Politólogos, comunicadores, académicos y analistas de prestigio nacional e internacional reflexionan sobre el valor de la libertad para la democracia y destacan la necesidad de defenderla hoy más que nunca.
Hace 36 años la historia mundial registró un acontecimiento que marcó el inicio de una nueva era: la caída del Muro de Berlín, que en los hechos significó el derrocamiento de los regímenes totalitarios del llamado “bloque socialista” de Europa (con la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas a la cabeza) y el fortalecimiento de la democracia liberal: elecciones libres, Estado de Derecho, respeto a los derechos fundamentales, libre mercado y libertad de expresión.
Se creyó entonces que “la libertad había llegado para quedarse”, afirmó Sergio Vela, director de Arte & Cultura de Grupo Salinas, durante la inauguración del encuentro La Libertad de Vuelta, que reunió durante cuatro días a personalidades de México y del mundo para analizar el malestar de la gente en las sociedades liberales, las relaciones entre la desigualdad económica y la representación política, las batallas por la identidad y la amenaza de los autoritarismos.
Los invitados reconocieron el esfuerzo del presidente y fundador de Grupo Salinas, y del historiador Enrique Krauze, director de la revista Letras Libres, en la organización de este encuentro, que al igual que aquel de 1990 organizado por Octavio Paz despertará el interés de la sociedad en cuanto a la importancia de la libertad en nuestra vida diaria, así como del peligro que se corre cuando los regímenes populistas autoritarios cancelan los derechos fundamentales de las personas.
Evento histórico
Hace 35 años —entre el 27 de agosto y el 2 de septiembre— se llevó a cabo en la Ciudad de México el encuentro El siglo XX: la experiencia de la libertad, que fue convocado por Octavio Paz —entonces director de la revista Vuelta—, en la víspera de que lo galardonaran con el Premio Nobel de Literatura 1990.
Aquella fue una reunión inédita en la historia del país y de reconocida trascendencia internacional. Gracias a los buenos oficios de Enrique Krauze, subdirector de la revista, acudieron entonces al encuentro intelectuales de distintas naciones que justo estaban viviendo la lucha contra los últimos gobiernos comunistas.
Fue una larga lista de escritores, filósofos, periodistas y analistas que compartieron en aquel 1990 el triunfo de la libertad. Entre ellos Czeslaw Milosz, Leszek Kolakowski, Adam Michnik, Tatiana Tolstaya, Ágnes Heller, Michael Ignatieff, Hugh Thomas, Hugh Trevor-Roper, José Guilherme Merquior, Jean-François Revel, Mario Vargas Llosa, Jorge Semprún, Carlos Franqui, Jorge Edwards, Lucio Colletti, Ivan Klíma, Norman Manea, Irving Howe, Daniel Bell y Leon Wieseltier.
El encuentro Vuelta de 1990 provocó gran interés en el público y se trasmitió en la televisión abierta. Era evidente que aquellos regímenes comunistas se parecían mucho al autoritarismo gubernamental mexicano de finales del siglo pasado.
A 35 años de aquel debate histórico, Arte & Cultura del Centro Ricardo B. Salinas Pliego y la revista Letras Libres convocaron a un nuevo encuentro: La Libertad de Vuelta, justo ahora que la libertad se ve asediada por los populismos y la democracia liberal vive momentos complicados frente a regímenes autoritarios, cuyo fin común es la destrucción de las libertades políticas, económicas y culturales.
Fueron cuatro días de análisis e intercambio de ideas entre reconocidos escritores, académicos, politólogos, filósofos y periodistas de distintas naciones.
El evento se celebró en dos sedes: la Universidad de la Libertad (UL) y El Colegio Nacional.
Homenaje a Paz
Enrique Krauze, historiador y director de Letras Libres, señaló que La Libertad de Vuelta sirve entre otras cosas para conmemorar a Octavio Paz, así como al encuentro celebrado en 1990.
“Estamos, justamente 35 años después, en un momento inverso: la democracia y la libertad están bajo acecho en todo el mundo; irrumpieron los populismos, los autoritarismos, la guerra, el fanatismo de la identidad. Esos temas deben preocupar a todo ciudadano que valora la libertad”, destacó Krauze.
El historiador explicó que hace 35 años ni siquiera existía el término “populista” y hoy esto es motivo de reflexión: “Tenemos una realidad que hay que analizar y el mundo intelectual no debe quedarse callado ante lo que sucede”.
Krauze participó en la mesa de trabajo El liberalismo y sus críticos, celebrada en la UL, donde los ponentes expusieron que el liberalismo nació como promesa de emancipación, con la idea de limitar el poder mediante instituciones y reglas.
Los gobiernos apostaron por impulsar el conocimiento, la innovación y el ingenio humano para resolver problemas; y lo hicieron con éxito. Además, se dio forma a Estados modernos con economías abiertas, sociedades plurales, celebración de elecciones libres, alternancia en el gobierno y regímenes con contrapesos institucionales que impedían la concentración de poder en un solo grupo político o, peor aún, en un solo personaje.
Sin embargo, nuevas realidades sociales y problemas nacientes en el terreno económico fueron erosionando el éxito del liberalismo. Por ejemplo, “inmovilismo ante la injusticia, ingenuidad frente a los riesgos del mercado o una excesiva fe en el comercio y la globalización”.
Esto último, indicó Leon Wieseltier, editor de la revista Liberties,“fue aprovechado y utilizado por los enemigos del liberalismo”.
Asimismo, comentó que en la actualidad los liberales parece que se quedaron sin argumentos: “Tienen problemas para convencer y no encuentran cómo enfrentar a sus adversarios”.
En tanto, Paul Berman, escritor y analista político, explicó que el liberalismo se centró en darle orden a la sociedad y que esta, a su vez, encontrara oportunidades para su desarrollo, vías de acceso al poder de manera institucionalizada y convivir dentro de la pluralidad y el respeto.
Sin embargo, el liberalismo igual demandaba “responsabilidad intelectual de parte de los integrantes de la sociedad”, a fin de mantenerlo vigente, pero no hubo mucha respuesta, agregó.
El liberalismo, aseveró, significa también que cada uno debe asumir el resultado de sus limitaciones, talentos, esfuerzo y dedicación: “El progreso es una lucha constante, siempre hay ganadores y perdedores”.

Y cuando estos perdedores son presa de los populistas, entonces comienzan los problemas de los liberales. Pero lo cierto, dijo, “es que nadie tiene derecho a manipular la infelicidad de la gente; esto de ninguna manera puede ser pretexto para destruir la democracia y las libertades”.
Por su parte, Krauze indicó: “El liberalismo sigue vivo en América Latina y hoy es momento de traer este tema de nuevo a la discusión pública. En especial ahora que estamos viendo cambios en el mundo que merecen una reflexión a fondo”.
Alimañas
En el primer día de discusión también se organizó la mesa Los nuevos ejes autoritarios, moderada por Sergio Sarmiento, donde se analizó cómo en diversas naciones, en especial en democracias en crisis, cada vez son más los líderes que se presentan como los nuevos “hombres fuertes”. Por ejemplo, Donald Trump.
Coincidieron en que dichos personajes “desafían la división de poderes, degradan las instituciones y conciben el mundo como un mapa de zonas de influencia regidas por la fuerza. Y lo que tienen en común estos llamados hombres fuertes es que son autoritarios y su objetivo final es terminar con la estabilidad de las democracias”.
El escritor Ian Buruma afirmó que “estos nuevos villanos actúan con base en aparentes buenas intenciones, que al final no lo son”. Indicó que es producto de que la gente “se fue desencantando con el liberalismo, pues este modelo no respondía a todas sus exigencias, y al mismo tiempo dejaron de sentirse representados por los gobernantes”.
Jesús Silva Herzog-Márquez habló sobre el auge de los movimientos que desafían a las democracias liberales y destacó que ellos tienen la capacidad para conectar con la ciudadanía. Según su análisis, el populismo autoritario ha logrado tejer una “historia seductora, una narrativa que ha sido capaz de seducir a la población de electores”.
Al intercambiar puntos de vista, los participantes de esta segunda mesa coincidieron en que la gente se desencantó de la democracia.
“Pareciera que no hay respuestas en el liberalismo”, refirió el analista David Frum, quien añadió: “Este aparente vacío fue ocupado por escorpiones, por alimañas que prometieron a la gente tener soluciones y al final vemos cómo solo están encabezando burocracias corruptas, ineptas, autoritarias e irresponsables”.
Desencanto
El segundo día de trabajos se llevó a cabo en la sede del Colegio Nacional con la mesa Economía y crisis de representación. En ella los participantes, Carlos Elizondo Mayer-Serra, David Frum e Ivan Krastev, aseguraron que la globalización de las últimas décadas redujo la desigualdad entre países, sacando a cientos de millones de personas de la pobreza.

Reconocieron, sin embargo, que en muchas democracias avanzadas —y sobre todo las no muy avanzadas— el liberalismo dejó perdedores, sobre todo en las últimas décadas en que amplios sectores sociales se sintieron desplazados por el cambio tecnológico y económico.
Esa tensión, sumada a la percepción de que las élites viven de espaldas a la mayoría, alimenta el desencanto con la representación política, a decir de los expertos que participaron en esa segunda jornada.
Además, señalaron los ponentes, en países como México el combate a la pobreza es utilizado como justificación para emprender reformas antidemocráticas.
En su intervención, Carlos Elizondo Mayer-Serra, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), recordó que luego de que los gobiernos populistas de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo quebraron al país con políticas económicas erradas y un pésimo manejo del gasto, se abrió el camino para que llegaran los políticos de corte neoliberal. “No había de otra”.
Agregó: “Llegaron los neoliberales, establecieron una política fiscal y de gasto más responsable, desincorporaron empresas del Estado que eran obsoletas y por ende improductivas, y mantuvieron cierta estabilidad económica; pero al final tampoco fueron capaces de cumplir con las expectativas de la gente en el sentido de mejorar las condiciones de vida con estabilidad económica y crecimiento; algo que sí lograron naciones como España o Portugal, por ejemplo”.
Continuó: “El magro crecimiento económico derivó en una creciente desigualdad, y a esto se sumó que las instituciones que iban creando los neoliberales no tuvieron la suficiente fuerza para contribuir al crecimiento, y todavía hay que sumar la crisis económica de 2008. ¿Qué pasó? El camino quedó listo para que llegara un personaje con un discurso distinto. ¿Quién fue? Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué? Pues porque, insisto, el modelo neoliberal generó condiciones de mayor desigualdad”.
Así, puntualizó, “se abrió la puerta a los populistas (no me gusta la palabra), es decir, personas que convencen a la mayoría de tener soluciones a los problemas económicos de la gente”.
“La democracia y la libertad están bajo acecho en todo el mundo”.
Finalmente, Elizondo Mayer-Serra se refirió a la situación que viven Venezuela y Estados Unidos. Adelantó que si esto termina como muchos lo esperan, es decir, con la salida de Nicolás Maduro, “varios países en América Latina verán un cambio en el modo de relacionarse con Estados Unidos, que ya dejó ver que no permitirá dictaduras en América y se impondrá con su poderío militar, sin importarle que esté violando tratados internacionales. Yo no digo que esto sea bueno, pero para mucha gente —por ejemplo, una gran cantidad de venezolanos— ese intervencionismo estadunidense representa una luz de esperanza para terminar con los gobiernos autoritarios que padecen”.
En ese segundo día igual se llevó a cabo la mesa El malestar en las sociedades liberales, en la que Berman abordó la interconexión esencial entre democracia y liberalismo: “El liberalismo es inconcebible sin la democracia, porque el liberalismo consiste en dos ideas: libertad, pero también humanismo”.

Asimismo, planteó un argumento provocador: “El avance del antiliberalismo podría deberse, paradójicamente, a que el liberalismo nunca ha sido tan exitoso”.
Wieseltier, a su vez, defendió la estructura liberal a pesar de las fallas que ha tenido: “Hemos cometido errores, debemos corregirlos”.
De igual manera, subrayó que “nadie tiene el derecho de venir a decirnos que el andamiaje liberal completo debe terminar porque somos infelices o porque somos pobres; esos son problemas de políticas”.
En este sentido, el analista y catedrático Mark Lilla sugirió no confundir los términos de Estado fallido y liberalismo: “Somos liberales autoflagelantes. Nos preguntamos cómo le ha fallado tanto el liberalismo a la gente. No hay nada malo en el liberalismo. ¿Qué les pasa a las personas que le dan la espalda a este sistema? Parece que algo se ha roto”.
Para los ponentes es importante hacer frente al pesimismo y a las críticas: “El liberalismo debe encontrar la manera de renovar su legitimidad”.
“Esos temas del autoritarismo deben preocupar a todo ciudadano que valora la libertad”.
Amenaza
En el tercer día de ponencias se realizó la mesa La amenaza autoritaria, en la que participaron José Ramón Cossío, José María Lassalle y Celeste Marcus.
En ella los ponentes analizaron cómo el autoritarismo ya no llega solamente en forma de golpes militares, sino que también avanza con reformas legales discretas, manipulación de tribunales y control de los medios informativos.
Afirmaron: “A veces se impone con estridencia; otras, se infiltra poco a poco hasta hacer irreconocibles las instituciones. El reto es doble: detectar a tiempo esas derivas y desarrollar los instrumentos que pueden ayudarnos a detenerlas”.
Cossío, exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), formuló una reflexión: “No tengo claro dónde concluye el gobierno y empieza la delincuencia. Cómo explicas a los jóvenes que deben acatar la ley, cómo les enseñas derecho y civilidad. Estamos teniendo puntos de hartazgo importantes. Pero reconozco en los jóvenes una voluntad de saber, de entender y movilizarse”.
A su vez, Berman subrayó que la vigencia del liberalismo debe comenzar a analizarse más allá de la política o la economía: a partir de los valores fundamentales. “Enfrentamos una crisis cultural que proviene del fracaso de la gente para entender qué es ser una persona liberal”.
La segunda mesa del tercer día de trabajo fue La identidad y lo que compartimos, que contó con la participación de Daniel Gascón, Gisela Kozak y David Rieff.
En ella se habló de la tensión que actualmente genera la pluralidad política y lo difícil que es lograr la cohesión social en las democracias. “Las batallas identitarias de izquierdas y derechas —del woke al antiwoke, por ejemplo— fragmentan el espacio común”, expusieron los participantes.
Ante ello, acordaron que desde diversos sectores se debe trabajar para fomentar el respeto y la tolerancia, algo que resulta muy complicado, sobre todo cuando el principal discurso de los populistas es, precisamente, fomentar “división, odio, resentimiento, envidia e intolerancia”.
Vías para defender la libertad
En el cuarto y último día de trabajos, celebrado de nueva cuenta en la UL, se abordó el tema Posverdad, opinión pública y libertad y contó con la participación de Daniel Gascón, José María Lassalle y León Krauze, con el periodista Leonardo Curzio como moderador.
Ahí se habló de cómo el internet y las redes sociales han transformado el funcionamiento de la opinión pública. Por ejemplo, señalaron, la abundancia de información convive con campañas de noticias falsas y con la difusión de supuestos sucesos que en realidad son propaganda política.
“Para complicar las cosas, la desinformación también se utiliza como arma política, hasta convertirse en otra forma de manipulación”, argumentaron los ponentes.

Los trabajos concluyeron con la mesa Libertad en resistencia alrededor del mundo, en la que participaron Lorenzo Córdova, Celeste Marcus, Branko Milanovi´c y David Rieff.
Se habló de cómo en países como Nicaragua y Venezuela el periodismo independiente sobrevive bajo acoso. También se mencionó que en diversas partes del mundo las sociedades, y en especial los jóvenes, comienzan a tomar conciencia y salen a las calles a protestar o bien intensifican sus mensajes en redes sociales para resaltar las fallas de los gobernantes, en particular cuando estos son de corte populista.
“Irrumpieron los populismos, los autoritarismos, la guerra, el fanatismo de la identidad”.
Córdova, académico de la UNAM y expresidente del INE, agradeció a los convocantes del encuentro el haber celebrado este espacio de reflexión que “nos permitirá averiguar las vías por las que debemos avanzar para rescatar la democracia”.
Asimismo, el experto en Derecho Electoral aseguró que “México es ejemplo de cómo una opción populista destruye a las instituciones democráticas”. En este sentido, advirtió que la siguiente institución que está en la mira del gobierno es el Instituto Nacional Electoral: “Destruir el sistema electoral es parte del libreto del autoritarismo”.
Finalmente, llamó a dar la batalla desde diferentes ámbitos: “El cambio de actitud en la sociedad, para no permitir que se imponga el autoritarismo; además de seguir generando conciencia desde las universidades (por cierto, uno de los espacios más atacados por los populistas, como es el caso de la UNAM actualmente); y uno más sería defender el periodismo independiente”.
La periodista política Ivabelle Arroyo, quien moderó la última mesa, sentenció: “Este no es un final, es solo un capítulo de futuras discusiones que vendrán, porque es un hecho que el populismo autoritario sigue poniendo en peligro la libertad”.

