Nada ilustra mejor el colapso de las opciones políticas para el país que el movimiento de los padres de los 43 normalistas secuestrados por el alcalde del PRD en Iguala, Guerrero: que sus hijos ya dictaminados muertos regresen vivos y que no haya elecciones legislativas en julio. Nada más.
A ello se debe agregar el hecho de que los partidos involucrados en conflictos graves se preparan para ir a las elecciones como si nada hubiera pasado. En Guerrero el PRD dice que sigue al frente de las elecciones, a pesar de que su gobernador ex priista, Ángel Aguirre Rivero, fue obligado a separarse del cargo por las sospechas del secuestro de normalistas.
Y por si fuera poco, los familiares directos del alcalde perredista en Iguala, José Luis Abarca, y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, siguen manteniendo el control de la estructura municipal de Iguala sin que el PRD ni los padres de los normalistas secuestrados los molesten con sus quejas.
El asunto se resume fácilmente: la crisis del sistema político ocurre en un sistema político funcionando como si se viviera una tranquilidad angelical. Y en este escenario los partidos involucrados en crisis con derivaciones criminales buscarán el voto de los ciudadanos no solo para mantener sus plazas sino para ampliar sus ventajas.
Para terminar de enredar las cosas, los sectores sociales activos y antisistémicos que están reventando las redes cibernéticas con quejas, memes y mensajes negativos y destructores de la confianza ciudadana tampoco son críticos contra la corresponsabilidad moral, política y penal de PRD, PT, PAN, Movimiento Ciudadano y Morena, con algunos personajes involucrados en las irregularidades.
Reflexionar
Así, sería muy sano para el país que se analizaran dos cosas.
1. ¿Realmente el sistema político está en crisis cuando las instituciones sistémicas han resistido hechos como la matanza de estudiantes, las fosas comunes y el caso del crematorio en Guerrero?
2. De existir una crisis sistémica, ¿dónde están las iniciativas de reforma estructural del sistema para recuperar la funcionalidad de las instituciones políticas que han salido astilladas en estos años de colapso de seguridad?
El problema de la crisis mexicana es que sí existe un agotamiento de algunas instituciones, pero la sociedad carece de opciones y propuestas alternativas. El PAN llegó a la Presidencia en 2000 y en 2012 fue castigado en las urnas por la estrategia de seguridad que derivó en 60 mil muertos; el PRD se presentó como la opción en Guerrero y su gobernador tuvo que salir defenestrado por el tlatelolcazo del PRD en Iguala. Y el PRI de Tlatelolco ha carecido de propuestas de reformas para recuperar la viabilidad del sistema.
En medio, la sociedad parece quedar satisfecha solo con el ejercicio de la crítica destructiva en redes y no muy preocupada por aportar propuestas. Por ejemplo, el caso de las casas presidenciales liquidó sus posibilidades en las burlas y los memes pero sin alguna iniciativa popular para el Congreso. Y ocurrió lo mismo con el nombramiento del nuevo secretario de la Función Pública: burlas y memes pero ninguna exigencia para usarse en la oficina anticorrupción que el Congreso no puede diseñar.
En este escenario de irritación sin propuestas asistirán los electores a las votaciones de junio próximo, sin reflexionar que la nueva Cámara de Diputados debiera definir la agenda de las reformas del sistema político. Se ejercerá el voto del resentimiento, no el voto político por el cambio.