LEPRA: YA NO ES UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA EN MÉXICO

“El contagio se puede dar a través de la saliva al momento de estornudar o toser”.

Lorena Ríos
Bienestar
LEPRA

Poner fin a la discriminación, el estigma y los prejuicios es fundamental para acabar con esta enfermedad, de la que a nivel mundial se han curado casi cuatro millones de personas.

La lepra es una infección originada por la bacteria Mycobacterium leprae que suele afectar la piel, nervios y mucosas, pero que también daña prácticamente cualquier parte del cuerpo, inclusive los ojos y las vías respiratorias: sin el tratamiento debido causa discapacidad por la pérdida de movilidad en las extremidades, mutilación, además de exclusión social.

Esta enfermedad, cuyo Día Mundial se conmemora el último domingo de enero, afecta principalmente la mucosa del tracto respiratorio superior y los ojos. En algunos casos los síntomas pueden aparecer nueve meses después de la contaminación y en otros pueden tardar hasta 20 años.

Aunque la lepra no es muy infecciosa, se transmite a través del contacto cercano y frecuente con personas infectadas no tratadas. Esta enfermedad es curable y el tratamiento ofrecido reduce considerablemente las posibilidades de deficiencia.

Las personas afectadas por la lepra a menudo son discriminadas y estigmatizadas, situación que tiene un impacto negativo en el acceso al diagnóstico, el resultado del tratamiento y el resultado de la atención, además de que viola los derechos civiles, políticos y sociales de los enfermos. Poner fin a la discriminación, el estigma y los prejuicios es fundamental para acabar con la lepra.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que en el planeta se notifican 210 mil nuevos casos anualmente. Por otro lado, se estima que hay entre tres y cuatro millones de personas que ya se han curado, pero tienen algún grado de discapacidad. La lepra se encuentra en 127 países, con 80% de los casos en India, Brasil e Indonesia. Además, se han notificado casos de lepra en 24 naciones de América, algunos con más de 100 casos por año: Argentina, Colombia, Cuba, México, Paraguay, República Dominicana y Venezuela.

En México sí existe cura y el tratamiento está disponible en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). La terapia consiste en poliquimioterapia, que son tres medicamentos combinados (dapsona, rifampicina y clofazimina); la cura es total y en menor tiempo. Actualmente en el país se tienen registrados 300 casos diseminados en 28 estados. La mayoría se concentran en seis entidades: Coahuila, Chihuahua, Guerrero, Michoacán, Nayarit y Sinaloa.

Tratamiento y vigilancia

El doctor Sergio Gutiérrez Hernández, médico adscrito al Servicio de Infectología del Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional (CMN) La Raza, explica que además de llevar a cabo una estricta vigilancia de la evolución del paciente se considera al entorno familiar y social de la persona con el padecimiento, a fin de evitar que se propague el contagio con acciones oportunas de diagnóstico y tratamiento para quienes presentan síntomas.

El especialista indica que la tasa de infección es particularmente baja en el caso de la lepra, ya que menos de 10% de quienes estuvieron en contacto con una persona con el padecimiento desarrollará la enfermedad.

Para considerar erradicada esta enfermedad por parte de la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) debe haber menos de un caso por cada 100 mil habitantes.

Respecto de las características de la enfermedad, dice que el contagio se da de una persona que ya tiene lepra a otra, a través de la saliva al momento de estornudar o toser; afecta más a los hombres en una proporción de dos a uno; y si bien el contagio puede presentarse en cualquier etapa de la vida, la mayoría de los casos se registra en personas entre la segunda y tercera década de la vida.

Explica que la OMS hizo el planteamiento para erradicar la enfermedad bajo tres pilares: concientizar a la población para la detección temprana de los síntomas; adiestrar a los profesionales de la salud para el diagnóstico oportuno; y otorgar tratamiento al inicio del padecimiento, para lograr así la cura total y evitar secuelas.

La lepra, explica, data de civilizaciones de hasta 400 años antes de nuestra era. “Inicialmente se pensaba que era una enfermedad hereditaria, se estigmatizaba a los pacientes y se les excluía de la vida social. En México se ignora exactamente el tiempo de aparición, si fue antes o después de la Conquista; lo que se sabe bien es que en 1528 se construyen los primeros leprosarios, sitios prácticamente amurallados que excluían a las personas; y las que lograban fugarse diseminaban la infección”.

Sin tratamiento, esta enfermedad puede causar daño a los nervios, lo que se traduce en debilidad en manos y pies, así como en la presencia de deformidad visible. Si bien la lepra es completamente curable con una terapia múltiple de medicamentos que es gratuita, los retrasos en el tratamiento pueden llevar a una discapacidad permanente.

“No bajar la guardia”

De igual forma, la dermatooncóloga Claudia Ileana Sáenz Corral, del Servicio de Dermatología del Hospital General Manuel Gea González, indica que si bien este padecimiento no es frecuente entre la población, no se debe bajar la guardia en su diagnóstico.

Por ser tan baja su prevalencia se piensa que ya no existe; sin embargo, en México se tienen zonas endémicas como Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Guerrero, Nuevo León y Coahuila.

La especialista informa que la enfermedad infectocontagiosa se clasifica en dos tipos polares: lepra lepromatosa y lepra tuberculoide, así como dos grupos de casos, indeterminados y dimorfos. Cada una tiene manifestaciones clínicas distintas. En la lepra tuberculoide se puede observar una o pocas manchas blancas, sin sensibilidad. En la lepromatosa las lesiones tienen forma de nódulos (bolas) que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. Otro tipo es la difusa, en la que se observa la cara lisa, brillante (facies suculenta), debido a la infiltración de la piel por el bacilo.

Finalmente, señala que las personas que sufren de este último tipo presentan alopecia de cejas y pestañas, además de un cambio en la esclerótica (parte blanca del ojo), la cual toma una tonalidad azulada. Además, si no son atendidas de manera oportuna pueden presentar deformidades en la nariz (catalejo) y extremidades.