Importancia de controlar la hipertensión arterial en pacientes trasplantados

Una de las claves es el uso adecuado de una terapia inmunosupresora

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Cortesía Nucleus
Redacción
Bienestar
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El Día Mundial de la Hipertensión Arterial se conmemora cada 17 de mayo con el

propósito de promover la concienciación y los esfuerzos para prevenir, diagnosticar y

controlar la hipertensión arterial, principal factor de riesgo para padecer enfermedades

cardiovasculares. Ésta se presenta cuando la presión de la sangre en nuestros vasos

sanguíneos es demasiado alta, que puede ser grave si no se trata. A veces no causa

síntomas y la única forma de detectarla es tomarse la tensión arterial. En México, se

calcula que aproximadamente 30 millones de personas la padecen.

Algunas de sus causas son el sobrepeso y la obesidad, sedentarismo, consumo excesivo

de sal y alcohol, tabaquismo, antecedentes familiares, estrés, tener más de 60 años, entre

otros. Se manifiestan síntomas como: dolor de cabeza, visión borrosa, mareo, zumbido

de oídos, nerviosismo y cansancio.

¿Qué sucede con los pacientes trasplantados bajo terapia inmunosupresora?

En el marco de esta fecha, el Dr. Andrés Beck Magaña de Caritas Pharma, explica: “Los

inmunosupresores permiten que los pacientes trasplantados vivan vidas más plenas y

activas al prevenir el rechazo del órgano trasplantado, por eso se conocen como

medicamentos anti-rechazo. Aunque algunos pacientes puedan experimentar efectos

secundarios como la hipertensión arterial, en comparación con la alternativa de no tomar

estos medicamentos, los beneficios en términos de salud y bienestar son significativos”,

destacando que en la práctica se utiliza una combinación de inmunosupresores de

manera que la respuesta inmunitaria se pueda suprimir lo más eficazmente posible.

La hipertensión arterial es frecuente posterior al trasplante de órganos sólidos (renal-

hepático-cardíaco) y uno de los factores de riesgo más importantes para la sobrevida del

injerto y del paciente. La supervivencia de los trasplantes ha mejorado en forma sustancial

con el advenimiento de nuevos medicamentos inmunosupresores, sin embargo, no están

exentos de efectos adversos.

La incidencia de hipertensión arterial llega al 98% en trasplantados cardíacos a los 10

años, al 67-90% en los trasplantados renales, y a más del 50% en los trasplantados

hepáticos.

“La presencia de hipertensión arterial en el receptor antes del trasplante se considera

como un factor de riesgo relevante para desarrollarla después del trasplante. Algunos

expertos incluso lo reconocen como el factor principal”, agrega el Dr. Andrés Beck

Magaña.

“De hecho, los pacientes con hipertensión arterial previa al trasplante suelen ser

más difíciles de controlar en el post-trasplante, llegando a necesitar un mayor número de

medicamentos para su control, aunque lo recomendable sería adecuar las dosis y

tratamiento de inmunosupresores en general antes de iniciar el tratamiento

antihipertensivo”.

Las terapias con inmunosupresores pueden ser de inducción, de uso intravenoso, para

prevenir el rechazo agudo y crónico durante las primeras semanas post-trasplante, o de

mantenimiento, de uso oral, que deben tomar a largo plazo para conseguir una buena

función del injerto con la máxima supervivencia del receptor.

Enfatiza el Dr. Andrés Beck Magaña que la detección temprana y el manejo adecuado de

la hipertensión arterial en pacientes trasplantados son parte integral de su atención

médica. “La colaboración estrecha entre los pacientes y sus equipos médicos, junto con

un seguimiento puntual, ayuda a garantizar que cualquier efecto secundario se aborde

rápidamente, lo que permite a los pacientes mantener una buena salud y calidad de vida a

largo plazo”, reconociendo la importancia de abordar y gestionar los efectos secundarios

de manera proactiva.