El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una condición que acompaña a quien lo padece a lo largo de toda su vida. Así lo asegura el doctor Emmanuel Sarmiento Hernández, presidente de la Asociación Mexicana de Psiquiatría Infantil (AMPI), quien destaca.
“Esta condición forma parte de un grupo más amplio de trastornos del neurodesarrollo, que incluye también el espectro autista, la discapacidad intelectual, los trastornos del aprendizaje y los tics.”
A pesar de que el TDAH no tiene cura, Sarmiento Hernández destaca que, con un tratamiento adecuado, es posible mejorar significativamente la calidad de vida de quienes lo padecen. Un enfoque integral y oportuno permite alcanzar un desarrollo funcional y social comparable al de cualquier individuo.
El Paidopsiquiatra, Investigador en Ciencias Médicas, explica que el TDAH puede manifestarse de tres formas distintas: con predominio de la inatención, la hiperactividad e impulsividad, o como una combinación de todas. En los primeros casos, los síntomas más visibles son la desorganización, la distracción y el olvido; en los segundos, sobresale la incapacidad para quedarse quieto, la interrupción constante y la baja tolerancia a la frustración.
Uno de los elementos que más destaca el especialista son los factores genéticos relacionados con el TDAH. “Es uno de los trastornos con mayor heredabilidad”, dice. De ahí que sea común identificar comportamientos similares en los padres o abuelos de niños que han sido diagnosticados. Sin embargo, subraya que durante décadas el padecimiento fue estigmatizado, especialmente en generaciones anteriores, donde los niños eran simplemente catalogados como “latosos” o “distraídos” sin recibir atención especializada.
Diagnóstico oportuno
Aunque las cifras varían, se estima que entre 5% y 7% de la población infantil vive con este diagnóstico, una prevalencia que se mantiene constante a nivel global. No obstante, los países con mayor desarrollo cuentan con mejores mecanismos de detección, estadísticas más actualizadas y estructuras de tratamiento más sólidas. En México, en cambio, muchas veces el acceso a servicios especializados está limitado por factores económicos, culturales y de infraestructura.
Sarmiento Hernández subraya la importancia del diagnóstico temprano. Una identificación oportuna permite aplicar intervenciones que pueden transformar por completo el pronóstico del paciente. En contraste, quienes llegan a la vida adulta sin diagnóstico ni tratamiento suelen enfrentar mayores complicaciones: abandono escolar, embarazos no planeados, consumo de sustancias, trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión, e incluso mayor riesgo de accidentes.
“Cuando alguien no recibe tratamiento, su vida puede ser mucho más difícil. No necesariamente le irá mal, pero tendrá que esforzarse mucho más. Y si no tiene una red de apoyo familiar sólida, los riesgos aumentan significativamente”, alerta el especialista.
Medicación mejora el funcionamiento integral
En este contexto, el tratamiento farmacológico juega un papel esencial. El doctor Sarmiento Hernández lo define como “la piedra angular” del abordaje clínico del TDAH. Aunque existe una fuerte estigmatización en torno al uso de medicamentos, especialmente en menores de edad, el especialista aclara que su función no es alterar la personalidad de los pacientes, sino reducir la intensidad de los síntomas. “El medicamento no los vuelve menos graciosos, ni los cambia. Solo mejora su atención, baja su impulsividad y les permite funcionar mejor”, enfatiza.
El impacto positivo de la medicación se refleja en múltiples ámbitos: en el rendimiento escolar, la dinámica familiar y la integración social. Si bien los niños pequeños no siempre pueden verbalizar los beneficios del tratamiento, padres y maestros suelen notar rápidamente las mejoras. En adolescentes y adultos, el efecto es aún más evidente: “Me dicen que se sienten más funcionales, que el día les rinde más, que son menos explosivos. No es magia, simplemente ahora pueden concentrarse y organizarse”, afirma.
Se detalla que, en la actualidad, existen diversos tipos de medicamentos, cada uno diseñado para regular diferentes aspectos, de acuerdo con diversas líneas de tratamiento y guías clínicas. “Existen una amplia gama de fármacos aprobados por las autoridades sanitarias de cada país para el tratamiento del TDAH, los cuales se clasifican principalmente en dos grupos: estimulantes del sistema nervioso central y no estimulantes’, señala.”
Los estimulantes, señala, son considerados la ‘primera opción de tratamiento’ tanto en México como en otras partes del mundo, mientras que los no estimulantes se utilizan como ‘segundas o terceras líneas de tratamiento’.
“En México, agrega, ‘de los estimulantes solo contamos con metilfenidato, que se presenta en dos formas. Una de ellas es de liberación inmediata, lo que significa que comienza a actuar de inmediato tras su administración. Sin embargo, su efecto tiene una duración limitada, aproximadamente de cuatro horas. Esto implica que, si se toma a las 7:00 de la mañana, a las 11:00 se debe tomar otra dosis, y a las 15:00 una más’.”
En el caso del metilfenidato de liberación prolongada o controlada, permite que su efectividad sea de 8 hasta 12 horas; “al ser una sola toma, la estabilidad plasmática del medicamento persiste sin fluctuaciones, durante el transcurso del día. Por lo que se consideran como la primera opción de tratamiento”.
“Agrega que una de las novedades en México es la presentación de liberación prolongada de 10 miligramos, de Laboratorios Corne, ‘la cual ofrece la ventaja de iniciar el tratamiento con una dosis baja para evaluar la reacción del paciente, y, en caso necesario, ajustar la dosis de manera progresiva’.”
El especialista hace un llamado a entender la salud mental como un componente fundamental del bienestar general. “La salud mental no es solo estar libre de enfermedades. Es tener el equilibrio emocional, cognitivo y conductual para enfrentar los retos diarios”, dice, recordando que, en una sociedad marcada por la pobreza y la desigualdad, no siempre hay condiciones para detectar y tratar adecuadamente trastornos como el TDAH.
“¿Cómo atender a un niño con TDAH si apenas hay recursos para comer?”, se pregunta. Y concluye: “No hay salud sin salud mental. Reconocerlo es el primer paso para cambiar el rumbo de miles de personas”.