Recientemente la Ciudad de México vivió un momento emblemático: el retiro del famoso árbol de la “Glorieta de La Palma” en Paseo de la Reforma tras dejarla morir.
Qué observamos con esto o con casos como “El Sargento”, el gran Ahuehuete de Chapultepec, o el de Tacuba; incluso el fresno de Santa Teresa y las palmas en Avenida de las Palmas:
Lo que es de todos, no es de nadie. Nadie cuida, preserva y respeta lo que no es suyo; pero después, todos se lamentan por su pérdida. Y así es, ¡todos perdimos!
¿Cómo evitar que vuelva a suceder esto? Haciendo conciencia de que estos gigantes no se pueden defender solos. Dependen de nosotros, de la organización ciudadana, para gestionar su cuidado.
¿De qué manera? Formando comités locales lo más descentralizados posible, que le dediquen la atención suficiente a cada una de las piezas. Organismos que sean apoyados por el gobierno local, pero que no dependan de él y que no se vean obstaculizados por regulaciones o burocracia.
Bienestar común
Como estos árboles, los ciudadanos no podemos esperar que todos los problemas los resuelva el gobierno. No hay nada más peligroso que mantener esta actitud. Debemos construir sociedades, entornos y familias que nos ayuden a crecer y desarrollarnos.
Recordemos lo que nos dice el historiador Niall Ferguson, que pretender que el gobierno resuelva todo lo que nos aqueja, nos quita libertad.
Tengo la firme convicción de que el avance de la libertad y de nuestro bienestar común debe empujarse con el esfuerzo de la sociedad civil organizada. Reflexionemos.