Todas las personas del mundo deben tener las mismas condiciones de acceso a una vacuna que ofrezca protección contra el coronavirus, independientemente de donde habiten. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha fijado el objetivo de vacunar al 70% de la población mundial a mediados de 2022. Sin embargo, si se quiere alcanzar esta meta será necesario conseguir un acceso más equitativo a las vacunas
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, destaca que el acceso igualitario a las vacunas “no es ni ingeniería espacial, ni caridad. Se trata de salud pública inteligente y redunda en beneficio de todos”.
Aparte del argumento ético de que ningún país o ciudadano, por muy rico o pobre que sea, se merece la vacuna más que otro, una enfermedad infecciosa como el COVID-19 seguirá siendo una amenaza global, mientras exista en cualquier parte del mundo.
La distribución desigual de las vacunas no sólo deja a millones o miles de millones de personas en situación de vulnerabilidad frente a un virus letal, sino que también permite la aparición de variantes de la enfermedad todavía más mortíferas y que éstas se propaguen por todo el mundo.
Es más, una distribución desigual de las vacunas profundizará las desigualdades y aumentará la brecha entre ricos y pobres, y además revertirá décadas de progreso en materia de desarrollo humano que tanto ha costado conseguir.
La ONU indica que la desigualdad en el acceso a las vacunas tendrá un impacto duradero en la recuperación socioeconómica de los países de ingresos bajos y medios-bajos y que retrasará el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización.
Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) prevé que ocho de cada diez personas que hayan caído en la pobreza durante la pandemia del coronavirus vivirán en los países más pobres del mundo en 2030.
Las previsiones también sugieren que en los países de bajos ingresos los impactos económicos de la COVID-19 pueden durar hasta 2024, mientras que en los países de altos ingresos se podrían alcanzar tasas de crecimiento del PIB anteriores a la aparición del coronavirus a finales de este año.
¿Funciona este enfoque de lucha contra la pandemia?
No, lo advertía el pasado mes de abril el doctor Tedros cuando declaró que “la equidad de las vacunas es el reto de nuestro tiempo... y estamos fracasando”.
Aunque en 2021 se producirán suficientes vacunas para cubrir al 70% de la población mundial compuesta por 7800 millones de personas, la mayoría de las vacunas se reservan para los países ricos, mientras que otras naciones productoras de vacunas restringen su exportación priorizando la vacunación de sus ciudadanos, un enfoque que se ha denominado una “actitud nacionalista con respecto a las vacunas”.
Un claro ejemplo de esta tendencia se produce en los países donde los ciudadanos ya inoculados reciben una vacuna de refuerzo, en lugar de priorizar las dosis sobrantes para las personas no vacunadas en los países más pobres.
Aun así, la buena noticia es que hasta el 15 de septiembre se han administrado más de 5500 millones de dosis en todo el mundo, aunque dado que la mayoría de las vacunas disponibles requieren dos dosis, el número de personas protegidas es mucho menor.
¿Qué países están recibiendo las vacunas?
Mientras que los países ricos reciben la mayoría de las vacunas, muchas de las naciones más pobres tienen dificultades para vacunar incluso a un pequeño número de ciudadanos.
Según el Tablero Mundial para la Equidad de las Vacunas (establecido por el PNUD, la OMS y la Universidad de Oxford) el 15 de septiembre, sólo el 3.07% de los habitantes de los países de bajos ingresos habían recibido la primera dosis en comparación con el 60,18% de los países de altos ingresos.
Así, cerca del 70,92% de las personas que viven en el Reino Unido fueron inoculados con la primera dosis de la vacuna, mientras que en Estados Unidos la cifra es del 65.2%.
Sin embargo, otras naciones de ingresos altos y medios no se encuentran en una situación tan favorable. En Nueva Zelanda sólo se ha vacunado al 31.97% de una población compuesta por unos cinco millones de habitantes, aunque en Brasil la tasa de vacunación está ahora en el 63.31%.
Estas cifras contrastan con las estadísticas de algunos de los países más pobres del mundo. En la República Democrática del Congo, sólo el 0.09% de la población ha recibido una dosis de la vacuna; en tanto que, en Papúa Nueva Guinea y Venezuela, la tasa es del 1.15% y del 20.45% respectivamente.