Ciudad de México, 11 septiembre 2025.- Es una realidad que la diabetes es la principal causa de insuficiencia renal. Debido a esto, los pacientes con diabetes tipo 2 eran previamente descartados como potenciales donantes de riñón en vida. Sin embargo, la Red de Adquisición y Trasplante de Órganos actualizó sus criterios de los donantes en vida para permitir que las personas con diabetes tipo 2 puedan donar un riñón en caso de que no haya evidencia de daños en los órganos o riesgo inadmisible de complicaciones de por vida.
El principal beneficio de este cambio en las políticas de donación es permitir que las personas interesadas en convertirse en donantes de riñón en vida, pero que antes no podían, ahora tengan esa oportunidad. Esto puede aumentar el número de posibles donantes de riñón en vida y ser un salvavidas para muchas personas que padecen de enfermedad renal terminal.
Requisitos
El Centro de Trasplantes de Mayo Clinic también ha adoptado sus propias políticas de manera más estricta para minimizar los riesgos potenciales. Además de los criterios nacionales, los pacientes de Mayo Clinic con diabetes tipo 2 también deben cumplir con los siguientes requisitos para ser donantes:
- Tener 60 años o más.
- Tener diabetes bien controlada y no usar insulina.
- Si tiene más de 65 años, puede estar usando hasta dos medicamentos orales para la diabetes.
- No tener sobrepeso.
- No tener historia familiar de enfermedad renal.
- Someterse a una evaluación de salud detallada y a una evaluación de riesgos individualizada.
Sin embargo, las personas con diabetes tipo 1 siguen siendo inelegibles para ser donantes de riñón en vida. Según la United Network for Organ Sharing, alrededor de 89 mil personas están en la lista de espera para el trasplante de riñón en los Estados Unidos.
Desafortunadamente, la enfermedad renal suele ser irreversible y tiende a empeorar con el tiempo. Aunque algunos tipos de insuficiencia renal aguda pueden ser revertidos, la enfermedad renal crónica, en términos generales, es una enfermedad progresiva que conduce a diálisis o a la necesidad de un trasplante de riñón.
Si alguien está experimentando una enfermedad terminal, una opción es someterse a diálisis, que a su vez reemplaza temporalmente la función renal. Esto se puede hacer a través de la sangre, conocida como hemodiálisis, o a través del abdomen, llamado diálisis peritoneal. Sin embargo, el trasplante de riñón es el tratamiento estándar de oro, ya que los estudios muestran que los pacientes trasplantados viven más tiempo y tienen una mejor calidad de vida que los que están en diálisis.
Los trasplantes de riñón de donantes en vida tienden a ser más rápidos que los de donantes fallecidos; el proceso de donación de riñón en vida se concluye en semanas o meses, mientras que la espera de un riñón de un donante fallecido puede durar años. La investigación ha demostrado que las personas que reciben un riñón de un donante en vida presentan mejores resultados que las que reciben un trasplante de riñón de un donante fallecido.
La cirugía de trasplante de riñón se realiza mediante un enfoque laparoscópico mínimamente invasivo, con pequeñas incisiones en el abdomen, utilizando instrumentos quirúrgicos y un tubo delgado con una cámara en el extremo llamado laparoscopio.
“En general, los pacientes permanecen poco tiempo en el hospital y sienten menos dolor en comparación con una cirugía abierta. Después de donar un riñón, muchos donantes regresan al trabajo y las actividades diarias en unas pocas semanas”, señala el Dr. Naim Issa, del departamento de Nefrología, Mayo Clinic, Rochester, Minnesota.