LA MEMORIA IMPORTA: IDENTIFICAR EL ALZHEIMER A TIEMPO CAMBIA VIDAS

“La demencia se diagnostica poco y tarde”.

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Los primeros signos son fallas de memoria, alteraciones del lenguaje, cambios de humor y/o dificultades en el razonamiento.

La enfermedad de Alzheimer representa hoy uno de los mayores retos de salud global: cada tres segundos, en algún lugar del mundo, una persona desarrolla algún tipo de demencia y aproximadamente 55 millones viven actualmente con esta condición, cifra que podría duplicarse hacia 2050.

Se trata de la más común de las demencias, es crónica, neurodegenerativa y deteriora de manera progresiva la memoria, el pensamiento, la conducta y la autonomía.

Su impacto no se limita al paciente: también transforma la vida de familias y cuidadores, quienes enfrentan un desgaste físico, emocional y económico que a menudo los toma por sorpresa, sin recursos ni guía adecuados.

Contrario a creencias aún vigentes este padecimiento no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. Lo que antes se denominaba “demencia senil” ya no es un diagnóstico reconocido en la medicina moderna.

Cada caso de deterioro cognitivo debe evaluarse de manera individual y con base en criterios clínicos claros, pues la detección temprana es clave para acceder a intervenciones especializadas que mejoran la calidad de vida y ayudan a enfrentar mejor la progresión de la enfermedad.

Diagnósticoss tardío

Cerca de 75% de los casos en el mundo no se diagnostican a tiempo. En muchos pacientes los primeros signos, como fallas de memoria, alteraciones en el lenguaje, cambios de humor y/o dificultades en el razonamiento, corresponden a un deterioro cognitivo leve, etapa en que la memoria se ve más afectada de lo esperado para la edad, pero aún es posible actuar con eficacia.

Identificar estos síntomas y cambios de manera oportuna podría prevenir hasta 45% de los casos, pero la falta de información y el estigma social retrasan la búsqueda de atención médica.

“La enfermedad de Alzheimer es compleja. En ella influyen factores genéticos, ambientales, de estilo de vida y comorbilidades crónicas. Sabemos que los síntomas pueden manifestarse hasta cinco años antes del diagnóstico; por ello es fundamental reconocerlos y promover evaluaciones clínicas tempranas. Solo así es posible ofrecer intervenciones oportunas y mejorar el pronóstico de quienes viven con esta enfermedad”, explica la doctora Xóchitl Gómez, directora médica de Eisai Laboratorios.

“El reto también pasa por derribar estigmas y fortalecer un abordaje integral. Para avanzar es indispensable capacitar a los profesionales de la salud en el primer nivel de atención y fomentar la coordinación entre geriatras, neurólogos, siquiatras, neurosicólogos, terapeutas ocupacionales, trabajadores sociales, instituciones y familias para responder de manera efectiva a las necesidades médicas, emocionales y sociales de cada paciente”, dice la especialista.

“Vivimos un periodo de transformación. Los avances científicos ofrecen oportunidades reales para mejorar la vida de los pacientes. Aunque todavía no hay cura, existen tratamientos que ralentizan la progresión, así como intervenciones farmacológicas y no farmacológicas que ayudan a controlar los síntomas”, menciona por su lado la doctora Miriam Jiménez, directora Médica de Biogen Latinoamérica Norte.

“Un estilo de vida saludable que incluya actividad física, alimentación equilibrada, estimulación cognitiva, interacción social, control de presión arterial, glucosa y colesterol, multiplica los beneficios y mejora significativamente la calidad de vida de pacientes y cuidadores”, recomienda.

Los avances en biomarcadores y nuevas terapias disponibles en México impulsan un cambio decisivo en la detección y atención temprana. Herramientas como el test Mini-Mental (MMSE), la prueba del reloj, la Evaluación Cognitiva de Montreal (MoCA), biomarcadores y estudios de imagen como PET Amiloide permiten identificar la enfermedad en sus fases iniciales y brindar acompañamiento integral desde los primeros síntomas.

Mujeres

En medio del debate nacional sobre el envejecimiento poblacional un nuevo informe presentado por Economist Impact llama la atención sobre un tema: el Alzheimer.

En México, la enfermedad afecta a 7.9% de las personas mayores de 60 años y es más frecuente en mujeres (9.1%) y en zonas rurales (9.4%). Sin embargo, hasta 90% de los casos podría no estar diagnosticado.

A esto se suma que una vez aparecen los primeros síntomas el tiempo promedio para recibir un diagnóstico puede ir de tres a diez años, lo que limita gravemente las posibilidades de intervención oportuna y atención integral.

El informe titulado Changing the Narrative: Alzheimer’s Disease in Mexico analiza la respuesta institucional ante el Alzheimer con base en datos públicos y entrevistas con expertos nacionales para examinar el estado actual de la enfermedad: el Alzheimer es la forma más común de demencia (entre 60 y 80% de los casos) y genera un impacto creciente en familias, sistemas de salud y sociedad.

La carga se refleja también en el trabajo de cuidado no remunerado, que recae principalmente en mujeres. Aun así, no existen campañas nacionales de concientización, ni protocolos diagnósticos estandarizados, y la atención se encuentra fragmentada entre instituciones públicas, privadas y de seguridad social.

México cuenta con un Plan Nacional de Demencia desde 2014, actualizado en 2024, pero su implementación sigue siendo limitada. El informe recomienda reforzar acciones como campañas públicas para reducir el estigma, protocolos nacionales de detección temprana, ampliación de la infraestructura diagnóstica en zonas rurales, un sistema nacional de datos epidemiológicos sobre Alzheimer y una estrategia formal de apoyo a cuidadores que incluya formación, financiamiento y acceso a servicios.

“La demencia es una condición que aún se diagnostica poco y tarde. El plan nacional es un avance, pero para que funcione requiere articulación con los servicios de salud y herramientas adecuadas en todos los niveles de atención”, indica la doctora Sara Gloria Aguilar Navarro, jefa del Servicio de Geriatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, quien participó como experta en la elaboración del informe.

El documento advierte sobre las barreras estructurales para el diagnóstico oportuno. Por ejemplo, la escasez de equipo para resonancias magnéticas. México tiene menos de 10% del promedio de disponibilidad en países desarrollados. Esto hace que el diagnóstico pueda retrasarse hasta diez años desde los primeros síntomas, afectando las posibilidades de intervención y tratamiento.

Otro hallazgo clave del informe es la ausencia de un registro nacional de datos sobre Alzheimer, lo que limita el diseño de políticas públicas con base en evidencia y dificulta dimensionar la magnitud real del problema.

Si no se toman medidas, el Alzheimer podría convertirse en una crisis sanitaria silenciosa, con consecuencias sociales y económicas de gran escala.

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