La agenda pendiente (2): política

Existe la posibilidad de que el próximo presidente ejerza el poder solo con 25% de los votos (10% de la población total).

Senadores en sesión
Foto: Cuartoscuro
Carlos Ramírez
Columnas
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El desafío lanzado por la nueva composición plural de la República ha sido soslayado: existe la posibilidad de que el próximo presidente ejerza el poder solo con 25% de los votos (10% de la población total), tomando en cuenta que el PRI —sin el Verde— ganó en 2012 con 14.5 millones de votos, 28.9% del total.

La reforma política de 1977-1978 contribuyó a la fragmentación del poder con el registro de muchos partidos. La elección presidencial de 1994 tuvo nueve candidatos presidenciales, aunque al final ayudó que cinco tuvieran votos abajo de 1% y la competencia se diera entre tres partidos.

Y ahora al sistema de partidos se ha añadido el modelo de los candidatos independientes que no necesitan partidos para competir; así para 2018 se prevén ocho candidatos presidenciales del PRI-PVEM, PAN, PRD-PT, Morena, Movimiento Ciudadano y cuando menos tres independientes.

La diferencia radica en el hecho de que el PRI tiene hoy una base electoral de 28% contra 48% de 1994, y pudiera ser menos si PAN, Morena e independientes suben sus votos.

Así la Presidencia de la República y la composición del control legislativo tendrían un déficit de legitimidad: representarán minorías.

Gobernabilidad

En 1994 el voto por el PRI fue de 18% de la población total; en 2012 el voto por el PRI bajó aproximadamente a 13% del total de la población. Si el próximo presidente puede ganar con 25% de los votos, por la votación efectiva serían como de 15 millones, algo así como 10% de la población total.

Por tanto el gran pendiente del país es una reforma política real para conseguir tres objetivos concretos: limpiar el sistema de partidos, evitar la individualización y reorganizar el órgano electoral. En este sentido debería haber cuando menos tres reformas estructurales de tipo político:

1. Elecciones primarias Los partidos son oligarquías que negocian candidaturas; y en la presidencial el candidato es representante de una élite. Las elecciones primarias —como en Estados Unidos— implican que el candidato presidencial y de gobernador es electo en urnas, sin intervención de los líderes y oligarquías partidistas.

2. Mayorías absolutas Si el PRI no quiere la segunda vuelta, entonces se puede instaurar la regla de que la Presidencia se debe ejercer con la suma de 51% de votos entre varios partidos. Ello obligaría a acuerdos plurales y le daría a la Presidencia la fuerza de una mayoría. En España no gobierna el que tiene más votos sino el que arma una mayoría de 51 por ciento.

3. El INE Es un obstáculo para la democracia porque los consejeros llegan por acuerdos de los aspirantes con los partidos, además de que en el organismo electoral hay una triple representación partidista: los consejeros, los representantes de partidos y los representantes legislativos por partido. Por tanto se debe sacar a los partidos del INE, renunciar a todos los consejeros actuales y contratar a funcionarios solo para poner urnas y contar votos.

Hasta ahora las reformas electorales y políticas han sido producto de negociaciones oscuras entre partidos y decisiones del PRI para ceder y para conservar, pero se ha creado un sistema de representación minoritaria que tiende a la balcanización partidista de puras minorías, lo que ha fragmentado el poder y por tanto la eficacia de gobierno.

La reforma política real es urgente para recobrar gobernabilidad y viabilidad como República.

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