DÍA MUNDIAL DEL AGUA: UN DESAFÍO PARA LA HUMANIDAD

“Se prevé que la demanda mundial de agua aumente entre 20 y 25% para 2050”.

Martha Mejía
Bienestar
DÍA MUNDIAL DEL AGUA

El líquido es vital para absolutamente todas las actividades humanas, sean biológicas, sociales, productivas o económicas.

En todo el planeta la demanda de agua supera la cantidad del líquido disponible y las necesidades al respecto se han más que duplicado desde 1960 como resultado del crecimiento de la población y de industrias como la agricultura, la ganadería, la producción de energía y la manufactura.

Sin embargo, comenta Manuel Perló Cohen, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, “la falta de inversión en infraestructura hídrica, políticas de uso del agua insostenibles y el aumento de la variabilidad debido al cambio climático también pueden afectar el suministro del líquido disponible”.

Y esto, sin duda, es un elemento de riesgo que podría potencializar las tensiones y los conflictos relacionados con el agua en todo el mundo.

Precisamente en ello se centra el Día Mundial del Agua (el cual se conmemora cada 22 de marzo), que este año busca fomentar la cooperación para equilibrar las necesidades de todos, con el compromiso de garantizar que nadie se quede atrás y hacer del agua un catalizador para un planeta más pacífico bajo el lema “Aprovechar el agua para la paz”.

¿Manzana de la discordia?

Si bien la inestabilidad política y los conflictos rara vez son causados por un solo factor, el agua ha sido en ocasiones el elemento clave de disputas entre comunidades, entre la población y el Estado o entre países.

Por ejemplo, el caso más conocido es África, donde existe una disputa por las aguas del río Nilo entre Egipto, Sudán y Etiopía, naciones que han tenido conflictos prolongados a lo largo de los años sobre el uso del líquido que hoy todavía perduran.

En este contexto, la construcción de la Gran Presa del Renacimiento etíope es el punto de fricción en la actualidad, ya que los países río abajo, Egipto y Sudán, están preocupados por el impacto en su suministro de agua.

De hecho, a pesar de que en diciembre de 2023 las negociaciones para encontrar una solución técnica y legal que pudiera beneficiar a las tres partes se dieron por terminadas, Etiopía sigue adelante con el proyecto y la megainfraestructura entró en su fase de llenado final en enero pasado.

Otro ejemplo se encuentra en Asia, específicamente en el río Mekong, que fluye a través de China, Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam. La gestión compartida de sus recursos y la explotación energética de sus aguas a través de la construcción de hidroeléctricas provoca constantes tensiones y desacuerdos entre los países que lo comparten.

Si bien en 1995 se creó la Comisión del Río Mekong (integrada solo por Laos, Camboya, Tailandia y Vietnam) para regular las tensiones diplomáticas, las conversaciones no dieron sus frutos, y China, por su parte, creó en 2016 la Cooperación Lancang-Mekong (CLM).

En el continente americano Bolivia y Chile tuvieron una disputa entre 1996 y 2022 —con un acuerdo de por medio en 2009 que nunca fue ratificado— sobre las aguas del río Silala.

Bolivia argumentaba que las aguas eran desviadas artificialmente hacia Chile, mientras que Chile sostenía que, como río internacional, este fluía naturalmente a través de la frontera.

Si bien en 2022 La Haya dio la razón a Chile, también autorizó a Bolivia a eliminar canalizaciones artificiales hechas en su territorio para reducir el cauce.

En la región también los ríos Colorado y Grande o Bravo, que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México, juegan un papel crucial en la gestión del agua entre ambos países y han sido objeto de acuerdos bilaterales desde el siglo XIX, mismos que estuvieron a punto de romperse en octubre de 2020.

Sin embargo, en el Acta 323, firmada en septiembre de 2017, se encontraba la adopción de un Plan Binacional de Contingencia ante la escasez de agua en la cuenca del río Colorado, que viene a decir que ambos países han de compartir la escasez de agua.

Este plan, vigente en la actualidad y que ha servido para evitar una disputa debido a la fuerte sequía que atraviesa hoy la región, podría modificarse tras las elecciones generales que se celebrarán en ambos países durante 2024.

México, vulnerable

Pero los conflictos político-geográficos por el agua no son el único factor para que un país o región sea vulnerable. De acuerdo con datos del Aqueduct Water Risk Atlas del World Resources Institute (WRI), 25 países están actualmente expuestos a un estrés hídrico extremadamente alto, lo que significa que utilizan más de 80% de suministro de agua renovable para riego, ganadería, industria y uso doméstico.

Incluso una sequía a corto plazo pone a estos lugares en peligro de quedarse sin agua, lo que obliga a veces a los gobiernos a cerrar los grifos. Ya hemos visto ocurrir esto en muchos lugares del mundo, como Inglaterra, India, Irán, Sudáfrica y recientemente en el Valle de México.

Al cierre de febrero de 2024 casi 70% de la población del país atravesó una sequía y casi 50% estaba en un lugar con una sequía severa, extrema o excepcional. De hecho, México vivió el febrero más seco de los últimos nueve años.

En el país 60% del agua potable proviene de cuerpos de agua superficiales. De los principales ríos, siete representan 71% del agua superficial del país, distribuidos en la zona centro y sur, mientras que solo 29% del agua superficial se ubica en la zona norte.

“El principal problema de las aguas superficiales es la contaminación, en particular por las aguas residuales, ya sean domésticas, industriales, agrícolas o ganaderas, que en la mayoría de los casos son vertidas sin tratamiento previo y contienen elementos y sustancias contaminantes disueltas”, indica el investigador en Ciencias del Tec de Monterrey y de la Facultad de Ciencias de la UNAM, José Benjamín Ordóñez Díaz.

Agrega que por su ubicación geográfica México es altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, prueba de lo cual es el incremento en las sequías. “La transformación en los patrones de precipitaciones es una realidad, al igual que el aumento de las temperaturas; como muestra, el país ha visto un incremento de la temperatura promedio de 1.6° Centígrados en los últimos 40 años”, dice.

Los acuíferos en México también se encuentran en riesgo de sobreexplotación. De acuerdo con el estudio Aguas en México, ¿escasez o mala gestión?, realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2018 al menos 18% de los acuíferos subterráneos estaban sobreexplotados. Esto afecta tanto el abasto humano como las actividades agropecuarias e industriales, al mismo tiempo que eleva los costos de extracción del agua y ocasiona hundimientos en el terreno.

Asimismo, de acuerdo con el mismo estudio, 5% de los acuíferos tuvo problemas de salinización del suelo, proceso por el cual se incrementa la concentración de sales y minerales de las aguas subterráneas, y deteriora sus parámetros de calidad. Aunado a ello, 3% de los acuíferos en el país tiene problemas de intrusión marina, la cual se da cuando el agua salada tierra adentro desplaza al agua dulce.

El Banco Mundial indica que en el país la disponibilidad promedio anual per cápita pasó de diez mil metros cúbicos (m3) en 1960 a cuatro mil en 2012. Se estima que para 2030 esta disponibilidad en México descienda debajo de los tres mil m3 por habitante al año.

Al respecto, el IMCO señala que para garantizar la demanda futura el Estado mexicano requiere actualizar los marcos legales y regulatorios que rigen el manejo del agua, así como modernizar la infraestructura hidráulica.

“Es necesario tomar en consideración las distintas características técnicas —en particular las geofísicas— y desafíos que presenta actualmente el país en materia hídrica, como el aumento poblacional, el crecimiento de la mancha urbana, la evolución de las sequías, así como la variación en las precipitaciones”, indica en el estudio.

Riesgo

Se prevé que la demanda mundial de agua aumente entre 20 y 25% para 2050. En este contexto, la escasez del líquido puede provocar interrupciones industriales, cortes de energía y pérdidas de producción agrícola como las que ya se están viendo en India, donde la falta de agua para enfriar las plantas de energía térmica entre 2017 y 2021 resultó en 8.2 teravatios-hora en energía perdida, una cantidad de electricidad suficiente para suministrar energía a 1.5 millones de hogares indios durante cinco años.

WRI señala que de no implementar mejores políticas de gestión del agua podría resultar, para 2050, en pérdidas del PIB en India, China y Asia Central de 7 al 12, y de 6% en gran parte de África, según la Comisión Global de Adaptación.

La seguridad alimentaria mundial también está en riesgo, pues 60% de la agricultura de regadío del planeta ya se enfrenta a un estrés hídrico extremadamente alto, en particular la caña de azúcar, el trigo, el arroz y el maíz.

Sin embargo, para alimentar a los diez mil millones de personas proyectados para 2050 el mundo necesitará producir 56% más calorías alimentarias que en 2010, todo mientras se enfrenta al aumento del estrés hídrico y a los desastres provocados por el clima, como sequías e inundaciones.

La buena noticia es que con voluntad y políticas públicas adecuadas lugares como Singapur y Las Vegas demuestran que las sociedades pueden prosperar incluso en las condiciones de mayor escasez de agua mediante el empleo de técnicas como la eliminación de la hierba, que requiere gran porcentaje de agua, la desalinización y el tratamiento y reutilización de aguas residuales.

Por ejemplo, explica Nabani Vera Tenorio, director de Comunicación de Isla Urbana, la captación pluvial se presenta, al menos en el Valle de México, como una gran alternativa para afrontar la contradicción de ser una región donde aunque cae mucha lluvia la gente sigue pagando por pipas de agua o, lo que es peor, acarreando el líquido hasta sus casas por falta de infraestructura.

El también consultor para programas de desarrollo de Naciones Unidas y para la Comisión de Derechos Indígenas agrega que los beneficios que ofrece la captación de agua de lluvia no solo se limitan a las necesidades humanas, pues van desde evitar las inundaciones hasta extraer menos agua del subsuelo en temporada de precipitaciones y permitir con ello que el acuífero descanse y se recargue mejor.

“Al agua de lluvia bien tratada la puedes utilizar y aprovechar para todos los usos, incluso para beber: todo depende por cuántos filtros la pases. Hay gente que dice ‘yo solo quiero utilizarla para riego y para baños’. Entonces lo que hacemos es que le instalamos un sistema más sencillo, que tiene menos pasos de filtración y que además es más barato; pero el que más instalamos es para bañarse, lavar los trastes, limpiar, obviamente regar las plantas y con un paso extra se puede beber”, indica.

El también antropólogo social expone que para que la captación de agua de lluvia realmente impacte en una región se necesita de su masificación, es decir, se requiere de la instalación de varios cientos de miles de sistemas.

Otras soluciones

De acuerdo con WRI otras formas de mejorar la gestión del agua y reducir el estrés hídrico incluyen que las naciones mejoren su gobernanza del agua, al mejorar la infraestructura a través de soluciones con base en la naturaleza. Por ejemplo, proteger y restaurar humedales, manglares y bosques; con ello no solo se puede mejorar la calidad del agua y generar resiliencia frente a sequías e inundaciones, sino también ahorrar dinero en costos de tratamiento del agua.

Otra medida es que la banca de desarrollo internacional y demás prestamistas consideren programas estratégicos de alivio de la deuda, como son los bonos de carbono (un método de compensación de emisiones de dióxido de carbono).

Por su lado, las personas que se dedican a la agricultura deben utilizar medidas de agua más eficientes, como migrar a cultivos que utilicen el agua de mejor manera o utilizar métodos como el riego por aspersión o por goteo en lugar de inundar los campos.

En este contexto, las ciudades también deben desarrollar planes de acción de resiliencia del agua urbana.

Asimismo, pequeñas acciones por parte de los ciudadanos pueden hacer la diferencia para enfrentar la crisis mundial por la que atravesamos. Acciones como revisar periódicamente las llaves del agua y las tuberías, para evitar fugas; reutilizar el agua de la lavadora; cerrar las llaves de agua mientras se enjabonan; cambiar la caja del escusado de 16 litros por uno de menor capacidad, son acciones responsables y que pueden sumar para una solución más integral.

Las empresas por su parte deben medir y comprender su huella ambiental, hídrica y social. “A través de tecnologías y procesos innovadores es posible compensar sus impactos negativos mediante inversiones en proyectos de conservación, energías renovables y contribución en comunidades locales”, indica al respecto Tony Sarraf, vicepresidente y líder de Mercado de Ecolab para Latinoamérica Norte.

Sin duda, la industria avanza en temas de reducción, reciclaje, tratamiento y reutilización de agua, agrega Sarraf, pero hay que acelerar el paso para que cada vez más instalaciones en diversos sectores se conviertan en Net Positive (deben medir y comprender su huella ambiental, hídrica y social) y en vez de generar déficit de agua por sus operaciones, contribuyan a reabastecer cuencas, mantos acuíferos y otras fuentes del líquido.

“Es algo que ya ocurre en diversas industrias, pero se tiene que replicar el modelo en más instalaciones y sectores”, concluye.