Cada año, las personas ingieren sin saberlo más de 50.000 partículas de plástico. Están en el agua que bebemos, en los alimentos que consumimos y flotan invisibles en el aire que respiramos.
Se calcula que al menos 11 millones de toneladas de desechos plásticos llegan anualmente a cuerpos de agua, una cifra equivalente al peso de más de 1.000 Torres Eiffel. Los microplásticos (fragmentos menores de 5 mm) ya han sido detectados en entornos árticos, cordilleras, alimentos procesados e incluso en placentas humanas.
Diversos estudios muestran que entre 60% y 90% de los residuos en playas mexicanas son plásticos. A eso se suma un consumo per cápita de 66 kg de plástico por habitante al año, con una generación de residuos plásticos cercana a los 59 kg. Este tipo de contaminación no solo afecta la biodiversidad, sino que compromete la salud humana y la economía de sectores clave como el turismo, la pesca o la agricultura.
Se calcula que, en 2021, México generó alrededor de 3.4 millones de toneladas de residuos plásticos. De esa cantidad, más del 70% correspondía a envases con potencial para ser reciclados, reutilizados o compostados. Sin embargo, únicamente el 6% del plástico producido en el país es efectivamente reutilizado, lo que evidencia un problema en su manejo y disposición final.
Frente a esta emergencia ambiental, los especialistas en higiene de Tork, llaman a las empresas de todos los sectores a repensar la forma en cómo producen y promueven iniciativas de sostenibilidad con una fabricación más sostenible, sustituyendo plásticos en los embalajes por alternativas reciclables y circulares.