Haruki Murakami y Seiji Ozawa. Música, solo música. Tusquets. Trad. Fernando Cordobés y Yoko Ohigara. 329 pp.

“Afecta directamente a los patrones de precipitación en los trópicos”.

“Entender mejor las aversiones o gustos por ciertos alimentos”.

“Necesitamos recuperar las libertades políticas”.

El valor supremo no es el futuro sino el presente; el futuro es un tiempo falaz que siempre nos dice “todavía no es hora”.

Lo profundo de la tierra, mi amor, está mintiendo, y debo llorar solo.

“Hay que prestar atención a la inflación básica”.

“Optimizan la eficacia terapéutica para pacientes pediátricos”.

Octavio Paz reflexionaba en 1990 en torno de la célebre exposición México. Esplendores de 30 siglos, que “no hay nada en común, en apariencia, entre los jaguares estilizados de los olmecas, los ángeles dorados del siglo XVII y la colorida violencia de un óleo de Tamayo”, salvo una cualidad “que no es fácil probar, pero sí sentir”: una cierta continuidad. No se refería Paz a la continuidad de un estilo o de una idea, sino de una sensibilidad.

Imaginemos despertar en un mundo sin animales, ni plantas, donde la sexta extinción masiva, la sobrepoblación, la contaminación y el cambio climático acabaron con la biodiversidad en tan solo 60 años: una realidad escalofriante donde nuestros nietos conocerán a un número mínimo de especies de animales en zoológicos y a escasas plantas en invernaderos y laboratorios de biología.

Una semana más, una avalancha más de escándalos en la política estadunidense. Sí, en menos de siete días el expresidente Donald Trump amenazó a sus socios de la OTAN; los republicanos de la Cámara de Representantes aprobaron someter a un juicio político al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, por su manejo de la frontera; el Departamento de Justicia exoneró al presidente Joe Biden por llevarse documentos secretos, pero le soltó tremenda bomba retórica llamándolo “señor mayor bienintencionado y con mala memoria”.

Hijo del ladrón original regresó el instrumento