezamos a ensemillar. En promedio se lleva unos tres a tres meses y medio a que se dé el cultivo”, explica.

Por su lado, Efrén Cabello señala que las plantas pueden crecer de cinco a siete pulgadas. “Cuando ya tienen esa altura se les coloca en envases (bolsas de plástico especiales) o macetas. En esta temporada sembramos mucha planta de escritorio, macetita de tres pulgadas; esa se siembra en una fecha posterior; puede ser en agosto, ya que está chiquita y el envase debe ser más pequeño”.

Ambos productores coinciden en señalar que uno de los retos que enfrenta su producción en los últimos años es la intensa cantidad de lluvia. “Tenemos una experiencia reciente: el año pasado, el 28 de octubre, nos cayó una granizada que lo poco que quedaba de cultivo se nos acabó; cuando eso pasa, a veces es pérdida parcial o incluso total”, indica Pacheco.

Comercialización

Históricamente Xochimilco, junto con Milpa Alta, Tláhuac y Tlalpan, producen poco más de un millón de ejemplares al año. Por ello la alcaldía de Xochimilco dio a conocer que apuesta por la venta directa a consumidores, tanto en las zonas de cultivo como en los mercados de la demarcación.

Al dar el banderazo simbólico a la temporada de venta de la flor en el Ejido de San Gregorio Atlapulco, Marina Robles García, titular de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) capitalina, indicó que a través del programa Altépetl Bienestar se recuperaron miles de hectáreas que habían sido olvidadas y que hoy producen plantas a través de un sistema de cultivo reconocido a nivel mundial.

Muestra de ello, dijo, es que para 2022 floricultores del suelo de conservación produjeron cinco millones de macetas de cempasúchil para las celebraciones del Día de Muertos, una cifra histórica: en 2018 se produjeron 664 mil plantas; en 2019 se alcanzaron 900 mil plantas; en 2020, un millón 200 mil; y en 2021 poco más de 3.5 millones de plantas.

“Este Día de Muertos en el que honramos a la gente que ya se fue, también es importante porque mantiene la esencia de la producción, la esencia de la vida de muchas de estas comunidades que producen la flor de cempasúchil, una derrama económica que por supuesto se traduce en el bienestar de las personas”, dijo.

Al respecto, la directora de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural, Columba Jazmín López Gutiérrez, llamó a la población a consumir el cempasúchil dentro de la ruta agroturística y en los mercados de plantas Cuemanco, Cuemanquito, Palacio de la Flor, Flores Madre Selva y Acuexcomatl, donde los visitantes pueden adquirir de forma directa todas las variedades de cempasúchil.

“La Ciudad de México también es productora y produce para vender; somos grandes productores de cempasúchil; así como se comercializa en 20 estados del país, también en la ciudad. Tenemos grandes variedades de flor de cempasúchil: la larga que se conoce como greña; la clemorito, que es la variedad criolla; y también está marvel II, que es la flor naranja”, dijo.

Y es que de acuerdo con Guillermo Pacheco dentro de las ventajas que existen al comprar directamente con un productor están la variedad y el precio. “Lo primero es que hay gran variedad y cantidad; es decir, pueden escoger la planta a su gusto, ya que el revendedor tiene menos cantidad y a veces ya está un poquito maltratada. Aquí pueden elegir de entre diez mil piezas; y pueden llevarse de una hasta las que quieran”.

Desde 2008 la celebración del Día de Muertos es reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y representa una tradición que evoca la presencia de los seres queridos que ya fallecieron, además de que esta festividad es ligada con el final del ciclo de la producción de maíz, el cultivo más representativo de México.