ATRAPADA, LA COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

¿Por qué el desdén a la justicia?

Félix Fuentes
Columnas
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Mujeres procedentes de distintos lugares del país invadieron el local de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en República de Cuba número 60 de la Ciudad de México y lo convirtieron en refugio de perseguidas o “sede de desapariciones”.

Una de las señoras culpa al presidente de la República de no impedir que su hija de seis años haya sido violada. Otra, Karla García, llegó huyendo de la violencia de su pareja sentimental y por el temor de que su hijo de dos años y medio sea víctima de agresiones.

A golpes de martillo las señoras destruyeron las letras que anunciaban el nombre de dicha comisión y la denominaron “Casa de Refugio, Ni una Menos México”.

La perseguida por su marido dijo sentirse mejor en ese lugar y manifestó que “como somos muchas tienen que hacernos caso las autoridades”. Amenazan con seguir en ese sitio, que consideran de su propiedad.

El viernes 4 de septiembre inició la invasión y nadie de la Secretaría de Gobernación, cuya titular es Olga Sánchez Cordero, o del régimen capitalino, bajo el mando de Claudia Sheinbaum, explicó a las furiosas mujeres que el primer mandatario no puede cuidar a miles de niñas atacadas por malvivientes.

Pasados cuatro días la CNDH seguía atrapada por las señoras llegadas de varias entidades. Se solazaban de haber lanzado por las ventanas los alimentos descubiertos en ese lugar.

Tan dejada de sí misma como es la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra, tampoco pudo hacer nada para contener a las invasoras. Simplemente desapareció y, lejos de sus oficinas, optó por lamentar las agresiones de una veintena de féminas.

A las preguntas de periodistas Piedra respondió que los alimentos habidos en la CNDH eran para consumo, durante una semana, de los empleados. Había carnes de primera, mariscos, verduras y frutas. O sea, en esa comisión la pasan de lujo.

Letra muerta

Rosario Piedra, hija de Rosario Ibarra de Piedra, fue incapaz de explicar a las invasoras que la comisión a su cargo carece de facultades para investigar o detener a autores de delitos. Los responsables de esas tareas son agentes del Ministerio Público o fiscales de la República.

A los encargados de la CNDH se les encomienda tomar nota de agravios de carácter moral, padecidos por personas carentes de defensa, y recomendarlas ante autoridades civiles o penales.

Sin embargo quienes hoy allanan a la CNDH afirman que “aquí van a vivir madres de víctimas que tienen niños huérfanos y no tienen dónde vivir”. Agregan: “Esta será su casa y el gobierno que haga cuanto le dé su gana… Si viene la policía nos vamos a defender y nos vamos a volver muy locas”.

Es el tono con que se expresa Meztli Granados, quien espera recuperar a su hija que le arrebató su expareja. Todas esperan soluciones de problemas de ese tipo y anuncian nuevas ocupaciones.

A estos niveles se llega en nuestra sociedad, en la cual es letra muerta la aplicación de la autoridad y el orden. ¿Por qué el desdén a la justicia? Nadie lo dice y tampoco es entendible.