Nanacamilpa y sus luciérnagas: un ejemplo de turismo sustentable

El Rancho Buenavista es uno de los centros ecoturísticos más representativos del estado de Tlaxcala, gracias a sus prácticas de sustentabilidad

luciernagas1.jpeg
Cortesía Rancho Buenavista
Martha Mejía
Bienestar
Share

Nanacamilpa, Tlaxcala. El sol comienza a esconderse detrás de los pinos y el bosque se cubre con una neblina ligera que huele a tierra húmeda y madera mojada. La tarde se apaga lentamente y, con ella, el paisaje entra en una pausa natural. No hay prisa. El bosque se prepara para uno de sus rituales más íntimos: el encendido silencioso de las luciérnagas.
Los visitantes, que han llegado desde temprano, esperan con respeto. No hay celulares encendidos, ni música, ni risas estridentes. Solo susurros, pasos leves sobre la hojarasca y ojos bien abiertos. Todos saben que están por presenciar un fenómeno que escapa al lenguaje. Algo que, más que verse, se siente.

Estamos en Rancho Buenavista, un centro ecoturístico enclavado en el corazón de Tlaxcala. Aquí, cada verano, el bosque se convierte en un santuario de luz.

Un bosque que parpadea

Cuando la oscuridad se instala del todo, sucede la magia. Al principio, una chispa. Luego otra. Y otra. Hasta que el bosque entero comienza a parpadear. Son miles de luciérnagas danzando en el aire, dibujando con sus cuerpos un lenguaje de luz que solo ellas entienden, pero que nosotros observamos con el asombro de quien contempla algo mágico.

No se oye nada. Solo el canto lejano de un ave nocturna y el crujir suave de ramas. Los guías —habitantes de la comunidad que conocen este ecosistema como la palma de una mano— caminan al frente del grupo con paso tranquilo. Cuidan no solo del sendero, sino del respeto. “Sin luces artificiales, sin ruidos, sin repelente”, dicen al iniciar el recorrido. Aquí todo es naturaleza, y cualquier interferencia humana puede romper el equilibrio.

Toda una aventura

Pero la experiencia en Rancho Buenavista comienza mucho antes del anochecer. Es un lugar donde el tiempo se vive diferente, más cerca del ritmo del campo, de los fogones encendidos, de las historias que se comparten sin reloj.

Alberto Pérez-Bolde, el patriarca del rancho, observa todo con calma. Lleva las manos curtidas por el trabajo y los ojos despiertos. Él es quien cambió los cultivos por un proyecto más amplio: un turismo que da sustento a su familia y oportunidades reales a decenas de personas en Nanacamilpa.

“Cada luciérnaga que ves aquí representa años de cuidar este bosque. Cada visitante que regresa con respeto es parte de esta historia. Y cada árbol plantado es una promesa para los que vienen después de nosotros”, dice.

Hoy, gracias a ese cambio de visión, Rancho Buenavista no solo conserva el ecosistema; también genera empleos estables para guías, cocineras, anfitriones y jóvenes que antes se veían obligados a migrar.

Rancho2.jpg

El bosque de día

Durante el día, los visitantes recorren los senderos del bosque, suben al mirador y observan cómo la tarde se posa suavemente sobre las copas de los árboles. En el comedor, se escucha hablar del maíz, no como cultivo, sino como herencia. La charla se convierte en una lección viva sobre identidad y memoria colectiva.

Después, en otra estación del día, llega el pulque. Extraído del maguey con paciencia milenaria, fermentado con saberes que escapan a la prisa moderna. Se sirve en jícaras, se degusta con calma. Cada trago es un puente con lo ancestral.

pulque.jpg

Para quienes buscan ir más profundo, existe la “Expresión Holística”, una sesión de pintura guiada que no pretende formar artistas, sino despertar intuiciones. Frente al lienzo, el pincel se convierte en puente hacia el interior. Holística”, una sesión de pintura guiada que no busca crear arte, sino despertar conciencia. Frente al lienzo, los participantes se conectan con su energía, su intuición, el mensaje del momento.

Plantar para quedarse

Algunos vienen por las luciérnagas, pero se quedan por la raíz. Literalmente. Rancho Buenavista invita a cada visitante a plantar un árbol, no como gesto simbólico, sino como acto tangible de compromiso con el bosque.

Y en el centro del lugar, hay un testigo silencioso de todo: un árbol de más de doscientos años. Alto, quieto, majestuoso. Muchos lo abrazan. Otros le confían deseos en listones que cuelgan de sus ramas. Frente a él, el tiempo se detiene. No hace falta decir nada.

La noche no termina con las luciérnagas. Aquí se duerme con el sonido de grillos, el crujir de la leña y el murmullo del bosque. Las opciones de hospedaje —eco cabañas, glamping o zona de camping— permiten descansar sin romper la armonía con el entorno.

Y al amanecer, un desayuno con café caliente, pan del rancho y fruta fresca une de nuevo a los visitantes. Las palabras vuelven, pero algo ha cambiado. Se nota en las miradas, una nueva calma en los gestos.

Turismo que transforma

Rancho Buenavista no es un parque temático. Aquí no se viene a consumir experiencias, sino a habitar el tiempo, a reconectarse con lo esencial. Con reconocimientos como Safe Travels y Punto Limpio, se ha consolidado como un modelo de turismo regenerativo, que no solo cuida el medio ambiente, sino que impulsa el bienestar de toda una comunidad.
Aquí, las luciérnagas no solo iluminan el bosque: iluminan la conciencia. Porque cuando la naturaleza habla, lo único que queda es escuchar. Y quizás, al hacerlo, volver a encender algo dentro de nosotros.

actividad holistica.jpg

Este centro eco turístico y santuario de luciérnagas, se encuentra en el Municipio de Nanacamilpa en Tlaxcala, brinda servicios de ecoturismo todo el año. Si deseas más información puedes visitar sus redes sociales:

o Facebook
o Instagram
o Sitio web

×