Muchos pacientes tienen síntomas previos que incluyen disminución del olfato, problemas de estreñimiento, alteraciones en el sueño por movimientos involuntarios e incluso alteraciones afectivas como depresión o ansiedad.
La enfermedad de Parkinson es una afección crónica y progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento y puede causar temblores, rigidez muscular y dificultades para caminar. Las personas con esta condición presentan cambios en el sistema nervioso autónomo que regula la frecuencia cardiaca, la presión arterial, la función urinaria y del tubo digestivo. También experimentan deterioro cognitivo, variaciones en el estado de ánimo, depresión y ansiedad.
Si bien no tiene cura, el tratamiento oportuno puede mejorar la calidad de vida de los pacientes, además de actividades lúdicas, musicoterapia, juegos mentales y adecuada alimentación.
Cifras del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN) revelan que el Parkinson ocupa el tercer lugar en frecuencia dentro de las enfermedades neurológicas en el país.
De hecho, en México 50 de cada 100 mil habitantes pueden padecerla y a nivel mundial se calcula que siete millones de personas mayores de 50 años sufren esta enfermedad.
Trastorno del sistema nervioso
La enfermedad de Parkinson es un padecimiento crónico, progresivo y que forma parte de una serie de condiciones neurodegenerativas. Las personas que viven con este mal pueden tener síntomas motores variados; principalmente se relacionan con temblores, aunque no todos los pacientes los manifiestan. También se incluye lentitud en el movimiento, extremidades rígidas, contractura en los músculos, dolor, dificultad para caminar o falta de equilibrio.
Por otra parte, en ocasiones los pacientes llegan a perder expresividad facial y habla clara.
Héctor Rubén Martínez Hernández, médico especialista en neurología de la Clínica de Parkinson y otros Trastornos del Movimiento del Centro Médico ABC, dice que esta enfermedad, la segunda con mayor frecuencia en temas neurológicos en adultos y solo por debajo del Alzheimer, es un trastorno del sistema nervioso que se desarrolla con el tiempo, afectando no solamente el movimiento de la persona, sino también perjudicando de manera gradual sus habilidades motoras.
El especialista señala que muchos pacientes tienen síntomas previos que incluyen disminución del olfato, problemas de estreñimiento, alteraciones en el sueño por movimientos involuntarios e incluso llegan a alteraciones afectivas como la depresión o la ansiedad.
Todo esto se puede presentar de manera individual o en conjunto en diferentes etapas de la enfermedad, pudiendo ser hasta 15 años antes de que aparezcan los síntomas motores.Aunque no se sabe la causa precisa de esta enfermedad Martínez señala que 5% de las personas que viven con Parkinson lo adquirieron de manera genética y se desconoce su origen en los demás casos.
“Existen datos que pudieran influir en la aparición de la enfermedad, como estados de inflamación crónica dentro y fuera del sistema nervioso central, un desbalance en la dieta, golpearse de forma importante en la cabeza o exponerse a algunos medicamentos, así como el acercamiento a ciertas sustancias nocivas como herbicidas o pesticidas, que pueden estar en algunos alimentos que se consumen”, explica.
La mayoría de los pacientes con Parkinson presentan edad avanzada, pero existen casos de jóvenes menores a los 40 años e incluso niños.
Otra característica particular de la enfermedad es que, aun cuando se da en los dos géneros, tiene una mayor prevalencia en hombres.
Transmisores cerebrales
En los casos donde la enfermedad de Parkinson no comienza con los temblores se vuelve complicado detectar los síntomas y realizar un diagnóstico acertado, lo que contribuye a que se confundan estos síntomas con situaciones propias de la edad.
Debido a esto es importante un diagnóstico preciso con base en un examen neurológico detallado para lograr conectar los diferentes síntomas. “Nos apoyamos en estudios de laboratorio, resonancias e imágenes del cerebro para detectar que las alteraciones no se deban a otro tipo de padecimiento”, indica el neurólogo.
Este padecimiento es multifactorial y se relaciona con una disminución progresiva de varios transmisores cerebrales —entre ellos la dopamina— que se encargan de conectar las neuronas de forma apropiada y la coordinación de los movimientos.Su tratamiento se divide en tres áreas: primero, la actividad física, que incluye en diferentes etapas terapia de rehabilitación u ocupacional y que es indispensable desde el inicio del padecimiento para permitir que el paciente tenga una mejor evolución; luego, el tratamiento farmacológico, encaminado a aumentar o mejorar los niveles de dopamina; y, finalmente, en casos donde el paciente se vuelve resistente a los medicamentos, la cirugía.Integran la Clínica de Parkinson y Trastornos del Movimiento neurólogos, neurocirujanos y neurosiquiatras especializados en atender este padecimiento. “Tenemos la finalidad de ver de forma integral a los pacientes y poder acercarlos a las diferentes opciones de tratamiento para mejorar su calidad de vida y acompañarlos para aligerar la carga”, comparte Martínez.
Cirugía de estimulación
Por otra parte, existen alternativas para los pacientes que viven con Parkinson y en quienes el tratamiento con medicamentos no es suficiente para mantener la calidad de vida. En estos casos se puede realizar una terapia conocida como estimulación cerebral profunda, que consiste en la colocación de electrodos en el cerebro en ciertas zonas o núcleos cerebrales.Al respecto, el doctor Alfonso Arellano Reynoso, neurocirujano funcional y coordinador quirúrgico de la Clínica de Parkinson, señala que “esta técnica ha sido de gran ayuda al lograr hacer modificaciones de los circuitos cerebrales encargados de la coordinación, de los movimientos del cuerpo, así como de la regulación de la conducta. Esto se logra mediante un proceso que incluye técnicas de resonancia magnética de alta definición, sistemas de coordenadas ultra exactos y pruebas de micromonitoreo durante la cirugía. Todo esto es necesario para obtener la eficacia esperada de la cirugía”, detalla el especialista.Dentro de los criterios principales para ofrecer el tratamiento quirúrgico se encuentran tener un diagnóstico de enfermedad de Parkinson de por lo menos cinco años de duración; disminución de la eficacia o intolerancia a los medicamentos; estabilidad en el desempeño de funciones cognitivas; ausencia de alteraciones de la conducta o de las emociones (por ejemplo, depresión); y normalidad en la anatomía cerebral, documentada con un estudio de resonancia magnética.
Para el desarrollo de la cirugía, que es mínimamente invasiva, se introduce un electrodo en cada lado del cerebro y estos se conectan a un marcapasos. Una vez en su posición este liberará una corriente eléctrica conocida como neuromodulación, la cual modificará la función cerebral y permitirá mejorar los síntomas del paciente con respecto de su temblor, lentitud, rigidez, dificultad para caminar, dificultad para dormir y otros síntomas de la enfermedad, concluye.