CONTROL Y DISTORSIÓN

“Visualizar en una generalidad la estabilización de precios es complicado”.

Guillermo Deloya
Columnas
DELOYA-cuartoscuro_863481_impreso.jpg

Existen dos factores fundamentales dentro del componente internacional que mantienen elevada a la inflación que pesa sobre los mexicanos: uno que sin duda deviene del control oligopólico de las cadenas de producción y distribución de productos por motivo de la epidemia de Covid-19; y otro, mucho más reciente y no menos pernicioso, por la alta especulación que produce el encarecimiento de ciertos productos que se afectan por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

Ante los factores externos muy poco se puede hacer y hay que tener muy claro que tales no se corrigen con medidas de mandato tomadas en territorio nacional. A pesar de las dificultades e imponderables que influyen de forma incontrolable, el mercado es el mercado y está probado que la intervención forzada por medio de controles siempre ha sido una mala idea que invariablemente deriva en distorsiones profundas de difícil arreglo.

Y una de las distorsiones procuradas desde lo local que mayor daño causa en el mediano plazo es el control de precios que, aunque convenido, no prevé medidas de compensación para quienes como productores tienen que absorber el impacto de una pérdida procurada.

Es cierto que este recurso para el supuesto control inflacionario no es nuevo en nuestro país. A inicios de los noventa el pacto de solidaridad involucró un aminoramiento del impacto de la inflación acumulada, pero que se acompañaba con un plan integral de desregulación e incentivos fiscales y financieros. Además el pacto incluía una estrategia de promoción a la inversión junto a acciones que al momento se tenían a la mano, como las primeras rondas de privatización de empresas públicas.

Sobraría subrayar cuán distintas son las condiciones actuales comparadas con aquellas predominantes hace tres décadas. Hoy cuando se habla de un acuerdo con fabricantes de productos de consumo de necesidad primaria para los mexicanos nos acercamos más a una acción por mandato que no se robustece con medidas compensatorias para dichos fabricantes. Hay que destacar además que muchos otros componentes del Índice Nacional de Precios al Consumidor sencillamente no pueden tener ese tipo de control y en suma los “incontrolables” representarían 75% de la totalidad de componentes inflacionarios. Tal vez en esa lógica el paliativo aplicado sobre los precios sea insuficiente y solo venga a impactar de forma directa al fabricante o productor.

Punto positivo

Los precios de bienes y servicios han aumentado al igual por otros factores que se vinculan a la política regulatoria de salarios. Ahí la elevación de los costos de nómina ha sido sumamente complejos para el empresario. Se estima que en los últimos dos años tales incrementos han rondado 30%. Con ello el impacto sobre el precio del producto final es inevitable. Aunado a lo anterior no es desconocido tampoco que el costo para la producción ha incrementado en razón de los costos de la energía necesaria para dicha producción.

Por ello un plan antiinflacionario como el que el gobierno federal plantea puede ser un ejercicio incompleto. La adecuación de precios mediante un acuerdo de 24 componentes de consumo fundamentalmente alimentario de la canasta básica no podrá paliar los efectos del incremento que, naturalmente, tendrán los demás componentes que integran la medición de la inflación. La posibilidad de que aparezca un mercado alterno, a la sombra de los poderes del mandato, es real. Y ahí la tentación es peligrosa para la imposición de sanciones o en su caso el escarnio público sobre los actores que no se alineen al orden establecido.

Sin embargo, el plan federal para la contención inflacionaria toca un punto positivo que debería ser la máxima para una situación como la que atraviesa nuestro país. Es mucho más positivo el aumento de la producción mediante incentivos reales y efectivos, que el mantenimiento en parámetros convenidos de los precios de dichos bienes.

Deberíamos tener en cuenta que México es un crisol de pluralidad con dinámicas sumamente diversas por regiones. Visualizar en una generalidad la estabilización de precios es complicado, ya que los mercados locales tienen movimientos distintos entre un estado y otro. La competencia efectiva es un rasgo distintivo de un mercado sano. Procuremos esa buena salud hacia horizontes más prolongados.